Desde hace varios meses alumnos y algunos padres comprometidos trabajan para la ‘Semana del Estudiante’ toda vez que las actividades, encuentros, socialización, fortalecer vínculos o hacer nuevos lazos o amistades se convertirá en un recuerdo inolvidable en la etapa de la vida de desarrollo de cada adolescente.
Se vienen haciendo reuniones y conjuntamente con ellas se orienta los movimientos que caracterizarán esos siete días. Desde las direcciones de los establecimientos educativos hay comprensión y tolerancia. Saben de la etapa que se vive y los días a disfrutar. Lo mismo hacen los docentes, donde exigencia más o menos, y sin alterar las composturas, los exámenes o lecciones se acomdan a fechas que no incomoden en la organización de lo que se tiene pensado o dispuesto a hacer.
A ello se ha sumado el área municipal de cuidado a los vecinos. Ha habido reuniones en la Subsecretaría de Seguridad Ciudadana toda vez que los adolescentes se desplazarán de un lugar a otro y lo que suceda en los espacios comunes y sus comportamientos gravitará en el Estado Municipal, paso previo por la sociedad.
Falta aún decidir donde se harán los encuentros bailables. Se suma, y toda vez que se trata de menores, que rige la ordenanza de alcohol cero para esa franja etérea de la vida.
Ahora bien, un grupo de padres se han reunido para tratar el tema bebidas alcoholizadas, en contraposición de la ordenanza y la sugerencia de los funcionarios municipales encargados de esos controles.
En tanto, otro conjunto de adultos que son papá y mamá de esos estudiantes se están movilizando para alquilar quintas para las fiestas o festejos de la ‘Semana del Estudiante’.
El argumento es que allí puede beberse lo que se quiera, incluido alcohol. Hacer la previa.
Varias veces desde estas columnas o editoriales radiales hemos señalado de la crisis que sufre el rol de ser padres hoy. Se naturalizan hechos tempranamente olvidándose los ciclos de crecimiento y maduración de los hijos y no se actúa con firmeza ante pedidos de adolescentes que no miden consecuencias, aunque digan pensarlas. Es una etapa que adolece de maduración para ciertos comportamientos, y máxime cuando son colectivos.
No debe correrse de objetivo que se trata de un periodo de desarrollo biológico, psicológico, sexual y social trascendente, que necesita ser cuidado y son los padres los encargados de ello. Esa etapa, conforme lo ha entendido la Organización Mundial de la Salud, previo informes de profesionales y técnicos, finaliza a los 19 años. Luego vendrá la de la plena juventud hasta los 25.
Que padres alimenten la transgresión de ordenanzas so pretexto de la madurez o responsabilidad de sus hijos, es un despropósito que no condice con el rol de progenitores que les cabe. La firmeza con contención debe procurar el divertimento en plenitud con los controles propios que le competen al adulto. A su vez, el Estado, en este caso, municipal, no debe salirse de su rol y misión que la voluntad colectiva de la sociedad a través de los partidos políticos representados en un Concejo Deliberante le han facultado desde ordenanzas y disposiciones legislativas para esos fines.
La Semana del Estudiante es muy importante para los celebrantes, las familias y la sociedad en su conjunto que ve con alegría que sus ‘hijos’ crezcan, se formen y de diviertan, pero sanamente. Que adultos en su rol de padres alienten transgresiones ponen en alerta al conjunto del tejido social que quieren ver un desarrollo sin escándalos y hechos que puedan empañar alegres jornadas y festivas de estudiantes.
Quienes consideran que el regalo de cumpleaños a los quince años es un Mini Cooper miden el bolsillo, la apariencia y lo afectivo y no los límites legales y las consecuencias que terminan con ‘fuertes dolores’ por no usar la cabeza.