Los efectos de una eventual crisis internacional sobre Argentina se han convertido en un tema central del debate socio-económico. Nuestro criterio al respecto parte de considerar que no sólo influye la coyuntura internacional, sino también el cambio en las condiciones de la economía argentina. A nivel mundial debemos tener en cuenta las dificultades de EE.UU. donde aún existen dudas respecto a poder emerger de la situación creada por la crisis financiera 2007-08. En el caso de Europa, encontramos las limitaciones que imponen el euro, el nivel de endeudamiento y las políticas de ajuste implementadas en la región. La negociación del caso Grecia no implica una “solución” ya que sólo han impedido una eclosión inmediata que se transmitiría por contagio financiero al resto de países de esa región, dadas las condiciones de debilidad por su nivel de deuda y la exposición de sus bancos a esa deuda. La consecuencia hubiese sido un proceso recesivo agudo e inmediato. No en vano Sarkozy ha dicho: “evitó una desgracia al mundo entero” (El Cronista, 27- 10-11) Debemos tener en cuenta que para afectar a Argentina, la crisis europea primero tendrá que transformarse en recesión y ésta se transmitirá sólo por los canales de la economía real. Una crisis por mero contagio financiero no es posible dada las especificidades del flujo financiero en Argentina. Esto fue lo ocurrido frente a la anterior crisis internacional (2007/08) cuyos efectos recayeron en Argentina en el año 2009. Del examen de las cifras surge que el efecto, aunque importante, no tuvo la magnitud que podía preverse en función del tamaño de las econom- ías implicadas y la profundidad que adquirió en los países de origen. Y este desempeño fue posible debido a la “coraza” que representaba el modelo vigente: Diferencial en el tipo de cambio Monetización de la economía por baja inflación Altos superávit gemelos Alto nivel de reservas Desde el año 2007 veníamos advirtiendo sobre la necesidad de realizar cambios de tipo adaptativo en el modelo económico a las nuevas condiciones internas e internacionales. Algunos autores como Eduardo Curia, en el mismo sentido, acuñaron el término “service al modelo”. No para modificarlo, sino todo lo contrario, para evitar que una eventual crisis, cualquiera fuese su origen, obligue a abandonarlo. En lugar de una adaptación del modelo, la capacidad lograda por su funcionamiento anterior y que operaba a manera de una “coraza”, fueron puestos bajo tensión a fin de mantener los flujos económicos en un alto nivel. Y ahora Argentina se encuentra relativamente más débil frente a una eventual reaparición de la recesión internacional. Analizaremos los cambios en la economía mundial e interna que ameritan una adaptación del modelo económico. Éste funcionó de manera correcta mientras el diferencial del tipo de cambio generaba superávit gemelos y acumulaba reservas. Los cambios en los últimos años produjeron una variación de los niveles de inflación que absorbieron los dife-2 renciales en el tipo de cambio, anularon los superávit gemelos y tiende a reducir las reservas. El accionar combinado de estos problemas estructurales, pendientes de eliminar en Argentina, afectó seriamente las bases del modelo: superávit gemelos (externo y fiscal), el tipo de cambio y las reservas. En el periodo previo a las elecciones del 23 de Octubre hubo un gran debate alrededor de si Argentina estaba o no blindada frente a una crisis internacional. Fue un falso debate ya que los riesgos provienen tanto de la economía internacional como de la economía interna. La continuidad de la fuga de divisas del circuito financiero luego de la definición electoral y de anuncios positivos provenientes de la eurozona (que duraron pocos días) es un claro indicador de lo afirmado. Frente a estos riesgos es necesaria una adecuación del modelo, modificando los mecanismos perversos de la economía interna. Y ésta adaptación del modelo es la única garantía de protección de la economía argentina frente a los embates de la economía mundial generados: caída del precio de los commodities, acentuación del cierre del mercado financiero internacional y proteccionismo liso y llano. Tomemos como ejemplo el caso de Brasil. Frente a los problemas de la economía interna (mayor inflación, retraso en el tipo de cambio, etc.) y las amenazas de la economía internacional, adopta una batería de medida tendiente a mejorar y proteger los flujos reales y financieros. Algunas de esas medidas son: Reducción de la tasa de interés, Devaluación del tipo de cambio, Proteccionismo aduanero, Mayor superávit primario en base a reducir el gasto corriente sin afectar el gasto social y la inversión pública, Elevar el stock de reservas, Subir encajes bancarios, Creación de un fondo anticíclico, Desgravaciones tributarias orientadas a reducir costos salariales, Elevación de aranceles para importar vehículos extra zona, Solicitar al Mercosur ampliar las excepciones al arancel externo común, y elevarlo para productos restantes, Solicitar autorización a la OMC para aumentar los aranceles de importación, Ídem en medidas para-arancelarias por compensación a países afectados por la revaluación de sus monedas, Plan de infraestructura para mejorar la competitividad, Mayor proteccionismo a través de licencias no automáticas de importación. Esto no significa que Argentina deba adoptar ese tipo de medidas. Es sólo para ejemplificar el criterio de adoptar una batería de medida tendiente a atacar el problema, de manera simultánea por todos sus flancos. En nuestro país, frente a riesgos equivalentes, sólo se toman medidas en el mercado cambiario y luego de meses de una importante sangría 3 de divisas. Además asoman sólo tibias medidas respecto a racionalización del gasto público. Estos riesgos no implican escenarios de catástrofe, sino situaciones de dureza económica y social que serán percibidas como fuertes debido a que ya nos hemos desacostumbrado a convivir con situaciones de emergencia. Por su parte, los actores sociales ya han comenzado a tomar posiciones. Las entidades representativas de los trabajadores, frente a un eventual “techo” a las paritarias expresan que pedirán menos aumentos salariales, sólo si el gobierno logra reducir la inflación. El problema radica entonces en que si el gobierno podrá o no blanquear la actual situación inflacionaria.
Los grupos industriales potencialmente mas afectados, en particular los exportadores industriales, niegan solicitar la devaluación en el tipo de cambio, pero piden en cambio medidas para mejorar la competitividad (subsidios, reducción de impuestos, cierre de mercados) cuyo efecto macroeconómico es similar a una devaluación. Este tipo de medidas traslada el problema del mercado cambiario al balance fiscal cuyo deterioro actual, ponen entre paréntesis la posibilidad de hacerlo. Estos posicionamientos de los grupos sociales nos dice claramente que las medidas a adoptar frente a los problemas internos, potenciados por una eventual recesión mundial, más allá de los tecnicismos, debe realizarse de manera consensuada