En esta fecha la Iglesia Católica recuerda que Reyes Magos de Oriente o simplemente Reyes Magos acudieron desde países extranjeros a conocer a Jesús para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica, oro, incienso y mirra.
La presencia de Melchor, Gaspar y Baltazar, era el símbolo o representación de todos los pueblo a los que luego Jesús llegaría con su mensaje. Al saber del nacimiento fueron a buscarlo para venerarlo, y la mayor demostración estuvo en los regalos.
Los tres llegaron al pesebre de Belén de países muy lejanos, pero fueron guiados por una señal del cielo, una “estrella mágica”. Ahí se tomo lo de ‘Magos’.
Los obsequios tenían todo un símbolo, al igual que quienes los entregaron.
El oro era el propio de los reyes. Del Poder. El recién nacido era el Rey de los Reyes. Además, este metal simboliza perdurabilidad y fortaleza. No se deteriora con el tiempo y dura siempre. Fue entregado por Baltasar-Serakin-, de raza negra, procedente de África. Además, significaba que los Reyes Magos honraban su reinado de amor, justicia y paz, extensivo a todos.
El incienso es un aroma que en esa época era propio de la divinidad. Con el obsequio quedo demostrado que Jesús es Dios. Lo entrego Gaspar –Galgalath-, el más joven y rubio de los tres, procedente de Asia. El incienso es una preparación de resinas aromáticas vegetales, a las que se añaden aceites de forma que al arder desprenda un humo fragante y un olor característico. El incienso en el símbolo de Dios. De esta manera Jesús fue alabado como Señor nuestro y de todo lo que existe.
Y la mirra, es una sustancia usada para untar los cuerpos de las personas que morían. Era la manifestación que Jesús había llegado para morir por los hombres. Melchor –Magalath-, anciano de blancos cabellos y larga barba del mismo color, procedente de Europa, fue quien la obsequio. Se trataba de esa sustancia rojiza aromática que era muy común en medio oriente y Somalia. Era la manifestación que Jesús había llegado para morir por los hombres.
La recordación gana en importancia ya que los tres regalos al Niño Jesús no fueron elegidos por casualidad, Como ya se ha mencionado, el oro era un regalo para Jesús como Rey –pues era un regalo destinado a reyes–, el incienso era un presente para Jesús como Dios –pues esta resina se quemaba delante de los dioses– y la mirra, para Jesús como hombre –pues con ella se embalsamaba a los muertos- y como tal moriras y resucitaras.
Por su parte, el papa Francisco presidió este miércoles 6 de enero la misa por la solemnidad de la Epifanía del Señor en la basílica de San Pedro y afirmó que “la Iglesia no puede pretender brillar con luz propia”, sino que debe brillar “con la luz de Cristo”.
“Cristo es la luz verdadera que brilla; y, en la medida en que la Iglesia está unida a él, en la medida en que se deja iluminar por él, ilumina también la vida de las personas y de los pueblos”, explicó.
El pontífice señaló que todos necesitan de esta luz puesto que “anunciar el Evangelio de Cristo no es una opción más entre otras posibles, ni tampoco una profesión”.
“Para la Iglesia, ser misionera no significa hacer proselitismo; para la Iglesia, ser misionera equivale a manifestar su propia naturaleza, es decir: dejarse iluminar por Dios y reflejar su luz. Este es su servicio. No hay otro camino. La misión es su vocación. Que resplandezca la luz de Cristo es su servicio. Muchas personas esperan de nosotros este compromiso misionero –en este sentido–, porque necesitan a Cristo, necesitan conocer el rostro del Padre”, enfatizó.
El Santo Padre también habló de los Reyes Magos e indicó que son “una prueba viva de que las semillas de verdad están presentes en todas partes, porque son un don del Creador que llama a todos para que lo reconozcan como Padre bueno y fiel”.
“Los Magos representan a los hombres de cualquier parte del mundo que son acogidos en la casa de Dios. Delante de Jesús ya no hay distinción de raza, lengua y cultura: en ese Niño, toda la humanidad encuentra su unidad. Y la Iglesia tiene la tarea de que se reconozca y venga a la luz con más claridad el deseo de Dios que anida en cada uno”, añadió.
El Papa aseguró que, al igual que sucedió con los Magos, “hoy muchas personas viven con el «corazón inquieto», haciéndose preguntas que no encuentran respuestas seguras. Es la inquietud del Espíritu Santo que se mueve en los corazones. También ellos están en busca de la estrella que muestre el camino hacia Belén”.
“Hoy será bueno que nos repitamos la pregunta de los Magos: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Nos sentimos urgidos, sobre todo en un momento como el actual, a escrutar los signos que Dios nos ofrece, sabiendo que debemos esforzarnos para descifrarlos y comprender así su voluntad”, dijo.
Por último, Francisco recordó que “estamos llamados a ir a Belén para encontrar al Niño y a su Madre. Sigamos la luz que Dios nos da. Pequeñita. El himno del breviario nos dice poéticamente que los Magos «lumen requirunt lumine», aquella pequeña luz. La luz que proviene del rostro de Cristo, lleno de misericordia y fidelidad.”.
“Una vez que estemos ante él, adorémoslo con todo el corazón, y ofrezcámosle nuestros dones: nuestra libertad, nuestra inteligencia, nuestro amor” porque “aquí está la fuente de esa luz que atrae a sí a todas las personas y guía a los pueblos por el camino de la paz”, concluyó.