Especialistas destacan que la prevención de la enfermedad renal crónica, junto con una mayor conciencia solidaria en torno de la donación de órganos, es la llave para enfrentar un problema que afecta a uno de cada 9 adultos.
En etapas avanzadas de la enfermedad renal crónica resulta imprescindible el reemplazo de la función renal mediante el tratamiento dialítico (hemodiálisis o diálisis peritoneal) en espera (para los casos en que sea posible) de un trasplante renal. El trasplante, una excelente alternativa para muchos pacientes, requiere del acto solidario de la donación.
Una mayor conciencia en la población permitió que la Argentina se encuentre a la cabeza de América Latina en la donación de órganos para trasplante, cuyas cifras crecen año tras año. El crecimiento en la cantidad de donantes fue sostenido, y casi se duplicó la proporción de personas que estando en lista de espera consiguen que se les trasplante un riñón en menos de un año (11%).
Sin embargo, son más de 5.800 los argentinos que esperan recibir un trasplante. A su vez, ellos constituyen apenas alrededor de un 20% de la población en diálisis, que ascendía según registros oficiales a más de 26.000 a comienzos de 2012.
La enfermedad renal crónica sigue siendo un tema preocupante en la Argentina y en el mundo.
“Es importante destacar –señaló el doctor Felipe Inserra, médico nefrólogo a cargo del Programa de Salud Renal de Fresenius Medical Care Argentina– que la progresión de la enfermedad renal es controlable si se diagnostica tempranamente y se tratan adecuadamente los factores responsables del deterioro de la función renal, y por eso insistimos mucho en el otro elemento central del cuidado de la salud renal, que es la prevención y el manejo de los factores de riesgo”.
Ocho consejos para cuidar los riñones
Estos son los ocho consejos de la Fundación Mundial del Riñón (WKF) para contribuir con en el control de la salud renal:
1- Mantenerse en línea y activo. Caminar, correr o andar en bicicleta ayuda a mantener controlada la presión arterial, con lo cual disminuye el riesgo de progresión de la enfermedad renal crónica.
2- Mantener bajo control los niveles de glucosa en la sangre. Alrededor de la mitad de las personas con diabetes desarrollan algún grado de daño renal a causa de ella, por lo que es importante que, además de mantener a raya los niveles de glucosa en la sangre, se realicen regularmente los análisis de creatinina y proteinuria, que son los marcadores clínicos de la función renal. Esto puede ayudar al control de ambas condiciones crónicas.
3- Controlar regularmente la presión arterial. Muchos controlan su presión por temor a un ACV o a un infarto de miocardio, pero tal vez ignoran que la hipertensión arterial es el principal factor de riesgo para la enfermedad renal crónica. Los valores normales de presión sistólica y diastólica se hallan en 120 y 80 milímetros de mercurio respectivamente. Si los valores se remontan a 140/90, se incrementa el riesgo de daño renal, especialmente cuando a esos valores de presión se agregan altos niveles de glucosa o de colesterol, o una enfermedad cardiovascular.
4- Comer saludablemente y mantenerse en peso. Esto ayuda a controlar tanto la hipertensión, como la diabetes y otras condiciones ligadas a la salud renal. Bajar el consumo de sal: no más de una cucharadita pequeña de café (equivalente a 2 a 3 gramos de sal) por día , tratando a la vez de consumir menos comidas preprocesadas, incluyendo quesos,, embutidos y panificados, en las que el consumo de sal no se puede regular.
5- Hidratarse con agua. No existe un único acuerdo en cuanto a la cantidad exacta de agua que es necesario consumir diariamente, y además esta depende de la edad, el género, el volumen corporal, el clima y otros factores; pero en líneas generales se calcula que entre un litro y medio y dos litros por día es una cantidad apropiada. Esto colabora con la función depuradora de los riñones, que eliminan los excesos de sales, urea y toxinas. A las personas con antecedentes de litiasis (cálculos renales) se les recomienda incluso beber entre 2 y 3 litros diarios.
6- No fumar. Fumar disminuye el flujo de sangre hacia los riñones, lo cual de por sí dificulta la función de estos; y además, incrementa un 50% el riesgo de cáncer renal.
7- No tomar medicamentos sin consulta previa. Atención con la sobremedicación: se sabe que muchos antiinflamatorios no esteroides (como el conocido ibuprofeno, diclofenac y aspirina) pueden afectar a los riñones cuando son consumidos muy asiduamente. Si sólo se toman estas drogas esporádicamente, por períodos acotados o en casos de necesidad, todo está en orden; pero las personas que sufren de dolor crónico por problemas óseos o articulares, por ejemplo, conviene que consulten a su médico para evaluar otras alternativas.
8- Chequear periódicamente la función renal ante factores de riesgo. Las personas con hipertensión arterial, diabetes, obesidad, con enfermedad cardiovascular, con antecedentes en su familia de enfermedad renal crónica, o que hayan superado los 65 años deben controlar periódicamente sus valores de creatinina y proteinuria.