sábado, abril 26, 2025
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“Modo Político” vs. “Modo Vecino”: un dilema que debe transparentarse

Escribe para Cadena Nueve, Gustavo Tinetti*

Por décadas, la política en la provincia de Buenos Aires viene funcionado bajo un sistema donde la representación partidaria prevalece por sobre la voluntad ciudadana. Intendentes elegidos por mayoría popular deben, aún hoy, someter sus gestiones al arbitrio de intermediarios políticos de otros niveles del Estado. La paradoja es tan absurda como dolorosa: para que un proyecto avance, necesita el guiño de un funcionario que, aunque no haya sido votado mayoritariamente localmente, actúa como “puente obligado” entre el municipio y el gobierno provincial o nacional. Ese es el “Modo Político”.

En este modo, el respeto por la democracia se distorsiona. Ya no alcanza con ser electo por la voluntad de la gente; hace falta además “alinearse” políticamente para que las gestiones prosperen. Como si el sufragio no fuera suficiente aval. Como si las urnas no hablaran con la claridad que se les atribuye.

Este sistema enquistado, anacrónico y desgastado, se justifica en nombre de la gobernabilidad, pero en la práctica, funciona como una herramienta de disciplinamiento. Quien no juega dentro de los márgenes del oficialismo provincial o nacional, queda aislado. Y así, proyectos, obras y políticas públicas —que deberían atender necesidades reales de los vecinos— quedan atrapados en la lógica de la obediencia partidaria. Con dinero ajeno – de los contribuyentes- se convierten en el ‘dueño de la pelota’ y se decide quien juega y quien no.

En contraposición, emerge lo que podríamos llamar el “Modo Vecino” o “Modo Ciudadano”. Este enfoque parte de una premisa básica: la soberanía reside en el pueblo, y el voto mayoritario tiene un valor institucional absoluto. Bajo esta lógica, todo representante elegido por la voluntad popular tiene derecho a gestionar con autonomía, sin necesidad de tutelajes ni padrinazgos.

El “Modo Vecino” implica un ejercicio pleno de la democracia. Significa reconocer que un intendente votado por mayoría no debe ser menos escuchado por no pertenecer al mismo espacio político que gobierna en instancias superiores. Significa, también, que la política debe subordinarse a la ciudadanía y no al revés.

Este año, las urnas volverán a hablar. Y la elección no será solo de nombres, sino de modelos.

¿Se seguirá tolerando las reglas implícitas del “Modo Político”, donde los acuerdos (o imposiciones) partidarios valen más que los votos? ¿O la ciudadanía reaccionará y apostará al “Modo Vecino”, donde el mandato democrático debe ser suficiente para gobernar y gestionar sin mediaciones?

Es hora de que la democracia vuelva a ser lo que dice ser: el gobierno del pueblo. Sin atajos. Sin intermediarios. Sin condicionamientos partidarios que desdibujen el verdadero poder del ciudadano.

Porque si la voz del pueblo es sagrada, debe ser también suficiente.

En síntesis, el punto central radica en la diferencia entre el ejercicio político en su forma más tradicional (y desgastada) o en la representación democrática real que emana de la voluntad popular (y respetada).

Pronto se votará: democracia de la mayoría o intermediación de la minoría.

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