Este Jueves Santo, en el aire de Cadena Nueve y Máxima 89.9, el programa “Despertate” fue testigo de una charla emotiva y profundamente histórica con Emilio Solanet, nieto del reconocido veterinario e impulsor de la raza criolla, don Emilio Solanet. La entrevista giró en torno a una gesta que cumple 100 años: el viaje épico de Gato y Mancha, los dos caballos criollos que partieron desde Ayacucho, hasta Buenos Aires y de ahí rumbo a Nueva York en 1925, de la mano del jinete suizo Aimé Tschiffely.
“Nosotros nos criamos entre los caballos, entre los criollos, con esta historia como algo natural. Siempre escuchamos los cuentos de Gato y Mancha, fue parte de nuestra infancia”, comenzó diciendo Emilio, con una voz serena que delata el orgullo de llevar en su sangre una de las historias más grandes de la tradición ecuestre argentina.
El homenaje centenario: sábado 26 de abril
La gran celebración tendrá lugar el próximo sábado 26 de abril, con actividades en el paraje Solanet y en la Estancia El Cardal, a tan solo 5 kilómetros. “Vamos a hacer una cabalgata desde el pueblito hasta la estancia. Ahí va a haber un acto oficial, van a hablar autoridades, una tía mía que conoció y montó a Gato y Mancha, y vendrán granaderos del escuadrón Riobamba. Luego, volvemos a Solanet, almuerzo criollo y una gran peña con muchos cantores”, anticipó.
La concentración será a las 10 de la mañana en Solanet, y el acto central en El Cardal se prevé para las 11:30 horas. Emilio invitó a toda la comunidad de la región, especialmente a los amantes de los caballos y de la historia criolla. “El que quiera venir con su caballo, va a ser muy bienvenido. Esto es una fiesta abierta para todos”, remarcó.
La travesía inolvidable
Gato (bayo gateado, 15 años) y Mancha (overo rosado, 16 años) no eran caballos comunes. Habían nacido en la Patagonia y pertenecían a una tribu tehuelche liderada por el cacique Liempichún. “Mi abuelo fue a la zona del río Senger, en la Patagonia, donde todavía existían manadas de caballos criollos puros. Fue a caballo desde Comodoro Rivadavia y pasó los veranos seleccionando yeguas. En 1919, en uno de esos viajes, vinieron Gato y Mancha como caballos de andar, de los que montaban los reseros”, relató Solanet.
Aimé Tschiffely, un joven suizo que enseñaba en el Colegio San Jorge de Quilmes, conoció a Emilio Solanet gracias al director del diario La Nación, y le propuso hacer un viaje que demostrara las virtudes del caballo criollo. Así nació una travesía que duraría más de tres años y recorrería 21.500 kilómetros, desde Ayacucho hasta Nueva York, cruzando la Cordillera de los Andes, la Puna, el Amazonas, Centroamérica, el desierto de Sonora y finalmente todo el sur de Estados Unidos hasta llegar a la Quinta Avenida.
Un legado vivo
“Hoy los caballos están embalsamados en el Museo de Luján, pero los restos óseos están acá, en El Cardal. También están las cenizas de Tschiffely. Él pidió que lo enterraran con sus caballos, y su viuda lo cumplió. Primero estuvo en Recoleta, y después lo trajeron al campo”, contó Emilio emocionado.
La gesta de Gato y Mancha fue reconocida mundialmente. Incluso el presidente de Estados Unidos, Calvin Coolidge, los recibió en la Casa Blanca. “Las fotos en la Quinta Avenida siguen girando por el mundo. Es una historia que debería visibilizarse más, porque además de ser un símbolo de la raza criolla, fue una muestra de hermandad americana. Unieron los tres continentes”.
El renacer del caballo criollo
Gracias a esta hazaña, la raza criolla dejó de ser menospreciada frente a los caballos europeos. “Hoy el criollo se usa para trabajo rural, pero también para deportes, cabalgatas, marchas, pruebas familiares. Es impresionante cómo ha crecido”, destacó Emilio, quien mantiene viva la tradición familiar criando caballos en El Cardal.
Una invitación abierta
Cerrando la charla, Emilio extendió la invitación:
“El que quiera venir, que se arrime. Va a haber historia, caballos, asado y mucha tradición. Esto es nuestro, es argentino y es para todos”.