domingo, marzo 16, 2025
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La Biblioteca Nacional: Un pilar de la Cultura desde el comienzo del nacimiento del país

El 16 de marzo de 1812, el abogado Mariano Moreno inauguró la primera biblioteca pública en Buenos Aires

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La Biblioteca Nacional Mariano Moreno, hoy conocida como Biblioteca Nacional, es una de las instituciones culturales más importantes de Argentina y un referente fundamental en América Latina. Su historia comienza el 7 de septiembre de 1810, cuando la Junta de Gobierno de la Revolución de Mayo, en pleno proceso de gestación de una nueva nación, crea la primera biblioteca pública de Buenos Aires mediante un decreto. Desde su creación, la Biblioteca ha sido testigo y partícipe activa de la construcción de la identidad cultural argentina, preservando los documentos más relevantes de la historia del país.

Primeros Pasos: El Nacimiento de la Biblioteca

La Biblioteca tuvo sus primeros bibliotecarios en figuras de la talla del Dr. Saturnino Segurola y el religioso Fray Cayetano Rodríguez. A su vez, el destacado intelectual y político Mariano Moreno fue designado como Protector de la Biblioteca, una función honorífica que reflejaba la importancia cultural y política que la institución debía tener en la naciente República. En sus primeros años, la Biblioteca tuvo su sede en la Manzana de las Luces, un lugar emblemático de Buenos Aires, en la intersección de las actuales calles Moreno y Perú, un centro neurálgico de la educación y la cultura en la época.

En sus primeros años, la Biblioteca creció rápidamente, y hacia 1823 ya albergaba más de 17.000 volúmenes. Este caudal bibliográfico la consolidaba como un pilar del conocimiento y la información en la nueva nación, en un contexto en el que la Revolución de Mayo y las primeras décadas de la Independencia eran tiempos de grandes transformaciones políticas y sociales.

Expansión y Organización: La Dirección de Manuel Ricardo Trelles

A lo largo de las décadas, la Biblioteca Nacional fue desarrollándose y ampliando su patrimonio. Un hito en este proceso fue la designación de Manuel Ricardo Trelles como director en 1879. Durante su gestión, que se extendió hasta 1884, Trelles implementó importantes mejoras en la organización y el orden bibliográfico de la institución, sentando las bases para una gestión más eficiente y accesible. En 1881, la Biblioteca alcanzó los 32.600 volúmenes, y su número de lectores era ya considerable: 7.715 personas utilizaban sus servicios.

En 1884, un cambio institucional significativo ocurrió cuando la Biblioteca pasó a depender directamente del Gobierno Nacional. En octubre de ese mismo año, el Dr. José Antonio Wilde fue nombrado como primer Director Nacional de la Biblioteca. A pesar de su breve gestión, Wilde logró avances clave, como la implementación del servicio nocturno y la actualización de la reglamentación interna, transformando la Biblioteca en un lugar aún más accesible y funcional para el público.

La Consolidación: Aumento de Fondos y Reconocimiento Nacional

Bajo la dirección de Wilde y su sucesor, la Biblioteca Nacional continuó su expansión. En 1893, su fondo bibliográfico ascendió a 62.707 volúmenes, lo que reflejaba el crecimiento continuo de la institución como depositaria de la memoria cultural y política del país. Este crecimiento constante de su patrimonio fue fundamental para consolidar la Biblioteca como el principal centro de investigación y consulta en Argentina.

Con el paso de los años, la Biblioteca fue atravesada por diversos momentos de la historia política de Argentina, adaptándose a los cambios sociales, culturales y políticos del país. La relación simbiótica entre la Biblioteca y los avatares de la historia nacional es indiscutible, y la institución se ha convertido en un reflejo de las tensiones, logros y luchas que han marcado la construcción de la nación.

El Nuevo Hogar: La Construcción del Edificio en 1960

En 1960, un paso decisivo para la Biblioteca fue la sanción de la Ley Nº 12.351, que destinó tres hectáreas de terreno para la construcción de un nuevo edificio, que albergara de manera más adecuada el vasto patrimonio bibliográfico que ya poseía. El solar elegido se encuentra en una ubicación estratégica en Buenos Aires, entre las avenidas del Libertador General San Martín y Las Heras, y las calles Agüero y Austria. La edificación fue un gran avance en términos de infraestructura y permitió que la Biblioteca se mantuviera a la vanguardia en cuanto a accesibilidad y confort para los usuarios.

Este nuevo edificio simbolizó no solo el crecimiento físico de la Biblioteca, sino también su consolidación como un centro cultural de referencia nacional e internacional.

Un Símbolo de la Cultura Nacional

La Biblioteca Nacional no solo es un archivo de libros y documentos, sino también un reflejo de la historia de la lectura y la educación en Argentina. A través de sus colecciones, sus archivos y sus diversas actividades culturales, la Biblioteca ha sido, a lo largo de los siglos, un espejo de los procesos políticos, sociales y culturales que han dado forma a la nación argentina.

Además, la Biblioteca Nacional ha estado marcada por la figura literaria y filosófica de Jorge Luis Borges, quien desempeñó un papel central como director de la Biblioteca entre 1955 y 1973. Borges, con su pasión por los libros y su visión literaria única, dejó una huella imborrable en la institución. Bajo su dirección, la Biblioteca se convirtió no solo en un centro de conocimiento, sino también en un espacio en el que el pensamiento y la reflexión se entrelazaban con el patrimonio histórico del país.

Hoy, la Biblioteca Nacional sigue siendo un espacio vivo, abierto al público, donde se desarrollan actividades culturales, investigaciones y eventos de gran relevancia. Cada rincón de su edificio y cada uno de sus miles de volúmenes son testigos de la historia argentina, y quienes se adentran en ella no solo descubren el pasado, sino que también participan en la construcción de un futuro culturalmente enriquecido.

Al visitar la Biblioteca Nacional, el visitante no solo se encuentra con un vasto legado de libros y documentos, sino que también entra en contacto con una parte esencial de la memoria colectiva de Argentina. Tal como lo expresaría Borges, se trata de un espacio donde los “ecos de un nombre” reverberan, invitando a cada uno a recorrer los complejos caminos de la historia de la lectura y la cultura nacional.

La Biblioteca Nacional, por tanto, no es solo un lugar de libros, sino un símbolo del esfuerzo colectivo por preservar y transmitir el conocimiento, la cultura y la identidad argentina a lo largo de los siglos.

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