Cada 1 de marzo, Argentina celebra el Día del Trabajador Ferroviario, al recordar que por una decreto presidencial, se nacionalizó el ferrocarril.
A lo largo de las décadas, el ferrocarril jugó un papel crucial en la expansión de la economía y la conectividad de Argentina, con una estructura de desarrollo impulsada por ingleses. Por entonces, 1948, en un contexto de creciente nacionalismo y de necesidad de autonomía en el manejo de los recursos estratégicos, el gobierno argentino tomó la decisión de transferir la administración del sistema ferroviario a manos estatales. Así, el 1 de marzo de 1948 se inició la creación de Ferrocarriles Argentinos.
Este cambio no solo modificó la estructura administrativa del sistema, sino que también permitió unificar el servicio y expandirlo, dividiendo al país en diferentes líneas ferroviarias, entre ellas las líneas Mitre, Belgrano, Sarmiento, Roca, San Martín, Urquiza y el Ferrocarril Patagónico.
El 1 de marzo, por tanto, se presenta como una jornada de doble homenaje: uno a los trabajadores ferroviarios, quienes fueron clave en la construcción de la infraestructura y el transporte del país, y otro a los que, en diferentes modos de transporte, contribuyen al desarrollo y la conectividad de la nación. Para los ferroviarios, en particular, esta fecha representa un recordatorio de la importancia de su labor y un tributo a su trabajo constante, en servicio de los trenes.
Así, el Día del Trabajador Ferroviario, se ha convertido en una jornada de reconocimiento a los miles de trabajadores que, a lo largo de los años, han garantizado el funcionamiento de este sistema de transporte fundamental. Los operarios, maquinistas, obreros y personal de mantenimiento son los que, con su esfuerzo diario, contribuyen a la circulación de los trenes, asegurando que las millas de argentinos que dependen de este medio de transporte puedan desplazarse con seguridad.