jueves, abril 24, 2025
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Hace 100 años los caballos argentinos Gato y Mancha caminaron de Argentina a Nueva York

La aventura comenzó un día como hoy y recorrían 46 km diarios llegado el 20 de septiembre de 1928

El 24 de abril de 1925 marcó el inicio de una de las aventuras más épicas del siglo XX. Tschiffely, un hombre de espíritu intrépido y apasionado por los caballos, se había propuesto lograr lo que nadie más había intentado: recorrer todo el continente americano a pie, guiando a Gato y Mancha a través de las más diversas geografías, climas y terrenos. La idea de esta hazaña surgió como una forma de demostrar la resistencia de los caballos criollos argentinos, conocidos por su fortaleza, tenacidad y resistencia, atributos que se pondrían a prueba durante este increíble recorrido.

Tschiffely, quien ya había recorrido gran parte del continente en solitario, confió en estos dos caballos para acompañarlo en un desafío que parecía insostenible. Gato, de 16 años, y Mancha, de 15, habían crecido en la Patagonia, un entorno duro y frío que los había hecho fuertes y resistentes. Si bien sus personalidades eran algo indómitas, pronto formaron un vínculo muy estrecho con su jinete, convirtiéndose en compañeros inseparables.

Un recorrido lleno de obstáculos

La travesía no fue fácil ni rápida. Los caballos y su jinete se enfrentaron a una serie de dificultades que pondrían a prueba su resistencia y capacidad de adaptación. Uno de los mayores desafíos fue la escasez de caminos en muchas partes del recorrido. Si bien algunas rutas estaban trazadas, la mayoría de ellas eran intransitables o se encontraban en pésimo estado. En otras ocasiones, debían sortear zonas sin caminos establecidos, obligándolos a caminar por terrenos sinuosos, con dificultades, nieve o cruzar cursos de agua.

La Cordillera de los Andes fue uno de los puntos más difíciles de la travesía. Con una altitud que superaba los 5.500 metros sobre el nivel del mar, el frío extremo y las difíciles condiciones de la montaña se convirtieron en enemigos constantes. Las temperaturas caían hasta los 18 grados bajo cero, lo que dificultaba el avance. Sin embargo, Gato y Mancha demostraron una resistencia admirable, y a pesar de los enormes obstáculos, lograron cruzar la cordillera en varias ocasiones.

El otro gran desafío que tuvieron que enfrentar fue la enorme extensión de desiertos a lo largo del camino. En regiones como el desierto de Atacama, la temperatura alcanzaba los 50 grados centígrados a la sombra, lo que representaba una amenaza no solo para los caballos, sino también para Tschiffely. A menudo, los cascos de Gato y Mancha se hundían en la arena, lo que dificultaba aún más la marcha. Pero a pesar de todo, nunca se detuvieron, y siguieron avanzando día tras día, superando cada obstáculo.

Un récord mundial de resistencia.

Después de 504 etapas, y con un promedio de 46,2 kilómetros recorridos por día, Gato y Mancha y Tschiffely finalmente lograron llegar a su destino el 20 de septiembre de 1928, después de 3 años y 149 días de marcha.

La llegada a Nueva York fue recibida con entusiasmo, no solo por los habitantes de la ciudad, sino también por personas de todo el mundo que seguían la travesía con asombro.

Este viaje no solo fue un desafío físico y psicológico para los tres protagonistas, sino que también se convirtió en un hito histórico. En el camino, rompieron varios récords, incluido el de mayor distancia, recorrida a pie con caballos, y alcanzaron un récord de altura al cruzar el paso El Cóndor, en Bolivia, a más de 5.900 metros sobre el nivel del mar.

La importancia de Gato y Mancha en la historia

La hazaña de Gato y Mancha no solo tiene un valor histórico en términos de resistencia física, sino que también representa un testimonio de la profunda conexión que puede existir entre los seres humanos y los animales. El viaje fue, en muchos aspectos, una demostración del espíritu de aventura y de la capacidad humana para afrontar desafíos aparentemente insuperables. Pero, a su vez, mostró la importancia de los caballos en la historia y cultura argentina, particularmente en la tradición gaucha, de la cual los caballos criollos son uno de los principales.

Un legado eterno

Tras su llegada a Nueva York, Gato y Mancha continuaron siendo parte del círculo cercano de Tschiffely, y vivieron una larga vida después de la aventura. Mancha murió en 1944, a los 36 años, y Gato en 1947, a los 40 años. En honor a su hazaña, los caballos fueron embalsamados y hoy en día se pueden ver en el Museo de Transportes del Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo”, en Luján, Provincia bonaerense, donde se conservan como un legado de una de las más grandes gestas de la historia de la humanidad.

La historia de Gato, Mancha y Aimé Félix Tschiffely sigue inspirando a generaciones que sueñan con superar límites y explorar el mundo, independientemente de los obstáculos. La travesía de estos tres valientes es un recordatorio de que, con coraje, determinación y una relación de confianza mutua, no hay reto que no se superar.

A un Siglo del comienzo de la hazaña, la aventura sigue recordándose.

Monumento a Gato, Mancha y Aimé Félix Tschiffely en la Plaza Colón de Ayacucho

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