Según la leyenda popular, Antonio Mamerto Gil Núñez fue un gaucho que nació cerca de 1847 en la zona de Mercedes, Corrientes, donde hoy está el santuario más grande en su honor. Cuenta la historia que mientras estaba en el ejército, el dios guaraní Ñandeyara se le apareció en sueños con el mensaje: “No quieras derramar sangre de tus semejantes”, le dijo y Gil desertó de inmediato.
Gil, un hombre de origen humilde, se rebeló contra la violencia de la guerra y las órdenes de sus superiores. Tras desertar del ejército, se convirtió en un símbolo de resistencia para los pobres y los oprimidos, protegiendo a los más débiles y luchando contra la explotación. A pesar de ser considerado un bandido por las autoridades, la gente lo vio como un héroe, un “justiciero” que robaba a los ricos para dar a los pobres.
La leyenda de su muerte es tan emblemática como su vida. A pesar de sus intentos de fuga, el Gauchito Gil fue capturado mientras dormía una siesta y, tras varios intentos fallidos de fusilamiento, finalmente fue ejecutado por orden de sus superiores. Según la tradición, en el momento de su muerte, la sangre del Gauchito Gil se derramó como una catarata, fertilizando la tierra, y su verdugo se convirtió en su primer devoto. Este evento marcó el inicio del seguimiento popular que desde Corrientes se ha extendido en todo el territorio.
A pesar de que la Iglesia Católica nunca ha reconocido oficialmente al Gauchito Gil, algunos clérigos han mostrado cercanía hacia su devoción. El obispo de Goya, Ricardo Faifer, visitó el santuario del Gauchito Gil en Mercedes acompañado por varios sacerdotes, y algunos párrocos celebran misas en su honor el 8 de enero. Además, canciones y plegarias han sido dedicadas a él, mostrando la apertura de ciertos sectores eclesiásticos ante esta veneración.
La devoción al Gauchito Gil creció significativamente en las últimas décadas. En los años 90 y 2000, la crisis económica y la migración de correntinos a Buenos Aires favorecieron la expansión de su culto, especialmente entre los camioneros que transitaban por la ruta que conecta Argentina con Brasil y Paraguay. Estos trabajadores comenzaron a erigir altares en su honor a lo largo de las rutas del país, reforzando su figura como un protector de los viajeros.
El Gauchito Gil representa un ícono de resistencia y justicia en tiempos de desesperanza. Su culto se asocia con los valores de solidaridad, lucha contra la injusticia y apoyo a los más desfavorecidos. La figura del Gauchito Gil sigue siendo un símbolo de identidad y esperanza, ofreciendo a quienes lo veneran la posibilidad de imaginar un mundo más justo.
Agencia MTR