sábado, enero 4, 2025
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Monseñor Ariel Torrado Mosconi presentó el Jubileo 2025: Es un tiempo para salir del pecado

El obispo de Santo Domingo encabezó la ceremonia que comenzó en Nuestra Señora de Fátima y terminó en la Catedral ante un templo desbordado de feligreses

 

El Obispo de Nueve de Julio, Mons. Ariel Torrado Mosconi, encabezó la apertura del Jubileo 2025 en la Diócesis de Santo Domingo desde el Santuario de Nuestra Señora de Fátima hasta la Catedral de Santo Domingo con una peregrinación que incluyó una oración en la casa natal del Beato Eduardo Pironio.

Todo se desarrolló en una solemne ceremonia religiosa de la que participó la intendente de Nueve de Julio, María José Gentile, como una feligrés de entre los muchos asistentes que llegaron de todas ciudades de la Diócesis junto a sus sacerdotes.

La procesión incluyó un paso por la casa natal del Beato Eduardo Pironio, en un recordatorio de la riqueza espiritual de la región, y continuó hasta la Catedral, donde el Obispo celebró la Santa Misa ante un templo colmado de fieles. La procesión, estuvo acompañada de cantos, aplausos y oraciones.

En su homilía, el Obispo Torrado Mosconi destacó la importancia del Jubileo como un tiempo de conversión, perdón y renovación espiritual. “Este Año Jubilar es un año de esperanza, como lo ha señalado repetidamente el Papa Francisco. Un tiempo para salir del pecado y entrar en la gracia, para morir al pecado y renacer en Cristo”, afirmó el prelado.

Un Año de Esperanza y Conversión Interior

Mons. Torrado Mosconi recordó que la peregrinación, tanto física como espiritual, es un camino de transformación. “Peregrinar es salir de un sitio para llegar a otro. Salir del pecado para ir a la gracia. Morir para nacer de nuevo”, expresó el Obispo, enfatizando que el Jubileo debe ser vivido en lo profundo del corazón, en un proceso de purificación interior. Citó las palabras del Papa Francisco, quien recientemente afirmó que el Jubileo debe ser vivido “desde dentro”, como un encuentro personal con Jesús, Dios hecho Hombre.

En su reflexión, el Obispo invitó a los fieles a hacer un examen de conciencia y preguntarse: “¿Hay alguien a quien aún no haya perdonado? ¿Tengo que pedir perdón a alguien que he ofendido o lastimado? ¿Hay algo archivado en mi corazón? ¿Que aún necesito purificar?”. Monseñor Torrado Mosconi también recordó las palabras del Papa Francisco sobre el perdón divino: “El Señor perdona todo, todo, todo. Dios no se cansa de perdonar. Somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón”.

La Sagrada Familia: Modelo de Peregrinaje y Esperanza

La misa de apertura del Jubileo coincidió con la Fiesta de la Sagrada Familia, una ocasión propicia para reflexionar sobre el modelo de vida cristiana que representa la familia de Nazaret. Mons. Torrado Mosconi destacó que, como María y José, los cristianos deben buscar a Dios con ardor y, como familia de la Iglesia, deben ir en busca de Cristo, especialmente los más necesitados.

“El Papa Pablo VI nos decía que la Sagrada Familia es la escuela del silencio, de la familia y del trabajo. Estas tres realidades pueden ayudarnos a reflexionar sobre dónde aplicar cambios concretos en nuestra vida: en la oración, en nuestra vida familiar y en nuestro trabajo”, reflexionó el Obispo, alentando a los fieles a seguir el ejemplo de Cristo.

El Jubileo: Un tiempo para reajustar la esperanza y la fe

El Papa Francisco, en sus mensajes recientes, ha subrayado la importancia del Jubileo como un tiempo para renovar la esperanza, la fe y la unidad en Cristo. En su homilía de Nochebuena, el Papa alertó sobre los peligros que atentan contra la esperanza, como la mediocridad en la vida de oración, la pereza espiritual y la indiferencia ante las necesidades del prójimo. “Si perdemos la esperanza, nos paralizamos. Como un futbolista que sabe que el partido ya está perdido, o un estudiante que sabe que no va a aprobar. La esperanza es lo que nos mueve, lo que nos da fuerza para seguir adelante”, explicó Monseñor Torrado Mosconi, subrayando que el Jubileo es un llamado a vivir con un renovado sentido de fe y esperanza en la convicción de la renovación interna o espiritual de cada uno.

El Obispo citó al Papa Francisco, quien invitó a los cristianos a “despreciar las cosas que no van y tener el coraje de cambiar”, ya caminar como peregrinos hacia la verdad, siendo testigos de un mundo nuevo donde reina la paz y la justicia.

Un año jubilar para todos

En su conclusión, Ariel Torrado Mosconi pidió la intercesión de la Sagrada Familia para que el Año Jubilar 2025 sea un tiempo de gracia y bendición para todos. “Que Jesús, María y José nos acompañen en este caminar. Que se hagan realidad los sueños de paz, justicia y reconciliación del Papa Francisco”, expresó con fervor, mientras los peregrinos presentes oraban y cantaban unidos en la esperanza.

El Jubileo 2025 promete ser un año de profunda renovación espiritual y social, invitando a todos los fieles a abrazar el perdón, la esperanza y la conversión, con la certeza de que, como bien.

Peregrinos de Esperanza: Un Llamado a Vivir el Jubileo desde el Corazón

A través de esta apertura, Monseñor Ariel Torrado Mosconi ha marcado el inicio de un Año Jubilar que será vivido con esperanza, perdón y conversión. Un tiempo para todos los cristianos de la Diócesis de Nueve de Julio para caminar juntos, como peregrinos junto a Jesús y María.

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PEREGRINOS DE ESPERANZA

Homilía del Obispo de Santo Domingo de Nueve de Julio,

Ariel Torrado Mosconi, en la misa estacional de la solemnidad de la Sagrada Familia y apertura del Año Santo Jubilar 2025, Iglesia catedral, domingo 29 de diciembre de 2024. (I Sam 1,22-22.24-28; Sal 83; I Jn 3,1-2.21-24; Lc 2,41-51)

Queridos hermanos, con inmensa alegría damos apertura en nuestra Diócesis de Nueve de Julio al Año Jubilar, un año de esperanza como repetidamente señala el Papa Francisco.

Con esta peregrinación exterior queremos disponernos para una peregrinación interior. Peregrinar es salir de un sitio para llegar a otro. Salir del pecado para ir a la gracia. Morir para nacer de nuevo. Lo hemos hecho simbólicamente al pasar junto la Cruz para llegar a la pila bautismal. Pasar por la cruz para nacer de nuevo.

Esta celebración tan significativa como importante se da en la Fiesta de Sagrada Familia, el gran modelo de amor que tenemos los cristianos.  El evangelio de hoy nos muestra a la familia de Nazaret como peregrina a Jerusalén. Buscando a Dios y buscando al hijo perdido. Es hora de que nosotros como María y José busquemos más ardientemente a Dios y como familia de la Iglesia vayamos a buscar a ese Cristo, escondido en el hermano que se ha perdido o alejado.

El Papa Pablo VI nos decía que la Sagrada Familia, Nazaret es la escuela de silencio, familia y trabajo. Estas tres realidades nos pueden ayudar a reflexionar sobre dónde aplicar estos cambios concretos en la vida: oración, vida familiar y en mi trabajo.

¡Cuánta ilusión tiene puesta el Papa Francisco en este Año Jubilar! Los Jubileos los practicaban en el Antiguo Testamento; eran cada 50 años y se perdonaban todas las deudas. En este Jubileo cristiano, la esperanza está puesta en que Dios perdone todas nuestras deudas, que nos purifica de nuestros pecados y nos haga mejores.

PEREGRINOS

El Santo Padre dijo hace poco a una periodista argentina que el Jubileo hay que vivirlo desde dentro, arreglando las historias personales delante de Dios. ¿Desde dentro?, o sea desde el corazón, desde la conciencia personal. El Jubileo no se reduce a unas prácticas externas, es un acontecimiento de perdón, de alegría, de recomponer tantas cosas personales y sociales, De perdonar, de arreglar tantas historias interiores que uno tiene archivadas y no se anima a desempolvar, se trata de una verdadera conversión de vida, y a esto yo los animo, son palabras del Papa.

Para lograr esa conversión de vida es necesario un diálogo personal con Dios, y preguntarnos, ¿hay a alguien que aún no he perdonado?, ¿tengo que pedir perdón a a alguien que he ofendido o lastimado? ¿tengo algo archivado que purificar? ¿Me debo a mi mismo el perdonarme errores del pasado? ¿Hay cuestiones que aún no me animé a hablar con Dios y pedirle perdón?

La periodista le preguntó: ¿Qué tenemos que hacer para ser perdonados? Y el Papa le contestó: tener ganas de ser perdonado, nada más, y decirle al Señor, perdóname, y el Señor perdona, Dios perdona todo, todo, todo, Dios no se cansa de personar, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, no se olviden de eso. Y añadió: el gran lema del Jubileo: el Señor perdona.

ESPERANZA

Un cristiano tiene esperanza, espera, porque se apoya en la fuerza de Dios, siempre y en todo. Si faltara esperanza, uno no se movería; ¿se movería un futbolista si supiera que el partido ya está perdido? ¿estudiaría quien supiera que no lo van a aprobar?

En la Homilía de Nochebuena, el Papa Francisco, hablando de lo que atenta contra la esperanza, se refirió a algunos peligros: al de una vida de oración mediocre, floja; al peligro de acostumbrarse a la pereza (dejo de rezar, de esforzarme en la ascesis y lucha personal para superarme y mejorar); al peligro de acostumbrarse a las cosas que alejan de Dios; del peligro de la indolencia, que significa que me da todo igual, sea bueno o sea malo, y me quedo como paralizado en la a comodidad, en el egoísmo. Peligros porque al alejarme de Dios se enfriaría la esperanza, se apaga el entusiasmo por Dios, se pierden las ganas de cambiar, de mejorar.

Citó el Papa a San Agustín: se nos pide despreciar las cosas que no van y tener el coraje de cambiar; se nos pide hacernos peregrinos hacia la búsqueda de la verdad, soñadores jamás cansados, mujeres y hombres que se dejan inquietar por el sueño de Dios, que es el sueño de un mundo nuevo, donde reina la paz y la justicia.

Esperanza; que el sueño de Dios, el de una vida mejor, nos movilice. En definitiva, es nuestra vocación a la santidad que brota del bautismo. Estamos llamados a ser peregrinos de la luz entre las tinieblas del mundo. La ausencia de Dios en tantos corazones facilita que se multiplique el mal; pensemos en las faltas de interés por el prójimo, en las familias que se destruyen, en las guerras, en el desprecio por la vida.  ¿Qué puedo hacer yo para que el mundo sea mejor? ¿Qué puedo hacer para que Cristo sea más conocido y amado? Un buen comienzo es empezar por ser cada uno un poco mejor con la ayuda de Dios; el bien es difusivo, se ve, atrae, se contagian.

Peregrinos por el mundo, apuntando hacia el Cielo, contagiando la verdad, el bien, el amor, la felicidad a nuestro alrededor; caminando libres de egoísmos, de orgullo, de esas deudas, de esos pesos en el alma, que Dios siempre perdona, y nos hace mejores, felices y llenos de esperanza.

Pedimos en este día a la Sagrado Familia, que se hagan realidad tantos deseos ambiciosos del Papa Francisco, los de este Año Jubilar. Que Jesús, María y José sigan acompañando siempre nuestro caminar, el de este Año Jubilar. Así sea.

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