Ser médico hoy también puede interpretarse desde una perspectiva más personal o filosófica. En este contexto, podría referirse a lo que significa para un individuo ser un médico en el presente, con el enfoque en el propósito, el impacto y los valores que guían la profesión.
En este sentido, ser médico hoy podría implicar:
- Compromiso con la salud pública: Ser un defensor activo de la salud y el bienestar de la comunidad, no solo a través de tratamientos médicos, sino también mediante la prevención, la educación y el apoyo en el acceso a servicios de salud.
- Desafíos emocionales: Enfrentar situaciones complejas que requieren no solo habilidades técnicas, sino también una gran capacidad emocional para manejar el sufrimiento, la incertidumbre y la relación con los pacientes y sus familias.
- Adaptación al cambio: Vivir en un entorno donde la medicina está en constante evolución, desde el uso de nuevas tecnologías y herramientas hasta la gestión de enfermedades emergentes y crisis sanitarias globales (como la pandemia de COVID-19).
- Ética y responsabilidad: La medicina actual está marcada por importantes dilemas éticos y la necesidad de tomar decisiones que afectan directamente la vida de las personas. La presión por mantener altos estándares de ética y profesionalismo es fundamental.
“Yo Médico”
Solo, frente a alguien que sufre;
un ser que es mi igual
con un corazón que late y espera…
Mi yo se estremece y se angustia,
un velo tenue cubre mis ojos
y mis lágrimas quieren salir presurosas.
Mi corazón se hace más fuerte,
golpea y late inexorable sobre mi cabeza.
Mis manos quieren ser firmes
y un fino temblor las hace oscilar.
¡Mi frente! … sus arrugas se ven cubiertas
de finas y brillantes perlas,
frío sudor que quiere ocultar mi sufrir.
… Y un ser frente a mí, que implora vida…
Yo médico:
Ante el tribunal supremo de Dios
que valora mi humildad y mi pobreza,
depongo mi bagaje hecho jirones,
mi ciencia hecha nada,
mi ansia loca de llorar por lo que se va
aunque detrás de un rostro impasible;
mi alma gime,
quemándose y lacerándose silenciosa
porque en el largo peregrinar
mis ojos se han secado ya,
han perdido esa dicha de expresar amor
y un deseo incontenible me hace gritar al cielo…
Una lágrima me hace vivir
lo salado de su cristalinidad.
¡Oh Dios que me diste vida, amor y piedad
quiero ser fuerte en el sentir y razonar,
quiero leer en mi corazón
ante el dolor de mis semejantes.
Me siento débil y frágil,
simple como una gota de agua, como una flor.
…Yo médico…
Va quedando sobre el largo sendero
mi alma, mi yo, mi ser, todo.
Y llegará un momento que sólo sea
una sombra que mire, razona y habla
y un día más, ni nadie sepa
que en ese sendero quedó toda una vida.