El 17 de noviembre de 1990, en una solemne ceremonia que congregó a miles de fieles en el histórico Estadio Luna Park de Buenos Aires, Monseñor Ariel Torrado Mosconi fue ordenado sacerdote por el entonces Arzobispo de Buenos Aires, Antonio Quarracino. La celebración eucarística, cargada de emoción y fervor religioso, marcó un hito en la vida de Torrado Mosconi, quien en su discurso posterior expresó un profundo agradecimiento por el don del sacerdocio que recibiera entonces.
Este domingo 17, con 34 años de ministerio sacerdotal, Monseñor Torrado Mosconi mira atrás con una inmensa gratitud por la oportunidad de servir a la Iglesia y a su comunidad. “Me siento extraordinariamente feliz de ser sacerdote”, afirmó a Cadena Nueve el obispo de la Diócesis de Nueve de Julio, quien a lo largo de su vida pastoral ha mostrado una dedicación incansable a la formación espiritual de los fieles y el acompañamiento de toda la comunidad, más allá de la iglesia.
En sus palabras, Monseñor Torrado Mosconi recuerda con cariño el día de su ordenación, un momento de intensa emoción en el que, rodeado de familiares, amigos y compañeros sacerdotes, sintió la llamada de Dios de manera clara y profunda. “Recuerdo con inmensa gratitud la promesa de vivir este don sacerdotal con amor y servicio, sabiendo que mi vida estaba marcada por un compromiso único con el Señor”, resaltó.
Al referirse a su vocación y su ministerio, Monseñor Torrado Mosconi hace suyas las palabras del beato Eduardo Pironio, quien en su vida también experimentó la alegría de seguir a Cristo en la misión sacerdotal. “¡Magnificat! Agradezco al Señor por mi sacerdocio”, dijo, refiriéndose a la famosa oración a la Virgen María. “Mi vocación es una fuente constante de alegría, y deseo transmitir esta profunda felicidad a los jóvenes de hoy, como el mejor testamento y herencia que pueda dejarles”, resalto.