Cada 1 de noviembre, se celebra el Día de Todos los Santos, una festividad que rinde homenaje a todas las personas canonizadas por la Iglesia a lo largo de la historia, así como a las almas en el purgatorio.
Aunque su origen es católico, esta fecha tiene diferentes significados y formas de celebración según la región.
El Día de Todos los Santos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, cuando la Iglesia comenzó a conmemorar a los mártires que defendieron su fe durante las persecuciones, especialmente durante el reinado de Diocleciano.
La primera celebración conocida tuvo lugar en Antioquía, un domingo antes de Pentecostés.
No fue sino hasta el año 731 que el Papa Gregorio III consagró oficialmente la festividad en la Basílica de San Pedro, estableciendo el 1 de noviembre como la fecha para recordar a todos los santos.
Posteriormente, en el año 835, el Papa Gregorio IV extendió la celebración a toda la Iglesia.
La elección del 1 de noviembre no fue al azar; esta fecha coincide con antiguas festividades germánicas, lo que permitió a la Iglesia reemplazar celebraciones paganas con eventos de carácter cristiano.
Es importante señalar la diferencia entre el Día de Todos los Santos y el Día de los Muertos, que se celebra principalmente en México el 1 y 2 de noviembre.
Mientras que el primero se enfoca en los santos, el segundo honra a los seres queridos fallecidos con un enfoque alegre, donde se cree que las almas regresan para compartir.
Ambas festividades, aunque distintas en su enfoque, rinden tributo a los seres queridos.