El Ministerio de Desarrollo Agrario de la Provincia de Buenos Aires presentó la séptima edición de la Feria Provincial de Semillas Nativas y Criollas “Sembrando Esperanza”, que se realizará el próximo sábado en la Casona Santa Rosa, en el Parque Pereyra Iraola de Berazategui. En el kilómetro 17.500 del Camino Centenario, los productores bonaerenses de la agricultura familiar expondrán sus conocimientos, las variedades genéticas de sus semillas, plantines y raíces, y ofrecerán sus productos frescos y sus artesanías. Además, habrá paneles y talleres informativos que abarcarán los diversos desafíos que atraviesan los actores de la economía popular.
Según los organizadores, las semillas nativas y criollas cuentan con dos factores que se alejan del negocio: el arraigo y la identidad. Muchas de las producciones que nacen a partir de semillas que van por fuera del mercado, están atadas a la infancia de los trabajadores de la tierra, a la comida de las abuelas, o los frutos traídos desde Europa por los abuelos migrantes. Estas semillas tradicionales, rústicas y que se adaptan a mejores condiciones de terreno y fertilidad, son distintas del tipo de semillas que ofrece el mercado dominante, las cuales requieren de un paquete tecnológico muy importante y de difícil acceso para su correcta producción.
Menos diversidad
Ezequiel Wainer, director provincial de Agricultura Familiar y Desarrollo Rural, explica que “en los últimos años hubo un avance de un sistema de producción que llevó a que disminuyera la diversidad de semillas”.
“Este avance generó el uso de semillas híbridas que después no se pueden reproducir, y que van acompañadas de un paquete tecnológico que es costoso y está dolarizado”, dijo Wainer.”Para poder llegar a los óptimos rendimientos de esas semillas, se tienen que aplicar herbicidas, insecticidas, fungicidas y fertilizantes.” Sin embargo, Wainer asegura que el espíritu de la Feria de Semillas “no es ir en contra del modelo, del agronegocio y de las semilleras multinacionales”, sino que busca “rescatar, conservar y valorizar las semillas nativas y criollas, que siempre han sido parte de la vida del campo y de la producción de alimentos, y fortalecer el intercambio solidario entre las distintas comunidades”.
La primera Feria de Semillas, que nació en 2007, surgió a partir de la necesidad de mostrar un sector productor de alimentos distinto. Por aquel entonces, el sector de la agricultura familiar comenzaba a notarse, pero carecía de una organización como la actual. Entonces la exposición ofició como la herramienta que dio luz a un sector que producía una gran variedad de productos y alimentos, y que a su vez, tenía una diversidad de semillas y variedades genéticas propias que se adaptaban al sistema de producción de los pequeños productores.
Junto a diversos ministerios nacionales y provinciales, direcciones, subsecretarías, universidades y más de treinta organizaciones de la agricultura familiar, la cartera bonaerense de Desarrollo Agrario desarrollará una nueva Feria Provincial de Semillas Nativas y Criollas. En busca de visibilizar la biodiversidad agrícola y alimentaria, reconocer los derechos a la tierra, el territorio, el agua y los recursos naturales para los agricultores, el ministerio que conduce Javier Rodríguez organizó una actividad basada en un eje transversal: fortalecer el modelo de agricultura y desarrollo rural para producir alimentos sanos.
Los productores de la provincia de Buenos Aires viajarán hasta Berazategui con el fin de mostrar las variedades de semillas locales, nativas y criollas y fomentar su producción e intercambio. En la séptima Feria de Semillas, los actores de la agricultura familiar harán hincapié en la diversidad, para demostrar que existen formas de producción que datan de décadas pasadas, que son características de cada región y que van por fuera de lo que el sistema central ofrece. Se presentan como formas de producción agroecológicas, sustentables, con precios más accesibles y de línea directa entre productores y consumidores.
En la Casona Santa Rosa, dialogarán sobre los recursos estratégicos de la tierra, la economía popular solidaria, el impulso de un marco normativo y regulatorio, el derecho de los consumidores a decidir qué se compra, cómo y quién lo produce, y harán hincapié en enriquecer el trabajo en conjunto entre la red de organizaciones de la agricultura y el Estado bonaerense. En los espacios de capacitación, información y conocimientos, que se extenderán entre las 9 y las 17:30, debatirán acerca de la producción, la conservación, los desafíos, la agroecología, el cambio climático, el cooperativismo, el rol de la mujer, la juventud y el arraigo rural.
Las entidades recuerdan que la Feria de 2007 nació a partir de la autogestión de las organizaciones de la agricultura familiar y el apoyo del Estado, a través del Ministerio de Asuntos Agrarios, la cartera de Desarrollo de la Comunidad y la de Desarrollo Social. Luego de repetirse e incrementar su volumen en 2008, durante 2009 la exposición de semillas de los productores bonaerenses contó con la presencia de la entonces presidenta Cristina Kirchner. Asombrada por la biodiversidad, llamó a que el año del bicentenario contara con la misma actividad, pero a nivel nacional. Así llegaron las Ferias de Chaco y Catamarca, mientras que Buenos Aires mantuvo la celebración a nivel provincial.
Wainer explica a este diario que “cuando vino el macrismo, el Estado le dio la espalda a este tipo de actividades”. Durante los cuatro años amarillos, tan solo se realizó una Feria de Semillas, la sexta, que no contó con la debida visibilidad, ya que se realizó de manera breve en el campo experimental de la UNLP. Tras cuatro años de nulo acompañamiento, como consecuencia del desinterés de Mauricio Macri a nivel nacional y María Eugenia Vidal a nivel provincial.
Wainer señala que “la pandemia frenó mucho la actividad, pero ahora se generó de nuevo y con actores nuevos, ya que cambió mucho el mapa de las organizaciones que nuclean a los productores”. “La Feria muestra una diversidad de productores, producciones y variedades que no son las que busca el mercado, pero que muchas veces son las más apropiadas para la producción de alimentos y su comercialización. Como el mercado o los supermercados van a lo básico y no piden variedad, estas quedan de lado y se van perdiendo.”
Lo que Wainer destaca tiene un ejemplo : en el cinturón hortícola del Gran La Plata, que es el más grande del país, se producen más de 72 tipos de hortalizas que alimentan a más de 14 millones de personas del conurbano bonaerense y diversas regiones. En el caso del tomate, los productores utilizan apenas seis tipos de semillas, cuando la variedad supera los cien.
Sumada a las preferencias del mercado, que encierran a los productores según sus preferencias, florece el pedido de la economía popular. Las semillas, como punto de partida para la producción, es uno de los pilares que tienen los productores. Si estas están en sus manos, la autonomía económica dice presente. Otro tema central es la tierra, uno de los que mayor respuesta aguarda. Wainer señala que este “es un tema central en la agenda del Ministerio y venimos trabajando para poner a disposición tierras que sean públicas y desarrollar allí proyectos”. “La necesidad nace porque no es solo tierra para la producción, sino que es tierra para la vivienda y el desarrollo de las comunidades y la familia. Cuando un productor vive en una tierra arrendada, no puede construir una vivienda digna ni pensar en hacer cambios en su esquema de producción porque no sabe si el año que viene va a estar en el mismo lugar”, detalla el director provincial.
Esta demanda no saldada entre la sociedad y el sector productivo, se visibiliza claramente en los cinturones hortícolas, donde la presión inmobiliaria aprieta cada vez más a los productores. Estos son corridos a sectores no aptos para la producción hortícola, y menos aún, para que viva la gente. Por cuestiones económicas, los agricultores se han trasladado a tierras con perfil ganadero, que luego se inundan por tratarse de zonas planas y carentes de drenaje. Sin ir más lejos, a fines de agosto el agua azotó al Gran La Plata y las pérdidas de la producción fueron casi totales, a tal punto que el Estado Nacional y Bonaerense acudieron en conjunto con una ayuda de 3.200 millones de pesos.
Más allá de los desafíos que atraviesan los productores, la Feria de Semillas es abierta a todo público. Claudia Rojas, integrante de la Comisión Organizadora del evento, le cuenta a este diario: “La Feria es también para la sociedad y sus consumidores. Primero para que conozcan de primera mano lo que es la agricultura familiar, y que este se ponga en un rol de educador e informante para contar qué produce y cómo lo hace”.
“El beneficio es entrar en conciencia para estar atentos a lo que consumimos, y poder interiorizarse en qué comemos, porque estamos dentro de un mercado que decide qué comemos y qué no, y no somos totalmente libres de decidir lo que nos alimenta”, describe.
En ese sentido, Wainer destaca que muchas veces se debate sobre el modelo productivo y la contaminación sin conocer al detalle los pormenores. “La gente quiere consumir productos más naturales y sin veneno, y no sabe que muchos de los productores de la agricultura familiar producen con bajos insumos químicos. Estos, en cambio, cuentan con una base agroecológica y una conciencia de producción de medioambiente”.