El 13 de marzo de 2013 es un día que sin duda quedará grabado para siempre en la memoria colectiva de todos los argentinos. Aquella tarde por primera vez un hijo de esta tierra se convertía en sucesor de San Pedro: El cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, era para el mundo el Papa Francisco.
Se trata del primer papa del nuevo mundo, América; del primer Jesuita, del primero en elegir el nombre del Santo de Asís, del primero en haber sido ordenado sacerdote después del Concilio Vaticano II, la actualización de la Iglesia que tuvo lugar en la década de los 60’s.
Francisco, desde aquélla primera aparición sin el tradicional “hábito coral” papal, ya comenzó a dar su mensaje, incluso sin haber pronunciado palabra.
Anecdóticamente se pueden comentar algunas cosas que hizo en su primer día como Papa. Por ejemplo, el no haber cambiado sus zapatos negros por los tradicionales zapatos papales de cuero rojo, tradición de siglos en el Vaticano. Además se puede mencionar que no utilizó una nueva cruz pectoral de oro como también es tradición papal, sino que continuó usando su cruz “del Buen Pastor” de hierro, que llevó a Roma de Buenos Aires. O que Francisco fue personalmente a pagar la factura del hotel donde se alojó durante el cónclave, y también recogió él mismo su equipaje, llamó al quiosquero porteño al que le compraba los diarios para decirle que ya no iba a poder pasar más a buscarlos, y a su dentista para suspender la cita que tenía programada. Cuando se rompieron sus anteojos apareció personalmente en una óptica romana para hacerlos arreglar, rechazó el tradicional apartamento papal en el Palacio Apostólico y se instaló en Casa Santa Marta, el hotel del Vaticano, para “estar en contacto con gente” y así podría seguir la lista de anécdotas.
Anécdotas que sin embargo son muy importantes, no tanto por los hechos en sí, sino por el poderoso mensaje que Francisco transmite a través de ellas a todos los sacerdotes y líderes mundiales: “Es tiempo de que se terminen los privilegios”. En esta línea, la semana pasada fue noticia una resolución del papa: Los cardenales y obispos residentes en el Vaticano deberán, como cualquier hijo de vecino, pagar su alquiler.
Éste Papa se está caracterizando definitivamente por su impronta reformista, sin embargo una reforma hecha sin precipitaciones, aunque sin perder tiempo. De ésta manera él mismo se refirió en su primera exhortación apostólica, “Evangelii Gaudium“, al principio que sigue para reformar: “El tiempo es superior al espacio” (E.G. n° 222) Los cambios se dan iniciando procesos, no queriendo cambiar todo de buenas a primeras.
“Este principio permite trabajar a largo plazo, sin obsesionarse por resultados inmediatos. Ayuda a soportar con paciencia situaciones difíciles y adversas, o los cambios de planes que impone el dinamismo de la realidad.(…) Darle prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que de poseer espacios. El tiempo rige los espacios, los ilumina y los transforma en eslabones de una cadena en constante crecimiento, sin caminos de retorno” (E.G. n°223)
Pero cabe preguntarnos, pasando en limpio, ante esta lógica de “iniciar procesos”, 10 años después de la elección de Francisco: ¿Qué ha cambiado en la Iglesia?
Nos limitaremos a mencionar tres cosas:
Cardenales: Desde el comienzo de su pontificado Francisco ha ido trabajando para que la Iglesia Católica sea cada vez más católica (que significa literalmente “universal”). En éste sentido y ejerciendo sus funciones como Papa, ha creado nuevos cardenales. Los cardenales son obispos que tienen la particular tarea de asesorar al Papa y ayudarlo en su misión de gobernar la Iglesia Universal.
Tradicionalmente la mayoría de cardenales eran europeos, y por supuesto italianos, ante una insignificante minoría procedente de otros continentes. Francisco, poco a poco, a lo largo de los ocho consistorios (ceremonia de creación de Cardenales) que lleva presidiendo ha ido nombrando Cardenales mayoritariamente de países que no tenían representación en el Vaticano, tales como Mongolia, India, Timor oriental, Nicaragua, Costa de Marfíl, Corea del Sur, Burkina Faso, Haití, Etiopía, Birmania, Tonga, República Centroafricana, Bangladesh, Madagascar, República Democrática del Congo, entre otros.
En resumen, de los 125 cardenales electores (menores de 80 años) actuales, los datos son los siguientes: África cuenta con 16, América con 35 (16 del Norte, 19 de Centro y Sur América y el Caríbe), Asia cuenta con 21, Oceanía con 3 y Europa con 50.
Curia y lugares de poder en la Iglesia: Cuando hablamos de “la Curia Romana” nos referimos a todas las personas que ocupan un lugar de poder dentro de la estructura administrativa misma de la Iglesia. Evidentemente, este aspecto de la Iglesia es el que históricamente más se ha burocratizado. Tradicionalmente estos lugares de poder estaban ocupados por cardenales y clérigos “de escritorio”. Por su propia naturaleza administrativa se ha dado que, poco a poco, la curia ha ido perdiendo el contacto con la realidad.
El Papa Francisco ha realizado repetidamente cambios de “cabezas” dentro de la Curia, generando una renovación muy importante. Éstos cambios incluyeron entre otras cosas el nombramiento de muchos laicos (especialmente mujeres) y religiosas en altos cargos del Vaticano. Por mencionar algunos, en 2017 Francisco nombró a dos subsecretarios en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Gabriella Gambino y Linda Ghisoni (ambas madres de familia); la religiosa española Carmen Ros Nortes trabaja como subsecretaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada; la eslovena Natasa Govekar es la jefa del Departamento Teológico-Pastoral, mientras que la brasileña Cristiane Murray es la subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano; en enero de 2020 la abogada italiana Francesca Di Giovanni se convirtió en Subsecretaria de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede.
Finalmente en marzo del año pasado Francisco publicó la Constitución apostólica “Praedicate Evangelium”, que es un texto legislativo que reforma la composición y competencias de los distintos departamentos y organismos que conforman la Curia Romana. Con esto Francisco aseguró, a través de un documento oficial, que los cambios que él ha ido haciendo en búsqueda de una Curia más transparente y efectiva queden institucionalizados en el futuro de la Iglesia. Su planteo es llevar la evangelización a la misma estructura de gobierno de la Iglesia. Una última mención a medidas de este tipo: Francisco creó un Consejo de 9 cardenales que le ayudan a gobernar y facilitan que cualquier obispo tenga acceso directo al Papa, la finalidad es dialogar sin que haya intermediarios.
Misericordia: Es la palabra que Francisco usa para definir a Dios: “El nombre de Dios es misericordia”, le dijo al periodista italiano Andrea Tornielli al poco tiempo de su elección.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que el Papa Francisco vino a poner en el centro de la escena teológica la misericordia de Dios.
Su Magisterio (es decir, la enseñanza que imparte como Pontífice) constantemente alude a Dios como Dios misericordioso. Parece querer señalar que aquel atributo divino estuvo olvidado durante siglos, o relegado a un segundo plano. Como si Dios fuese otras cosas antes que misericordioso. Francisco en ese sentido es seguidor del teólogo alemán Walter Kasper, quien escribió que la misericordia “ocupa un lugar central en la biblia pero ha caído ampliamente en el olvido en la teología sistemática”
El Pontífice argentino vino a mostrar con sus gestos, palabras, homilías, encíclicas y mensajes que la Misericordia Divina es la clave para el anuncio de las verdades de la fe en este siglo. Que esas verdades o dogmas que la Iglesia custodia siguen siendo los mismos e igual de importantes, pero que deben ser anunciados acentuando este aspecto olvidado de Dios: Dios es misericordia.
Para enfatizar esto, Francisco llamó en marzo de 2015 a la Iglesia de todo el mundo a celebrar el Jubileo Extraordinario de la Misericordia en el año litúrgico desarrollado entre Diciembre de 2015 y Noviembre de 2016. Lo hacía con estas palabras:
“Será un año santo de la Misericordia, lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: ‘Seamos misericordiosos como el Padre’. (…) Estoy convencido de que toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría de redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos somos llamados a dar consuelo a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo.”
Sin lugar a dudas será ese el aspecto teológico característico por el que el Papa Francisco será recordado en el futuro: como el Papa que le recordó al mundo que Dios es un padre bueno y misericordioso, como el de la parábola del Evangelio de San Lucas. Un padre siempre listo para salir corriendo al encuentro de su hijo que vuelve arrepentido, no para reprenderlo ni castigarlo, sino para abrazarlo y celebrar junto con él porque “estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado” (Lc. 15, 24).
Y en ese camino, a 10 años en el Sillón de Pedro, va el mensaje de Francisco, al decir ‘pongamos la Iglesia en salida’.
Y le alcanza a todo católico, que es llevar la oración al necesitado.
[…] su cruz “del Buen Pastor” de hierro, trasladada desde Buenos Aires. Son solo algunos de muchos gestos que, aun pequeños, han recibido la atención de la prensa y el gran público por su fuerte signo […]