Un día como hoy, a los 69 años, murió en París el escritor, traductor y profesor argentino Julio Cortázar, maestro del cuento y la prosa poética, autor de Rayuela y Bestiario, entre otras grandes obras.
Sin renunciar a la nacionalidad argentina, optó por la francesa en 1981, en protesta contra la dictadura cívico-militar argentina de entonces.
Cada 26 de agosto se recuerda el natalicio de uno de los escritores argentinos más importantes del boom latinoamericano. La fecha es coincidente con el nacimiento hace casi 50 años de la primera y única estación de radio en Amplitud Modulada en Nueve de julio, provincia de Buenos Aires, que también significó una transformación en la comunicación en la región.
Fue un autor innovador de relatos cortos, novelas y prosa poética.
Fue hijo de María Herminia Descotte y de Julio José Cortázar, ambos argentinos. Su familia lo llamaba el pequeño Cocó.
Su papá trabajaba en la embajada argentina en Bélgica, al momento de su alumbramiento, por lo que Cortázar declaró irónicamente, que su nacimiento fue producto del turismo y la diplomacia.
Vivió su infancia y adolescencia en Argentina, y a partir de 1950 residió en Europa. Después de vivir en Italia, España y Suiza, se radicó en Francia.
Entre la realidad y la fantasía, Cortázar instauró una nueva manera de hacer literatura, pues rompió con moldes clásicos editoriales. Se alejó de las rutinas y patrones establecidos para renovar los géneros que cultivaron el cuento fantástico.
Sus relatos se observaron siempre con originalidad y un profundo sentido de lo real.
Rayuela y Bestiario, que muestran ese estilo, lo mantienen vigente en el tiempo.
Además de ser escritor, Julio Cortázar fue un traductor reconocido por su oficio que le permitió trabajar para la UNESCO.
Agencia MTR