Rogelio Gordillo era uno de los seis hijos de un matrimonio que vivía en Colón, provincia de Buenos Aires, en la zona rural, integrado por Segundo Gordillo y Gregoria Lagarde.
Había nacido el 9 de junio de 1910, año donde todas las ciudades estaban movilizadas por los festejos del centenario de la Revolución de Mayo.
En el comienzo de la década de 1.930, “El Pibe Cabeza”, creador de la primera “superbanda” dedicada al delito, comenzaba a aparecer en los diarios por las características de los hechos.
En esos años, visitaba con frecuencia Lincoln y el Hotel ‘Arnejo’ de Facundo Quiroga era una guarida apropiada.
Cuando tenía 16 años, desde el tren a La Pampa había visto los carteles ‘Quiroga’ en la estación y ‘hotel’. Eso solo conocía.
En el Museo de la Policial Federal en Buenos Aires se encuentra el prontuario 2698 de Robos y Hurtos. Allí se hace mención que Rogelio Gordillo, dejó Colón junto a su familia para radicarse en Gral. Pico, luego del fallecimiento de su padre. Por entonces tenía 16 años, y su progenitor había visto la cárcel por militar en el socialismo.
Ya en Gral. Pico aprendió el oficio de peluquero. Dos años después, enamorado de una pampeana a la que los padres de la jovencita se oponían, tuvo un entredicho con la madre de la chica ya que ambos se fugaron a una chacra cercana. Allí fueron encontrados y en esa discusión con la progenitora de su enamorada le pegó un pistolazo que lo llevó preso al penal de Santa Rosa, algunos meses. Tiempo suficiente para salir a dedicarse al delito y no recuperado de la agresión a la mujer. Tenía 19 años. No volvió a la peluquería.
Pasó unos días en Gral. Pico y al no poder recuperar a su novia, se mudó a Rosario, donde comenzó su carrera delictiva. Su principal socio, y lugarteniente fue otro célebre delincuente: Antonio Caprioli, alias “El Vivo”. Compraron dos autos, ametralladoras Thompson y pistolas y salieron a cometer los primeros golpes del tipo comando.
Los asaltos se sucedían uno tras otro. En Rosario, Casilda, Armstrong, Venado Tuerto, Villa María, entre otras ciudades de Santa Fe y Córdoba, así como también en localidades de la provincia de Buenos Aires cercanas a Junín, Pergamino, Lincoln, Pehuajó y Trenque Lauquen.
Por entonces comenzaban a conocerse historias sobre atracos legendarios.
Los asaltantes, además de llevarse botines millonarios para la época, eran extremadamente violentos y llegaban a matar a los comerciantes que se resistían a los robos.
En ese contexto, arribó a Facundo Quiroga, Rogelio Gordillo. Primero lo hizo sólo, conforme constaba en el registro de pasajeros de fecha 30 de julio de 1.932 en el Hotel ‘Arnejo’. No se descarta haber estado antes.
En la localidad queda la fachada del edifico de ese hotel, justo frente al paso a nivel del ferrocarril a la altura de la salida del pueblo hacia la ruta 50. Del otro lado de las vías.
Algunos parroquianos recordaron que el dueño hizo mención, con los años, de un pasajero, muchacho joven peinado a la gomina, bien vestido, que la primera vez, pasó un día completo, salió del hotel por algunas gestiones, regresó y tras el día contratado se marchó.
Por aquellos años, Facundo Quiroga, fue mencionado con rumor urbano, como pueblo que recibía visitas de muchas personas de mal vivir que encontraron en la localidad un punto de refugio.
El tren era la posibilidad de escape rápido y los caminos de tierra no facilitaban una fluida comunicación con los medios de transporte de la época. Y los vehículos policiales eran más precarios que los de muchos delincuentes. Por lo general la policía andaba a caballo.
‘El Pibe Cabeza’, pasó más noches a lo largo de cierto tiempo como pasajero del Hotel ‘Arnejo’. Las visitas fueron frecuentes y lo hacía acompañado de Antonio Caprioli alias ‘El Vivo’. Esos registros fueron parte de la historia del hotel que marcó una época en la localidad.
La pregunta era, por que llegaban seguido al ‘Tigre de los pueblos’ “El Pibe Cabeza” y “El Vivo”.
Es que en Lincoln, había familiares de la madre de Rogelio Gordillo que alguna ayuda le dieron como escondite y se sabía que Facundo Quiroga, por entonces, era buen refugio. Además, en Lincoln, había un reducidor de objetos obtenidos en atracos.
Más tarde se supo, que de esta zona se dirigió a Trenque Lauquen.
Se vivieron cinco años de preocupación ya que algunos robos menores se producían en la zona rural y poblados, pero la modalidad delictiva de Rogelio Gordillo y Antonio Capriori, era afín a la del hampa de esos años en Estados Unidos.
El pueblo quiroguense no recuerda sucesos en extremo, sobre el visitante, pero sí su paso por el hotel.
También, que dos hermanos Buonahora y otro vecino de apellido Tapia, a tiro de caballo lo desencajaron camino a El Triunfo. A sus descendientes del relato de Germán Buonahora les quedó el apuro que tenía para que lo sacaran del pantano y la enorme propina que les dio por la gauchada.
Por entonces, un asalto ocurrido en enero de 1937 en Rosario – otra ciudad de ‘toco y me voy’, tuvo alta repercusión en los medios gráficos nacionales. El hecho fue en una joyería y se llevaron lingotes de oro, alhajas y 1.500 pesos en efectivo. En la huida, el auto en el que escapaban atropelló a un canillita de 12 años, quien sufrió lesiones leves. “El Pibe Cabeza” se detuvo y le dio unos pesos al chico, momento en el que se acercó el cabo Santo Contreras, quien dijo que tenían que ir al hospital y de ahí a la comisaría, sin darse cuenta de que estaba frente a los delincuentes.
La banda de Gordillo secuestró al canillita, al policía y a un matrimonio, le robaron el auto. El dueño de ese vehículo y el canillita fueron abandonados en la huida y el cabo Contreras fue muerto. La mujer fue liberada un par de días después.
La banda de dividió. Rogelio Gordillo viajó a la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires con Caprioli.
La intención, cuenta la historia, no era robar, sino visitar a María Romano, una joven de unos 19 años que estaba embarazada de él. Con el tiempo se supo que nació una niña. Su papá ya no vivía.
Por entonces, comenzaba el carnaval y los festejos en esa época eran populares, barriales y alta concurrencia de público. Era una fiesta esperada.
El martes 9 de febrero de 1937 en el barrio de Mataderos había bailes, murgas y mucha diversión en cada esquina, como sucedía en toda la ciudad.
“El Pibe Cabeza” y “El Vivo” fueron a una casa de la calle Artigas, donde vivía María. Por la noche, decidieron salir a dar un paseo.
Un informante de la Federal había aportado el dato.
Un grupo de efectivos lo estaba esperando.
Finalmente se produjo un tiroteo. “El Pibe Cabeza” resistió atrás de un árbol, disparando con dos pistolas a la vez. Primero recibió un balazo en un brazo hasta que un disparo en el pecho lo mató en el acto. Tenía 26 años.
En Facundo Quiroga y Lincoln el recuerdo de su paso con los años se fue borrando. Los mayores y memoriosos retienen relatos de sus antepasados.