Las carreras universitarias tienen una gran cantidad de materias que brindan conocimientos sobre la profesión que se va a desarrollar. En los primeros años son muy generales los temas y sobre el final de la carrera, se aprenden los contenidos específicos y más relacionados al trabajo en sí.
Los que las transitamos, sabemos del esfuerzo y dedicación que lleva estudiar una carrera de grado, además de la sensación de querer arribar a esa meta que nos dará felicidad, y
muchas veces se deja todo por llegar: amigos, familia, diversión.
Hablando con profesionales de distintas ramas, puede verse lo erróneo de ese pensamiento: recibirse me dará todo el conocimiento y la felicidad que necesito.
No es así, para poder desarrollar una actividad con profesionalismo, no es suficiente el título, no es necesario dejar todo, porque el mundo laboral no solo requiere conocimientos técnicos, sino otras habilidades que no se estudian.
Las habilidades denominadas blandas, son las que provienen del interior de la persona:
la forma en que te relacionas con otros, la comunicación y la escucha activa, el liderazgo,
la gestión del tiempo y las emociones, la flexibilidad y la negociación.
Estas capacidades, algunos las traen desde el nacimiento, pero otros no. Desarrollarlas
requiere de tiempo, experiencia, equivocarse, aceptar errores, que tanto nos cuesta.
Existen capacitaciones en este sentido, que pueden ayudar, pero sólo siendo un observador crítico de la actividad que se está desarrollando, nos hará aprender de ella.
Las aptitudes más relacionadas a lo emocional, pueden hacerte dejar tu profesión. El médico, que se dio cuenta que no puede sobrellevar la enfermedad de un paciente. La maestra de educación inicial que sintió que le falta paciencia para desarrollar su trabajo, el
contador o abogado que se queda pensando en esa normativa que no leyó y lo llevo a
cometer ese error involuntario. Y ahí surgen los interrogantes y pensamientos: ¿por qué
estudié esta carrera?, odio mi profesión, no tolero esto, perdí seis años de mi vida y tantos
sentimientos más. Sentir ese vacío, negatividad, estrés, falta de optimismo y motivación,
hasta llevar a dejar la profesión.
¿Cómo mejorar estas habilidades?
Los especialistas aconsejar definir claramente los objetivos, y que sean realizables, permitirse expresar las emociones, buscar ayuda si es necesario, tener paciencia, aceptar
que podés equivocarte, asumir la responsabilidad y aprender de esa situación amarga,
pero generadora de experiencia.
Entender que no sólo los conocimientos duros son los necesarios para ser un buen
profesional, que no te equivocaste, que podés dar un giro, una profesión tiene muchas
áreas a desarrollar y poder elegir otra rama, o aprender a manejar las emociones, hacer
un aprendizaje de estas otras habilidades, te llevarán a hacer un profesional motivado y
que suma al equipo de trabajo, además de la posibilidad de incluirlas en tú Curriculum
Vitae.