Nacido en San Pedro, provincia de Buenos Aires, el 22 de febrero de 1905, falleció en Buenos Aires el 5 de julio de 1.980, Luis Sandrini fue un destado ctor de comedia que se caracterizó por hacer reir y llrar en una misma escena. Transmisor de un mensaje de valores de familia, sus películas fueron de entretenimiento que caracterizaron una época del cine.
Era hijo de inmigrantes genoveses. Sus padres eran Luis Sandrini Novella, un actor teatral, y Rosa Lagomarsino.
Luis empezó a trabajar en un circo junto a sus padres, como payaso. Fue su padre quien lo recomendó, mediante una carta al actor Leandro Reynaldi a principios de 1927.
Con el tiempo, Reynaldi recordó aquel momento:
Cuando me anunciaron su presencia salí a ver quien era y me encontré con Luisito, que venía muy compuesto, de galerita y bastón. Nos saludamos y me entregó la carta. En ella su padre me decía que el portador, su hijo, quería ser artista. Yo lo miré.
—¿Así que usted quiere ser artista? —le pregunté.
—Sí, señor Raynaldi —me respondió.
—¿Y qué le gustaría ser?
—Galán, actor —me contestó. Lo miré fijamente, era alto y flaco, su pinta no lo ayudaba mucho como para ser galán. Pero tenía algo en la mirada que me ganó por completo. No poseía ese desenfado propio del audaz o del atrevido; demostraba, sin embargo, mucha decisión, pero también humildad. Bueno, me dije, por lo menos no es engreído. Y eso me decidió a tomarlo.
Luis Sandrini supo conquistar el corazón no solo de las personas de su país sino también del resto del mundo hispano debido a las grandes caracterizaciones de sus personajes, por los que las películas en que este gran comediante actuó son conocidas por todos como las películas de Sandrini, sobresaliendo él de entre el resto del elenco y opacando incluso a los directores de las mismas. Inclusive han pasado a la historia famosas expresiones de sus personajes, como aquella bien conocida de su filme Cuando los duendes cazan perdices: «¡La vieja ve los colores!».
Fue sumamente alabado por sus caracterizaciones y sus personajes ha dado que hablar incluso muchos años después de las primeras emisiones de sus películas. El programa de televisión Peter Capusotto y sus videos cuenta con un personaje interpretado por Diego Capusotto llamado Bombita Rodríguez, que se cree está inspirado en el profesor Tirabombas o en el profesor Hippie, ambos de Sandrini.
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura en 2010, rememora a Sandrini en un pasaje de su novela ¿Quién mató a Palomino Molero?: «Lituma y el teniente habían estado en el cine, viendo una película argentina de Luis Sandrini, que hizo reír mucho a la gente, pero no a ellos».
El comediante mexicano Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, en sus memorias, dice de Sandrini: “Se trata de un argentino que debería tener residencia oficial en el Olimpo de los comediantes: el señor don Luis Sandrini, un actor en toda la extensión de la palabra, que lo mismo nos arranca carcajadas que lágrimas. Había sido mi ídolo desde la infancia y lo siguió siendo siempre”.
Entre los premios y reconocimientos que obtuvo se cuentan el Premio de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina al mejor actor en 1950 por La culpa la tuvo el otro y una mención especial en 1949 «por su brillante actuación en el cine argentino», el Premio Cóndor de Plata al mejor actor cómico en 1950 por Don Juan Tenorio y Juan Globo, el Cóndor de Plata al mejor actor en 1954 por La casa grande y en 1972 por La valija, y el Premio Konex de Honor 1981, este último póstumo.
Del Teatro de Verano de Reynaldi pasó a formar un dúo en La Plata, y desde allí, mediados de 1929, la actriz Elena Álvarez lo contrató para trabajar en el famoso teatro Colonial de Avellaneda.
Estuvo un año en la compañía, y en ese lapso actuó en casi un centenar de obras. La de mayor éxito fue El conventillo de la paloma, de Alberto Vacarezza, a quien Luisito no tardó en conocer y con quien hizo una gira de un año estrenando obras como Sunchales.
Al regreso de la gira, se incorporó a la compañía del “cabezón” Ramírez y volvió a recorrer el interior. De vuelta en Buenos Aires, trabajó en el Teatro Buenos Aires y una noche lo vio actuar nada menos que Elías Alippi, este se entusiasmó y lo calificó de “gran actor”.
En los años 1930 entró en la compañía teatral de Enrique Muiño y Alippi, donde conoció a su primera esposa, la actriz Chela Cordero.2 Allí estrenan la obra ¿Te acordás hermano qué tiempos aquellos?, en el que hizo el papel de fondero. Después trabajo en Los tres berretines. Debutó en el cine en 1933 actuando en la primera película sonora argentina ¡Tango!.
También se lució en la radio, donde hizo Felipe, que fue el prototipo del porteño bonachón, creación de Miguel Coronatto Paz, que tuvo tanto éxito que años más tarde fue llevado a la televisión en Canal 13, donde compartió pantalla con otros grandes cómicos como Tato Bores, Alberto Olmedo, Pepe Biondi, José Marrone, Carlos Balá, Dringue Farías y Juan Carlos Altavista, entre otros.
En tanto, tuvo un romance cuando filmaron la película Juan Tenorio, con Tita Merello.
En el teatro hizo Cuando los duendes cazan perdices, luego llevada al cine, y, detrás de bastidores, quedó asombrado por la belleza de la joven actriz Malvina Pastorino con la cual se casó y tuvo a su hija la también actriz Sandra Sandrini. Este éxito rotundo hizo que se convirtiera en la figura popular más representativa de la época de oro del cine argentino; que luego se afianzó con la película que inauguró la «serie de hoteles alojamiento de los años sesenta», que fue La cigarra no es un bicho, de Daniel Tinayre.
Sus últimas apariciones fueron en películas familiares costumbristas de Enrique Carreras. Falleció a los pocos días de haber terminado de rodar la película ¡Qué linda es mi familia!, de Palito Ortega, donde trabajó junto a otra grande del espectáculo, Niní Marshall.
Tenía 75 años y tras 41 de su muerte, se lo sigue recordando.