Entre 1692 y 1693, 19 personas fueron ahorcadas y otra más lapidada en los juicios por brujería de Salem. Las acusaciones alcanzó a 200 vecinos del lugar y la zona.
La historia pone al 8 de febrero como la fecha referente de los episodios.
El escenario es una Colonia inglesa en Massachussets, Estados Unidos. Transcurría el Siglo XVII. En esa población se desató una histeria colectiva que desencadenó en una ‘caza de brujas.
Muchas son las hipótesis y aunque ninguna ha logrado aclarar de forma fidedigna los hechos de los cuales se sigue hablando, todos tienen algo en común: las convulsiones y padecimientos físicos de las jóvenes de Salem no fueron producto de brujería.
Hasta el proceso de Salem solo habían sido ejecutadas por brujería cinco personas en Massachussets, según la investigación de George Lyman Kittredge, autor de Brujería en la vieja y nueva Inglaterra (Harvard University Press, 1929).
Sin embargo, las acusaciones de hechicería se extendieron rápidamente en la colonia de Salem en medio de un clima en el que los rumores o las rencillas entre vecinos llevaron a imputar el oficio de las artes oscuras a los más devotos feligreses.
Un total de 14 mujeres y 5 hombres fueron ahorcados. Otro más fue lapidado. Y en 1693, más de 150 ciudadanos fueron detenidos por brujería en la zona, aunque la mayoría fueron finalmente indultados por el gobernador.
Algunos historiadores como Charles Wentworth Upham, también alcalde de Salem en los 1810 y siguientes; y autor de Brujería de Salem, han apuntado al “fraude” de las jóvenes, que intentaron con las acusaciones ganar notoriedad en una sociedad opresora o simplemente protegerse de un hipotético castigo puesto que existían rumores de que hacían experimentos de brujería.
Otros consideraron más plausible que los acontecimientos fueran producto de un proceso de histeria colectiva o incluso de un enfrentamiento entre los seguidores y detractores del pastor Parris.
Sin embargo, según las últimas investigaciones, la teoría que más fuerza cobra es que las niñas sufrieron ergotismo, una enfermedad producida por la intoxicación con cornezuelo, que es un hongo que crece en el centeno y en otros cereales.
Este hongo contiene un alcaloide, la ergotamina —de la que deriva el LSD—, que puede provocar alucinaciones, convulsiones, gangrena y, en algunos casos, la muerte. Según esta hipótesis, las niñas se habrían contaminado al consumir pan de centeno en mal estado.
Una de las primeras en defender la teoría del ergotismo fue Linda Caporael, en un artículo publicado en la revista Science, en 1976, en el que describe algunos indicios que sugieren que los supuestos hechizos de Salem no fueron obra del demonio sino del hongo del centeno.
Según algunos historiadores, el invierno de 1691 fue muy frío y fue sucedido por una primavera y un verano húmedos, condiciones que favorecen la aparición del cornezuelo.
Además, “las manifestaciones físicas que produce el ergotismo” coinciden con los relatos transcritos del juicio de Salem, considera Caporael, aunque cree que no se pueden obviar los factores psicológicos y sociológicos que buscaron en la brujería el origen de los padecimientos de las jóvenes.
Fueran producto del ergotismo, de un proceso de histeria colectiva o de las confrontaciones en torno a la figura del pastor Parris, los acontecimientos en Salem han pasado a la historia como la prueba fatídica de lo que causa el fanatismo religioso, las falsas acusaciones y una justicia arbitraria que se deja llevar por el fervor popular.
Todo comenzó con Abigail Williams de de 11 años y su prima Betty Parris, 9 años cuando manifestaron ataques en los que corrían en torno a las habitaciones agitando sus brazos, se agachaban debajo de las sillas y trataban de subir por la chimenea. Según el reverendo Lawson, sus cuerpos se retorcían en posiciones imposibles.
Ambas vivían con Samuel Parris, padre de Betty, su madre Elizabeth, sus hermanos Thomas, y una hermana menor, Susannah. En su casa también residían su prima huérfana Abigail Williams, y un matrimonio de esclavos, Tituba y John Indian.
Estos hechos afectaron a los habitantes de Salem, por lo que Samuel Parris, ministro religioso de la población, decidió llamar a un médico que pudiera determinar las causas de este extraño comportamiento.
El médico, William Griggs, al no entender el causante de tal aflicción y creyendo que no era de origen médico, sugirió la posibilidad de que se tratase de brujería.
Ante ello, se le ordenó pues a uno de los esclavos del señor Parris, Tituba, la preparación de un “pastel de brujas” —hecho de centeno mezclado con orina de las víctimas— con el que se alimentó a un perro. La teoría era que si Abigail y Betty estaban embrujadas, el perro presentaría síntomas similares, ratificando así la presencia y práctica de brujería.
Debido a sus afirmaciones de estar poseídas, se realizaron una serie de falsas acusaciones, que resultarían en la muerte de veinte personas.
En tanto el médico, observaba comportamientos similares en niños y los pobladores de la colonia comenzaron a conectarse con la brujería, pues se creía que las brujas gustaban de atormentar a menores.
En ese contexto, una vecina, Mary Sibley, recomendó hornear un “pastel de brujas” para revelar si así era. Instruyó a Tituba sobre cómo prepararlo mezclando harina de centeno con la orina de las víctimas y dárselo de comer a un perro. Si el animal presentaba síntomas similares, la brujería estaría presente.
Mientras Abigail, fue muerta a los 17 años, Betty, due alejada del pueblo y lleva a vivir con unos primos lejanos. De a poco sus síntomas desaparecieron. Ya recuperada, en 1710, a los 27 años, se casó con Benjamin Baron, un granjero, comerciante, curtidor y zapatero. Tuvieron cuatro hijos: Thomas, Elizabeth Jr., Catherine y Susannah. Vivió 77 años.
A 329 años de estos sucesos, todavía se sigue ‘Cazando Brujas’.