La Avenida más larga del mundo lo honra con su nombre. La historia lo muestra como el primer presidente argentino tras el dictado de la Constitución Nacional de 1826 y hombre de alta influencia en las Relaciones Exteriores y Política interna.
Bernardino Rivadavia, es citado a diario al hacer referencia al Sillón Presidencial. Su nacimiento fue en Buenos Aires el 20 de mayo de 1780 y anotado como Bernardino de la Trinidad González de Rivadavia y Rodríguez de Rivadavia. Su padre abogado español, influyente se llamaba Benito Bernardino González de Ribadavia y María Josefa de Jesús Rodríguez de Ribadavia y Rivadeneyra.
Intuitivo, lector y de carácter fuerte, Bernardino Rivadavia no concluyó los estudios que cursaba en el Real Colegio de San Carlos y meses antes de la Revolución de Mayo, en diciembre de 1809 se casó con la hija del ex-Virrey Joaquín del Pino. Con Juana del Pino tuvo cuatro hijos: José Joaquín, Constancia (murió antes de cumplir 4 años de edad), Bernardino Donato y Martín.
Fue ingresando en los círculos políticos de la mano de los gobernantes españoles, propios de la época.
Actuó en las Invasiones Inglesas y Liniers lo nombró Alférez Real, designación rechazada por el Cabildo de Buenos Aires.
Si bien Bernardino Rivadavia voto en la Revolución de Mayo por la destitución del Virrey Cisneros la Junta Grande lo consideró hombre ligado a España y lo alejó de todo poder. Sin embargo, ante sus ideas centralistas, el Primer Triunvirato lo nombró su Secretario de Guerra. Desde allí comenzó su influencia pública, a punto tal que ese gobierno ordenó retirar el Ejército del Norte, pero Manuel Belgrano ya había derrotado a tropas españolas en la batalla de Tucumán y expulsado a los realistas.
Estos hechos movilizaron a varios hombres a deshacer el Triunvirato y Rivadavia por orden de San Martín, Carlos María de Alvear, Manuel Guillermo Pinto y Francisco Ortiz de Ocampo.
Entre 1820 y 1824 fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de la provincia de Buenos Aires durante el gobierno del general Martín Rodríguez.
Partidario de la organización nacional, durante la vigencia del Congreso General de 1824 destinado a redactar una constitución, el inicio de la Guerra del Brasil motivó la creación inmediata del cargo de presidente de la Nación Argentina y —tras ser elegido— fue el primero en ocuparlo.
La sanción de la Constitución Argentina de 1826, de fuerte contenido unitario, rechazada por las provincias y su propio repudio a la Convención Preliminar de Paz de 1827 con el Imperio del Brasil para finalizar la guerra -a la que tildó de “tratado deshonroso”- motivaron su renuncia a la presidencia, siendo sucedido por Vicente López y Planes, pero al poco tiempo las autoridades nacionales se disolvieron, situación que se prolongó hasta 1852.
Luego de su renuncia se exilió finalmente a España, en donde murió en el 2 de septiembre de 1845.
Sus restos fueron repatriados a Argentina en el año 1857, recibiendo honores de Capitán General. En la actualidad descansan en un mausoleo situado en la Plaza Miserere, en Buenos Aires, adyacente a la Avenida Rivadavia nombrada en su honor.
Sus acciones tales como no apoyar la gesta sanmartiniana, el empréstito Baring Brothers, cerrar varios conventos, incautar los bienes propios del Santuario de Luján, los de la Hermandad de Caridad, del Hospital de Santa Catalina y otros, suprimir el diezmo, impuesto tradicional que servía para el sostenimiento del clero, entre medidas sobre el clero, le han significado críticas que perduran. A ello se suma que dictó una Ley de Enfiteusis, como garantía del empréstito a la compañía inglesa. Se dispuso la hipoteca de todas las tierras y demás bienes inmuebles de propiedad pública, prohibiendo su enajenación en toda la Nación.
Sus ideales siguen siendo motivo de contradicciones en círculos políticos y sociales.
Bernardino Rivadavia sigue siendo nombrado a diario, y a veces sin saber por qué.