El mundo católico vivió este mediodía uno de los momentos más conmovedores de su historia reciente. El féretro del Papa Francisco fue trasladado desde la Plaza de San Pedro hasta su lugar de sepultura en la Basílica de Santa María la Mayor, marcando el final de una era para la Iglesia y el inicio del proceso para elegir a su sucesor.
El funeral, celebrado con solemnidad frente a miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, concluyó cerca del mediodía. En un ambiente de profundo silencio y oración, el ataúd de Francisco fue sacado por la Puerta del Perugino y escoltado por una reducida comitiva compuesta por familiares, miembros de la familia pontificia y cardenales, quienes ya se preparan para el cónclave que definirá al próximo líder espiritual de más de mil millones de católicos.
Para este último trayecto, se utilizó un papamóvil adaptado como coche fúnebre, el mismo vehículo que Francisco empleó en visitas anteriores a Asia. A lo largo del recorrido —que atravesó lugares emblemáticos como la Piazza Venezia, Via dei Fori Imperiali y el Coliseo—, miles de personas lo despidieron entre lágrimas, plegarias y cantos.
En el interior de la Basílica de Santa María la Mayor, donde tantas veces rezó antes y después de sus viajes apostólicos, el Papa será sepultado entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza. La ceremonia de inhumación, íntima y cargada de espiritualidad, incluyó la lectura de salmos y oraciones que resonaron en la nave central del templo.
Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa del continente americano y jesuita, será recordado por su incansable defensa de los pobres, su apuesta por el diálogo interreligioso y su compromiso con el medio ambiente. Desde su elección en 2013, su papado se caracterizó por una fuerte impronta social y pastoral que rompió moldes y renovó el espíritu de la Iglesia.
Mientras el mundo despide al pontífice que quiso “una Iglesia pobre para los pobres”, el Vaticano entra en el periodo de Sede Vacante. Los cardenales se reunirán próximamente para elegir al nuevo Papa. La expectación es alta: desde figuras como Pietro Parolin o Luis Antonio Tagle, hasta nombres africanos y asiáticos, el abanico de posibles sucesores refleja la diversidad del catolicismo contemporáneo.
Incluso la inteligencia artificial se ha sumado a las predicciones, analizando perfiles y trayectorias en busca del próximo pontífice. Pero más allá de los algoritmos, será el Espíritu Santo —según la tradición de la Iglesia— quien inspire la decisión.
Por ahora, Roma se detiene en un silencio reverente. Francisco ha emprendido su último viaje. No solo hacia su tumba, sino hacia la eternidad.