La ceremonia de cierre del ataúd del papa Francisco se llevó a cabo este viernes en la Basílica de San Pedro, en el marco de las exequias finales antes de su sepultura. Tal como lo había pedido en vida el propio sumo pontífice, el rito fue privado, sobrio y sin grandes despliegues. Con este gesto, se puso fin a la transmisión en vivo desde el Vaticano, marcando una nueva etapa en el protocolo de despedida papal.
Se aguardaba la presencia del presidente Javier Milei en representación del pueblo argentino. Sin embargo no llegó a esa despedida a la cual asistieron otros mandatarios de países de América y Europa.
El acto fue presidido por el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia, figura clave en el ceremonial de transición entre papados. Farrell encabezó los rituales previstos para el cierre definitivo del féretro, un momento cargado de simbolismo dentro de las tradiciones vaticanas.
A diferencia de sus predecesores, Francisco dejó instrucciones claras para que sus funerales fueran sencillos y austeros, en sintonía con el estilo que caracterizó su papado: cercano, humilde y centrado en los más necesitados. “Fue su voluntad que este momento reflejara no el poder, sino la sencillez del Evangelio”, expresaron fuentes cercanas al ceremonial.
Con la clausura del ataúd, los actos funerarios entran en su fase final. El cuerpo del pontífice será trasladado a su lugar de descanso definitivo en las criptas vaticanas, siguiendo la tradición de los últimos papas, pero sin la pompa habitual.
Este paso concluye la etapa pública del adiós al papa Francisco, quien será recordado por haber reformado desde las exequias hasta los cónclaves, marcando una impronta que trasciende incluso después de su muerte.
Agencia MTR