Con una destacada participación de productores, técnicos y empresas del sector, se llevó a cabo una nueva Jornada de la Red de Biológicos de Aapresid en el establecimiento La Julia, ubicado en la localidad de Quenumá. El encuentro sirvió como punto de intercambio técnico y de actualización sobre el uso y desempeño de bioinsumos en cultivos extensivos, una tendencia que gana terreno pero que aún presenta desafíos importantes en cuanto a su implementación y comprensión.
Durante la jornada, los asistentes recorrieron ensayos a campo en soja y maíz, donde se evaluaron tratamientos tanto de semilla como foliares, aplicados con productos biológicos de dos categorías: biocontroladores y bioestimulantes. Según detalló Ignacio Sanguinetti, coordinador de la Red de Biológicos, las evaluaciones se realizan en macroparcelas bajo el manejo convencional del productor, con el objetivo de medir el impacto real de estos insumos en condiciones productivas reales.
“Buscamos ver cómo responden los cultivos cuando combinamos bioinsumos con tecnologías tradicionales. Esto no solo nos permite medir rendimiento, sino también entender mejor el comportamiento agronómico en cada ambiente”, explicó Sanguinetti.
Resultados preliminares y mucho por investigar
Entre los primeros resultados, se destacó una buena respuesta al uso de productos basados en ácidos húmicos y fúlvicos, particularmente en suelos arenosos como los de la región, posiblemente por su capacidad para mejorar la retención de agua y nutrientes. Sin embargo, no todos los tratamientos mostraron resultados alentadores: los bioinsumos solubilizadores de fósforo tuvieron una respuesta limitada, presumiblemente debido a la buena disponibilidad natural de este nutriente en los suelos locales.
“Estas son solo hipótesis preliminares que serán profundizadas tras la cosecha y el análisis de los datos, los cuales serán publicados en la próxima edición de la revista de la Red”, aclaró el técnico.
Durante las charlas técnicas y el recorrido, también se abordó una de las principales limitantes actuales: la falta de conocimiento científico-técnico sólido que permita predecir el funcionamiento de estos productos en distintas condiciones de cultivo.
“El mercado de bioinsumos está creciendo con fuerza. Hay más productos, más oferta, más interés. Pero también mucha confusión y falta de herramientas claras para decidir qué usar, cuándo y cómo”, advirtió el consultor y experto en fertilidad Martin Torres Duggan, quien participó de la jornada como asesor técnico de la Red.
Complementariedad, no reemplazo
Tanto Sanguinetti como Torres Duggan coincidieron en que los bioinsumos no vienen a reemplazar a la tecnología convencional, sino a complementarla. En este sentido, destacaron que las mejores respuestas se observan cuando se combinan estrategias biológicas y tradicionales, sobre todo en situaciones de estrés abiótico.
Un caso concreto que se compartió fue el uso de bacterias PGPR (Plant Growth-Promoting Rhizobacteria) en maíces afectados por Spiroplasma, donde se observó una bioestimulación significativa que permitió a las plantas mejorar su exploración del suelo y el acceso a recursos clave como agua y nutrientes.
Desde el plano productivo, Juan Palazzo, anfitrión de la jornada y productor responsable del establecimiento La Julia, destacó la importancia de generar conocimiento local sobre el uso de estos insumos: “Más que saber si nos dan cinco kilos más o menos, queremos entender cómo usarlos bien en esta zona, que tiene características muy particulares y poca información disponible”.
Un largo camino por delante
La jornada dejó en claro que, si bien los bioinsumos son una herramienta con alto potencial, aún hay mucho por investigar y ajustar. Desde el momento óptimo de aplicación hasta los factores ambientales que determinan su efectividad, el desafío es avanzar hacia un uso más eficiente y fundamentado de esta tecnología, integrándola estratégicamente dentro del sistema de producción.