En un año atravesado por definiciones centrales en todos los frentes —político, personal, laboral, familiar e institucional— la democracia vuelve a verse interpelada por decisiones que, lejos de basarse en la legalidad, parecen responder a intereses mezquinos y pulsiones de poder.
La suspensión de la concejal María Inés Ormaechea por parte del Concejo Deliberante de Nueve de Julio es un caso que debería alarmar a la sociedad en su conjunto, y tomar nota en un año electoral. No solo por la forma en que se tomó la decisión, sino por el mensaje que envía: que una mayoría circunstancial puede, con fundamentos endebles y procedimientos irregulares, arrasar con las garantías básicas del sistema republicano, y lejos de los intereses de un distrito que pide a gritos a sus representantes estar a la altura de las circunstancas y elevar conideraciones para sacar de la crisis en la cual está inmesa la comuna porque ‘no hay plata’, mira su interés personal. Y algunos, ni siquiera el del espacio al que representan.
El dictamen reciente del Tribunal de Cuentas de la Provincia de Buenos Aires fue tajante: no existió incompatibilidad alguna en la actuación de la concejal Ormaechea en relación al proyecto del Polo de Desarrollo Productivo San Cayetano, ni con la empresa Nandi. No hubo acuerdo consolidado, ni voto afirmativo por parte de la edil. Incluso se abstuvo en la sesión correspondiente. Sin embargo, fue apartada de su banca sin notificación alguna, y sustituida sin que mediara el debido proceso.
Todo esto sucede en un contexto donde el municipio de Nueve de Julio se ha visto privado del desembarco de una empresa que prometía desarrollo y generación de empleo. ¿El motivo? Una supuesta irregularidad que el propio Tribunal descartó. ¿El verdadero trasfondo? Tal vez que la edil suspendida es esposa de un emprendedor exitoso, algo que incomoda a quienes ven el crecimiento ajeno como una amenaza más que como una oportunidad colectiva.
La política no puede ser terreno para vendettas ni espacio para interpretaciones caprichosas del derecho.
Un concejal no puede ser sancionado —y menos suspendido— sin una causa penal con senencia firme. Así lo establece claramente el marco normativo. Sin embargo, en este caso se ignoraron plazos legales, se conformó una comisión investigadora violando requisitos de la Ley Orgánica de las Municipalidades, y se actuó con una celeridad sospechosa, mientras se ignoraban garantías básicas.
El bloque PRO protestó con firmeza desde el primer momento, denunciando el carácter antijurídico del proceso. Hoy, con el dictamen provincial en mano, queda en evidencia que tenía razón. Lo que se quiso disfrazar de “transparencia” fue, en realidad, una maniobra de poder. Una demostración clara de cómo sectores con intereses propios pueden distorsionar las reglas para intentar disciplinar al que piensa distinto.
La figura de María Inés Ormaechea se ha convertido, sin buscarlo, en un emblema de esta tensión entre legalidad e impunidad institucional. En un año donde los ciudadanos exigen más que nunca ética, claridad y apego a las normas, este caso pone en tela de juicio a un Concejo Deliberante que, lejos de ser garante del equilibrio de poderes, parece haberse transformado en un instrumento de castigo político.
Es hora de que se restituya la banca a quien nunca debió haber sido apartada, y que se empiece a discutir en serio qué tipo de institucionalidad se quiere construir en el municipio. Porque cuando la ley es apartada para convertir decisiones políticas en una herramienta de Poder en si mismo, al servicio de intereses personales circunstanciales, lo que peligra no es una banca: es la democracia misma.
Hoy Nueve de Julio no está en la mira de los bonaerenses por una carrera exitosa en el Autódromo que atrae público, miradas y divisas o por el tendido de una red energética que pondrá al distrito en progreso y prosperidad, incluido un parque industrial con su fortaleza. Es mirada, con tristea por no verse proyectar en el marco de la potencialidad económica que posee con altura y altruismo a los primeros planos de lo que signfica la Pampa Humedad como polo de desarrollo universal. Sí Mundial, haciendo que inversionistas desistan de esas posibilidades.
El egoismo sigue siendo rechazado por las mayorias silenciosas de ciudadanos que cada día descree en la dirigencia política, por entender que solo mira su BenePro – Beneficio Propio- como dice por radio Gustavo Tinetti. Este es un ejemplo que puede ser interpretado en ese camino.