Este domingo 13 de abril se cumplen 102 años del nacimiento de Dominga Aguirre, una mujer de Facundo Quiroga cuya historia está tejida con hilos de esfuerzo, ternura y compromiso.
Nacida en 1923, su vida fue ejemplo de lucha silenciosa y amor incondicional.
Vivió sus últimos años en Carlos Tejedor, junto a su única hija, yerno y nietos, y descana para siempre en su querido Facundo Quiroga, donde comenzó una vida de entrega que marcó generaciones.
A los 22 años, Dominga ya era madre soltera de María Esther, en un contexto social poco favorable para una mujer en esa condición.
Corría la década del ’40, y conseguir trabajo era difícil, ya que se juzgaba la vida privada de las personas, y mucho más la de una mujer, joven y madre que no se le conocía el padre de la gestación. Tampoco ella lo reveló y siguio en silencio su suerte y la de su hija.
Golpeando puertas con la esperanza de una oportunidad, se presentó ante un joven matrimonio de la localidad, Rodolfo Tinetti y Alicia “Chita” Sánchez, quienes no solo le ofrecieron un trabajo para las tareas cotidianas en el hogar, sino también la posibilidad de vivir con su pequeña hija.
Sin saberlo entonces, comenzaban juntos una historia de vida compartida que perduraría por décadas.
Con los años, la familia Tinetti-Sánchez crecería hasta tener ocho hijos y serían los impulsores de la primera y única estación de radio AM en Nueve de Julio, entre otros emprendimientos.
Mientras tanto, Dominga – su segundo nombre Hermenegilda, no lo usaba -se transformaba en el pilar afectivo de la casa: estaba presente desde el amanecer hasta la noche, cuidando, educando, conteniendo y acompañando a cada niño como si fuera propio. No solo calmaba lágrimas y travesuras, sino que protegía con sabiduría y cariño, sin dejar de marcar límites con respeto y ternura.
María Esther, su hija, creció en ese entorno cálido, cursó la primaria y secundaria junto a los hijos de la familia, y más adelante, joven, formó su propio hogar.
Dominga, ya entonces parte inseparable del clan, continuó trabajando hasta su jubilación, y más años también, siendo testigo y sostén emocional en momentos de alegría y también de profundo dolor, como la pérdida de “el patrón”, ya que Rodolfo Tinetti falleció muy joven y de Javier, el hijo menor de la familia, que se adelantó en el paso por la vida terrenal, con 18 años. Dominga no solo lo vio nacer, cuidada como lo hizo con el resto, desde pañales hasta la atención cotidiana. Cuando necesitaba algo, ya Dominga estaba con la respuesta.
Dominga no solo trabajó: construyó lazos verdaderos. Fue madre del corazón de quienes la rodeaban, elegida por afecto, consejera silenciosa, protectora incansable. Su vida fue testimonio de cómo el amor puede trascender los lazos de sangre y fundar una familia en la entrega cotidiana y la gratitud mutua.
Cuando falleció, su cuerpo fue llevado desde Carlos Tejedor a Facundo Quiroga, para descansar en la tierra que la vio empezar ese camino de dignidad y afecto. La despidieron aquellos a quienes acompañó toda la vida, con la misma presencia amorosa que ella ofreció en cada paso.
Hoy, a 102 años de su nacimiento, Dominga Aguirre es recordada con profundo cariño. Su legado es el de quienes sin levantar la voz, con trabajo y dulzura, cambian el mundo de quienes los rodean.
En Facundo Quiroga, quienes la conocieron saben de su lucha en silencio, y en la construcción de su propio hogar habiéndose casado ya adulta. Un ejemplo de vida digna, trabajo y valores éticos, a flor de piel.
Dominga, sos recordada con amor!
Gracias por cuidar, abrazar, enseñar y estar.
Porque en cada gesto dejaste huella, y en cada recuerdo, seguís viva.
Tu legado vive en cada sonrisa que ayudaste a formar.
Facundo Quiroga y Carlos Tejedor te recuerdan con cariño eterno.