viernes, enero 31, 2025
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San Juan Bosco: ‘Para educar a un niño, primero hay que amarlo’

Se recuerda al sacerdote y educador italiano que dedicó su vida a la formación de los jóvenes y creador de Don Bosco

Cada 31 de enero, la Iglesia Católica celebra la festividad de San Juan Bosco, más conocido como Don Bosco, un sacerdote italiano cuyo legado en el ámbito educativo y social sigue vigente más de un siglo después de su muerte.
Su vida y obra continúan siendo un modelo de dedicación al bienestar de los jóvenes, especialmente aquellos en situación de pobreza y abandono.
El nacimiento de un educador
Don Bosco nació en 1815 en Becchi, un pequeño pueblo del norte de Italia. Desde temprana edad, mostró una profunda vocación religiosa y una especial preocupación por los más necesitados.
En su juventud, fue testigo de las dificultades que enfrentaban muchos jóvenes en la ciudad de Turín, especialmente en una época de profundas transformaciones sociales y económicas.
Después de ingresar al seminario y ser ordenado sacerdote, Don Bosco se volcó por completo al servicio de la educación y la evangelización de los jóvenes desfavorecidos.
Fundó la Congregación Salesiana en 1859, una orden religiosa dedicada a la formación integral de los jóvenes, con énfasis en la educación técnica y profesional.
A través de oratorios, escuelas y hogares para niños, Don Bosco les ofreció una alternativa frente al abandono y la delincuencia.
El legado de Don Bosco: La pedagogía del amor
Uno de los pilares fundamentales de su enfoque educativo fue la llamada “pedagogía del amor”.
Don Bosco creía que para educar de manera efectiva a un niño o joven, era necesario amarlo primero.
Su filosofía se centraba en una educación basada en la confianza, el acompañamiento afectivo y la atención a las necesidades espirituales y emocionales de los jóvenes.
Esta visión humanista de la educación le permitió ganarse la confianza de miles de jóvenes en Europa y América Latina.
La importancia de su legado es evidente en las numerosas instituciones salesianas que hoy existen en todo el mundo.
Desde escuelas hasta centros de formación técnica, oratorios y hogares, los Salesianos continúan la obra de Don Bosco, adaptando su mensaje a los desafíos contemporáneos, pero siempre fieles a su visión educativa centrada en el amor y la dignidad de la persona.
Un santo cercano a los jóvenes y los educadores
La influencia de Don Bosco también se extiende al ámbito religioso, ya que fundó una rama femenina de la Congregación Salesiana, las Hijas de María Auxiliadora, dedicadas igualmente a la educación.
Su mensaje sobre la importancia de la educación integral como motor de cambio social sigue inspirando a generaciones de educadores y jóvenes en todo el mundo.
Canonizado en 1934 por el Papa Pío XI, Don Bosco fue proclamado patrono de los jóvenes y de los educadores.
Su frase “Para educar a un niño, primero hay que amarlo” se ha convertido en un lema que sintetiza su visión pedagógica, un recordatorio de que la educación no solo se basa en el conocimiento académico, sino también en el cuidado afectivo y la formación en valores.
Oración a San Juan Bosco: Un acto de fe y esperanza
En esta jornada especial, los devotos y miembros de la comunidad salesiana rezan por la intercesión de San Juan Bosco a través de la siguiente oración:

Oh Don Bosco Santo , cuando estabais en esta tierra no había nadie que acudiendo a Vos, no fuera, por Vos mismo, benignamente recibido, consolado y ayudado. Ahora en el cielo, donde la caridad se perfecciona ¡Cuánto debe arder vuestro gran corazón en amor hacia los necesitados! Ved, pues, mis presentes necesidades y ayudadme obteniéndome del Señor (pídase la gracia). También Vos habéis experimentado durante la vida las privaciones, las enfermedades, las contradicciones, la incertidumbre del porvenir, las ingratitudes, las afrentas, las calumnias, las persecuciones y sabéis qué cosa es sufrir. Ea, pues, oh Don Bosco Santo, volviste hacia mí tu bondadosa mirada y obtenedme del Señor cuánto pido, si es ventajoso para mí alma; o si no, obtenedme alguna otra gracia que me sea aún más útil, y una conformidad filial a la divina voluntad en todas las cosas, al mismo tiempo que una vida virtuosa y una santa muerte. Así mar.

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