El 27 de diciembre fue declarado por la Asamblea General de la ONU como el Día Internacional de Preparación ante Epidemias.
La importancia de esta fecha radica en la creciente amenaza que suponen los brotes epidémicos a nivel global, especialmente considerando el impacto prolongado que estos tienen en la sociedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) subraya que las epidemias y pandemias, como la COVID-19, pueden alterar de manera significativa los sistemas de salud y la economía, afectando la vida cotidiana, las estructuras sociales y el crecimiento económico de los países afectados.
La crisis sanitaria mundial provocada por la pandemia de COVID-19, por ejemplo, ha dejado lecciones cruciales sobre la necesidad de una preparación robusta y de una respuesta rápida ante brotes.
Este día también rinde homenaje al científico francés Louis Pasteur, uno de los padres de la microbiología moderna y pionero en el desarrollo de métodos de prevención de enfermedades. Pasteur fue fundamental en el desarrollo de la teoría germinal de las enfermedades y en la creación de vacunas, incluyendo la famosa vacuna contra la rabia.
La pandemia de coronavirus (COVID-19), que comenzó en 2020, evidenció de manera dramática cómo las principales enfermedades infecciosas y epidemias pueden tener repercusiones devastadoras en la vida de las personas, así como en el desarrollo social y económico de las naciones. Las crisis sanitarias globales, como la que acabamos de vivir, no solo amenazan con colapsar sistemas de salud ya sobrecargados, sino que también interrumpen las cadenas mundiales de suministro y destruyen los medios de subsistencia de millones, especialmente de mujeres, niños y niñas, y de la
En este contexto, se hace urgente la necesidad de fortalecer los sistemas de salud para que sean más resilientes y capaces de llegar a las personas más vulnerables. De no hacerlo, las futuras epidemias podrían resultar más intensas y devastadoras. Esto hace que sea fundamental la cooperación internacional, el intercambio de información y mejores prácticas, así como la implementación de programas educativos y de sensibilización tanto a nivel local como global. La prevención y la respuesta rápida son esenciales para mitigar el impacto de cualquier epidemia.
Para hacer frente a estos desafíos, se propone un enfoque integrado de “Una sola salud”, que promueve la conexión entre la salud humana, animal y ambiental. Este enfoque es crucial, ya que la interrelación entre estos elementos tiene un impacto directo en la propagación de enfermedades infecciosas. La pandemia de COVID-19 subrayó la importancia de contar con una respuesta global coordinada, donde la cooperación internacional y el multilateralismo jueguen un papel esencial.
Agencia MTR