Una tarde, mientras me encontraba arrodillada frente al Sagrario y dispuesta ante el Señor, una palabra vino a mi mente: “Ermitaña”. Sin necesidad de más palabras, lo entendí todo. Regresé a casa y comencé a informarme sobre la vida eremítica en nuestra Iglesia Católica.
A pesar de las dificultades que sabía que enfrentaríamos, le dije “sí” y “sí” para toda la vida que me queda. Y así fue, y así sigue siendo. Inicié una formación personalizada, acompañada de dirección espiritual, y empecé a recorrer el camino que me llevaría a obtener la aceptación de un obispo para recibir la vocación en su diócesis. Hoy, 20 años después, soy ermitaña diocesana con votos públicos, otorgados por el obispo Ariel Torrado Mosconi.
Cada ermitaño es distinto, con su propio don y carisma. Cada uno tiene una regla de vida propia, que redacta personalmente y que debe ser presentada ante el obispo.
El camino de la vida eremítica es una vida interior, un retiro al desierto. ¿Qué es el desierto? La nada misma, el vacío, la neutralidad. Es un camino de sanación, perdón y purificación, para poder estar en la belleza de la vida eremítica. ¿¿¿¿¿¿¿¿Por qué???? Para que la Trinidad nos moldee. Y para ser moldeados, debemos ser dóciles, dispuestos y perseverantes.
Ser formados en la soledad orante, ser formados en el silencio orante, aprender a ser penitentes, aprender a salir del mundo aunque estemos esencialmente entre ellos. Tener una regla de vida que nos permita caminar seguros por la vida diaria.
Crear, reflexionar y conectar con la honestidad. Aunque estemos solos.
Si la fe es profunda, el ermitaño sentirá que la Trinidad lo observa.
En la vida eremítica no hay lugar para comodidades, relajación, orgullo de creerse más sabio o un “profesor de consejos”. No hay cabida para excentricidades ni para exigir que otros nos asistan. El ermitaño debe ser un ejemplo puro de la belleza de la Vida Eremítica.
Claramente, habrá quienes estarán en desacuerdo, que criticarán la modalidad eremítica o quienes nunca se conformarán con el buen testimonio. Por eso, el ermitaño debe, con mucha humildad trabajada, ser seguro de sí mismo.
¿Qué es ser ermitaña diocesana?
¿Qué son los votos públicos?
Para próximas entregas
*Religiosa Ermitaña