viernes, noviembre 22, 2024
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Hermana Alma: “Vivir en un lugar alejado no significa que estemos desconectados del mundo”

La religiosa es ermitaña, vive en Dennehy y reflexiona sobre la vida de oración y encuentro con Dios diariamente

La vida eremítica, que tiene sus raíces en las primeras tradiciones cristianas, es una vocación única dentro de la Iglesia Católica. Lejos del ruido del mundo, el ermitaño busca un encuentro más íntimo con Dios, ofreciendo su vida como una oración continua y silenciosa por el bien de las almas. Así lo señaló en el programa líder de la mañana de Cadena Nueve y Máxima 89.9, la hermana Alma Montenegro, Ermitaña.

“El ermitaño no está aislado simplemente por estar solo”, explica la hermana Alma. “La vida eremítica implica vivir en soledad, pero también en profunda comunión con Dios. Es un camino de purificación constante, donde la oración y la penitencia son esenciales para crecer espiritualmente y ayudar a los demás, aunque a menudo no v

A pesar de su vida apartada, la hermana Alma resalta que su misión no está ajena a la comunidad. “Vivir en un lugar alejado no significa que estemos desconectados del mundo”, señala. “Aunque la vida eremítica me ha permitido vivir en silencio y oración, también interactúo con las personas cuando es necesario. No soy una persona antipática, simplemente mi vocación es diferente. Estoy aquí para compartir lo que el Señor me da, pero sin perder de vista mi llamado a la soledad con Dios.”

La hermana Alma relata que la vida en Dennehy ha sido un reto, ya que el aislamiento total es difícil en el contexto moderno. “En tiempos antiguos, los ermitaños se retiraban completamente en el desierto, pero hoy en día, por la dinámica de nuestra época, no es fácil vivir completamente aislados. Agradezco tener un lugar donde puedo vivir esta vocación con otras personas cerca, aunque el contacto con ellos es limitado y está enfocado en la oración.”

En sus años de dedicación al camino eremítico, la hermana ha experimentado una profunda transformación interior. Sin embargo, también ha sido testigo de las dificultades que enfrenta la comunidad local, que a veces no responde con la misma devoción. “Lo que más me duele es ver cómo la gente no responde al llamado de la fe como desearía. Es algo que solo Dios sabe, pero uno espera que, a través de la oración aparezca ese acercamiento concreto”.

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