Cada año se hace más evidente la necesidad urgente de abordar los problemas medioambientales que amenazan nuestro planeta.
En este contexto, el Día Internacional de las Reservas de Biosfera, proclamado por la UNESCO en su 41ª reunión en 2021, se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y cómo podemos transformarla.
La biosfera o biósfera es la “envoltura viva” del planeta Tierra, es decir, el conjunto total de formas de vida (animal, vegetal, microbiana, etc.) y el sistema que conforman con sus respectivos entornos, ubicado en la porción superficial de la corteza terrestre. En otras palabras, la biosfera es el ecosistema global, en el que se incluyen todos los ecosistemas locales.
Las reservas de biosfera son ejemplos concretos de que es posible vivir en armonía con el medio ambiente. Estas áreas protegidas no solo conservan la biodiversidad, sino que también promueven el desarrollo sostenible, la investigación científica y el empoderamiento de las comunidades locales. Actualmente, existen 748 reservas en 134 países, donde conviven más de 260 millones de personas, protegiendo un territorio que equivale a la superficie de Australia.
Las reservas de biosfera crean sinergias entre la conservación, la investigación y el desarrollo sostenible. A través de proyectos innovadores, se abordan desafíos globales como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el empoderamiento de las comunidades. Iniciativas como la reforestación en Haití y la formación de mujeres para la apicultura en zonas rurales son ejemplos de cómo estas áreas pueden generar soluciones locales efectivas.
Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, enfatiza la importancia de comprender cómo nuestras actividades impactan el mundo natural: “Para mejorar nuestra relación con la naturaleza, primero debemos entender mejor la manera en que nuestra actividad afecta al mundo vivo que nos sustenta”.