En la Catedral de Nueve de Julio, el obispo de Santo Domingo de Guzmán, monseñor Ariel Torrado Mosconi encabezó la celebración de una misa de Acción de Gracias por el décimo aniversario de la corriente de vida ‘Madrugadores del 9’.
Al mismo tiempo se oró por los difuntos y Madrugadores fallecidos.
El celebrante, en la homilía inició su reflexión agradeciendo a Dios por la oportunidad de celebrar una fecha tan significativa. Recordó que los 10 años de los madrugadores no son solo un hito temporal, sino una invitación a mirar hacia atrás y reconocer los muchos frutos que han surgido a través de este ministerio. Hizo énfasis en la importancia de reflexionar sobre la vida y la misión de cada uno, citando el pasaje de Eclesiastés que menciona la vanidad de las cosas bajo el sol.
Señaló que, en nuestra búsqueda diaria, a menudo nos enfocamos en preocupaciones materiales y efímeras, olvidando lo que realmente tiene valor: las relaciones interpersonales, la fe y la conexión con Dios. Explicó que, así como las generaciones vienen y van, la esencia de lo que construimos a través del amor y la fe es lo que perdura.
Monseñor Ariel Torrado Mosconi, destacó la figura de Herodes, quien, impulsado por la curiosidad, deseaba ver a Jesús, pero no de una manera que buscara un verdadero encuentro. Este paralelismo sirvió para invitar a los presentes a no conformarse con un interés superficial, sino a anhelar un encuentro personal y profundo con Cristo. “No se trata solo de saber quién es Jesús, sino de permitir que su amor transforme nuestras vidas”, afirmó.
Además, recordó a los madrugadores que su labor es un testimonio de fe activa y que, a través de su servicio, están llamados a ser luz en el mundo, llevando el mensaje de esperanza y salvación a aquellos que se encuentran en la oscuridad.
Al finalizar la misa, el obispo convocó a los Madrugadores a presentarse frente al altar a los fines de darle una bendición.
Allí, Torrado Mosconi se dirigió nuevamente a los madrugadores, agradeciendo sinceramente a cada uno por su dedicación y esfuerzo a lo largo de esta década. Reconoció el compromiso y la pasión con la que han trabajado, diciendo que su labor ha sido fundamental en el desarrollo espiritual de muchas personas en la comunidad.
Hizo un llamado a continuar con su misión, subrayando que cada uno de ellos es un instrumento de la gracia de Dios. Les recordó que su trabajo no solo beneficia a los presentes, sino que tiene un impacto generacional, sembrando semillas de fe y esperanza en el corazón de muchos.
El obispo impartió una bendición especial, pidiendo a Dios que les otorgue fortaleza, sabiduría y renovada pasión en su caminar. “Que sigan siendo un faro de amor y un testimonio viviente de la misericordia divina”, concluyó. También instó a todos a llevar este espíritu de servicio más allá de la comunidad, recordando que cada uno tiene un papel en el anuncio del Evangelio.
Finalmente, con un mensaje de esperanza, el obispo animó a los presentes a mantener viva la llama de su fe y a nunca dejar de buscar esa relación personal y transformadora con Cristo, que es el verdadero fundamento de su misión.
Reflexión del Obispo sobre ‘Madrugadores del 9’
Agencia MTR