El Hogar San Camilo, ubicado en Vagues, San Antonio de Areco, es una obra de la Orden de los Ministros de los Enfermos, conocida como los camilos, que lleva más de 45 años brindando atención a personas con discapacidades, en su mayoría relacionadas con la parálisis cerebral. Actualmente, alberga a 60 residentes, muchos de los cuales requieren asistencia en todas sus actividades diarias.
El padre Francisco, que llegó a este hogar tras una trayectoria como abogado y funcionario del poder judicial en Usuhaia, sintió desde joven una vocación hacia la vida religiosa. Después de un proceso de discernimiento, fue guiado hacia la Orden de San Camilo, donde su labor se centra en el cuidado y la atención a personas desvalidas, en un enfoque similar al de la madre Teresa de Calcuta.
El hogar no solo ofrece un espacio de residencia, sino que también promueve un ambiente de amor y dignidad para sus residentes, muchos de los cuales han estado allí desde la infancia. La misión de la congregación es seguir el ejemplo de Jesús, acercándose a los que sufren y brindando apoyo en su camino.
En ese pequeño pueblo- Vagues-, desde hace 45 años, funciona un hogar que ha sido un pilar fundamental para personas con discapacidades profundas. Desde su apertura, muchos de sus residentes han encontrado aquí un lugar seguro y lleno de oportunidades. Algunos de ellos han estado en el hogar desde su fundación, y hoy, con edades que rondan los 60 años, cuentan historias de vida marcadas por el amor y el apoyo que han recibido.
El hogar se estableció en un contexto de necesidad social. En sus inicios, era gestionado por el estado y se enfocaba en ofrecer atención a niños y adolescentes que, por diversas razones, no podían permanecer en sus familias. Con el tiempo, la situación de muchos de estos jóvenes cambió, y algunos llegaron a ser adultos que aún necesitan asistencia. La mayoría de ellos proviene de contextos de vulnerabilidad social y familiar, con historias únicas que reflejan la complejidad de sus vidas.
Cómo se Brinda el Sostén
El hogar alberga a cerca de 60 personas, pero la atención que brinda es mucho más amplia. Con un equipo interdisciplinario de casi 100 profesionales, se aseguran de que cada residente reciba la atención necesaria. Esto incluye cuidadores, enfermeras, médicos, psicólogos, kinesiólogos y terapeutas ocupacionales, entre otros. Además, cuentan con servicios de mantenimiento y un equipo de cocina que se encarga de ofrecer alimentos nutritivos.
Los recursos para mantener esta operación provienen principalmente de las obras sociales de los residentes, así como de un programa estatal conocido como “Incluir Salud”, que proporciona una pensión no contributiva y una prestación similar a la de una obra social. Este sistema asegura que las necesidades de los residentes estén cubiertas, aunque las donaciones también juegan un papel crucial en el funcionamiento del hogar.
Un Espacio de Excelencia
Lo que distingue a este hogar es su compromiso con la calidad. No se trata solo de cumplir con las normativas básicas, sino de ofrecer un servicio de excelencia. Las instalaciones están equipadas con tecnología de punta, incluyendo un sistema de grúas aéreas y una sala de estimulación multisensorial. Además, el ambiente es acogedor y diseñado para proporcionar bienestar a los residentes.
El hogar está abierto a visitas, invitando a la comunidad a conocer de cerca el trabajo que realizan. Aquellos que lo visitan suelen quedar impresionados por la dedicación y el cuidado que se ofrece a cada persona. La filosofía del hogar no solo busca atender las necesidades básicas, sino también fomentar un ambiente de amor y respeto.
A lo largo de los años, ‘este hogar ha demostrado ser mucho más que un refugio’ resalta el sacerdote Berola; es un lugar donde se construyen vínculos, se ofrece esperanza y se celebra la vida en todas sus formas. Con un equipo comprometido y un enfoque en la calidad de atención, este hogar sigue siendo un faro de luz para aquellos que más lo necesitan.
Lo que describe el sacerdote es un profundo compromiso y dedicación hacia el cuidado de personas con discapacidades o en situaciones vulnerables. La formación de los profesionales en un hogar como el que mencionas es fundamental y abarca diversas áreas. Los terapeutas ocupacionales, kinesiólogos, musicoterapeutas, nutricionistas y otros profesionales trabajan juntos para ofrecer un enfoque integral, asegurando que cada individuo reciba la atención que necesita.
Este entorno también se convierte en un espacio de aprendizaje constante, tanto para los profesionales como para los cuidadores. Cada miembro del equipo no solo aporta su experiencia técnica, sino también su empatía y humanidad, fundamentales en este tipo de trabajo. Como mencionas, la experiencia de tocar la “carne de Cristo sufriente” es clave para conectar con los residentes de una manera más profunda. Esto transforma la percepción inicial que muchos pueden tener sobre el cuidado de personas con discapacidades, al ver más allá de sus condiciones y reconocer sus personalidades, emociones y historias individuales.
La metáfora de la madre y su hijo refleja perfectamente cómo el amor puede cambiar la perspectiva sobre las dificultades. Al cuidar a estos individuos con amor y dedicación, los trabajadores no solo cumplen con una tarea, sino que también construyen relaciones significativas que enriquecen tanto a los cuidadores como a los cuidados.
Además, la comunidad en la que se trabaja, con su legado y la colaboración de todos, refuerza la idea de que el cuidado es una labor compartida. Celebrar los cumpleaños y tener cuidadores asignados crea un ambiente familiar y afectuoso, donde cada persona es valorada. El hecho de que el hogar “atraiga” a quienes trabajan allí es testimonio de la profundidad de esas conexiones.
‘La formación, el amor y el trabajo en equipo son pilares fundamentales en este tipo de instituciones, y son lo que permite que el cuidado se transforme en una experiencia enriquecedora para todos’, destaca el abogado-cura.
El padre Francisco Berola, resalta que ‘este hogar ofrece un refugio y una familia a niños y jóvenes con discapacidades, creando un ambiente donde el cuidado y el respeto son fundamentales’.
Las actividades diarias en el hogar son diversas y enriquecedoras. Desde kinesiología y talleres de arte hasta paseos por la comunidad, los niños participan en una variedad de experiencias que les permiten desarrollarse y socializar. “Queremos que los chicos se sientan parte de algo más grande”, explica el padre Francisco, destacando la importancia de las relaciones en la vida de cada persona.
El hogar también mantiene un vínculo estrecho con la comunidad de San Antonio de Areco. Las familias visitan con frecuencia, y los chicos participan en actividades organizadas por la municipalidad, como talleres de teatro y ferias. “Es esencial que se sientan conectados con el mundo que los rodea”, dice el padre Francisco.
La labor del Hogar San Camilo no solo transforma vidas de los niños, sino que también impacta a las trabajadoras y voluntarios, quienes encuentran en esta experiencia un sentido de propósito. “Cada día es una oportunidad para dar y recibir amor”, expresa el sacerdote de boca de una de las trabajadoras.
El padre Francisco resalta que, a pesar de las dificultades económicas y los desafíos cotidianos, el hogar es un lugar de esperanza. “Cuando uno se dedica a amar y servir, recibe mucho más de lo que da”, concluye.
El Hogar San Camilo continúa creciendo y buscando nuevas formas de apoyar a sus chicos, demostrando que el amor y la comunidad son fundamentales para construir un futuro mejor.
Los interesados en hacer donaciones para ayudar en la labor diario ingresar en www.hogarsancamilo.ar