San Juan Bosco vivió durante un periodo crucial en la historia de Italia conocido como el Resurgimiento italiano, que culminó con la unificación de Italia en 1870. Durante su vida, el contexto político y social estaba marcado por la transición de los estados italianos hacia un solo reino y la tensión entre la Iglesia y el nuevo Estado italiano.
Juan Bosco nació en una familia campesina en I Becchi, un pequeño pueblo en el Reino de Cerdeña. Fue el 16 de agosto de 1815. A la temprana edad de nueve años, tuvo un sueño que marcó el inicio de su misión: en él, recibió la instrucción de no usar la fuerza para guiar a los jóvenes, sino la amabilidad. Este sueño sería fundamental en el desarrollo de su método educativo.
Nació como Giovanni Melchiorre Bosco y falleció el 31 de enero de 1888 en Turín, Reino de Italia y se encuentra en la sepultura de la Basílica de María Auxiliadora, Turín.
En su juventud, trabajó en varios oficios para financiar su educación, y después de superar numerosas dificultades, fue ordenado sacerdote en 1841. En Turín, Bosco se dedicó a trabajar con jóvenes marginados y empobrecidos, creando instituciones y métodos educativos innovadores.
Fundó la Congregación Salesiana, la Asociación de María Auxiliadora (ADMA), y otros movimientos y publicaciones destinados a la formación y educación de jóvenes. Su enfoque pedagógico, conocido como el sistema preventivo, se basa en la razón, la religión y el amor, y buscaba prevenir el mal en lugar de castigarlo.
Don Bosco fundó numerosos colegios y centros educativos en Europa y América Latina, abarcando países como Argentina, Francia, Uruguay, Colombia, y Brasil, entre otros. Su legado perdura en la Familia Salesiana, una red global de instituciones y obras dedicadas a la educación y el bienestar de los jóvenes.
La canonización de San Juan Bosco en 1934 y su reconocimiento como “Padre, Maestro y Amigo de los Jóvenes” por Juan Pablo II subraya su impacto duradero en la educación y la espiritualidad católica. Su método y enseñanzas siguen influyendo en la educación juvenil y en el trabajo social en todo el mundo.
Durante el siglo XIX, la Revolución Industrial y el cambio social en Europa llevaron a la explotación infantil y la pobreza extrema, lo que impulsó el trabajo de Don Bosco en favor de los jóvenes desfavorecidos. Su trabajo se llevó a cabo en un momento de gran transformación en Italia, entre la unificación del país y los desafíos que enfrentaba la Iglesia católica en ese período.
La vida y obra de San Juan Bosco no solo son testimonio de su compromiso con la juventud y la educación, sino también de su habilidad para adaptar la enseñanza y la pastoral a las necesidades cambiantes de su tiempo.