Con alegría observo la reparación del camino a Morea. Con preocupación se puede ver que los pozos no se cubren y afecta a la circulación de quienes a diario lo transitamos. Se trata del camino rural que conecta la rotonda de la R5 con esa localidad. Y ese tránsito diario los agrandará.
A pesar de la reciente pasada de maquinaria de la red vial de la municipalidad, los problemas persisten de manera considerable.
Los pozos, además de no rellenarse no son nivelados. Ello representa un peligro significativo para la integridad física de los conductores. Además, se han creado montículos en el centro del camino, obligando a los vehículos a desviarse de su trayectoria segura, aumentando así el riesgo de accidentes, especialmente en áreas donde el escurrimiento natural se ve comprometido.
Es difícil entender por qué no se ha designado un supervisor para asegurar que estos trabajos se realicen adecuadamente.
La falta de atención a los detalles básicos, como el relleno de charcos de barro que podrían convertirse en peligrosos baches, muestra clara negligencia por parte de quienes tienen la responsabilidad de mantener nuestras vías seguras y transitables.
No es aceptable que después de un trabajo de mantenimiento, los problemas persistan de manera tan evidente, salvo que el observador se haya anticipado con las consideraciones y no se ha terminado la labor.
Que estas consideraciones sirvan como un llamado a la acción y que pronto veamos mejoras significativas en el mantenimiento de nuestra infraestructura vial rural.
Agencia MTR