El anarcocapitalismo, una corriente económica del liberalismo que emergió a mediados del siglo XX, aboga por una sociedad fundamentada en un sistema de libre mercado para garantizar la libertad individual.
Hacia ello apunta el presidente de argentina Javier Milei.
Esta ideología sostiene que las interacciones pacíficas y voluntarias son posibles únicamente en ausencia de la intervención estatal, a la cual considera un agente coercitivo y monopolizador de la violencia.
Sin embargo, el titular del Ejecutivo Nacional, hay aspectos que no ve.
Principios Fundamentales
1. Principio de no agresión:
Este principio es crucial en el anarcocapitalismo y establece que la violencia es inadmisible, lo que incluye acciones como la imposición de impuestos, el robo y el fraude, ya que estos actos violan la propiedad privada. Los anarcocapitalistas argumentan que el estado, al imponer impuestos, utiliza la violencia para obtener ingresos y, por tanto, debe ser abolido. En su lugar, proponen un sistema donde los intercambios voluntarios y pacíficos sean la norma, eliminando la agresión estatal.
Se podrá cambiar un orden establecido como regulador del comportamiento del hombre en sociedad, lo que no se contempla, o no se cuestiona.
2. Propiedad privada:
El anarcocapitalismo defiende que cada individuo tiene derecho a la propiedad sobre su cuerpo y sobre los recursos que apropia mediante el trabajo. Este concepto de apropiación original indica que una persona debe trabajar una tierra sin dueño para reclamarla como propia.
Este enfoque asegura que los derechos de propiedad se basen en el esfuerzo personal y que cualquier transferencia de propiedad debe ser pacífica y voluntaria, excluyendo cualquier forma de violencia.
Todas las tierras tienen un dueño, ya que si no pertenecen a una persona jurídica o física, serán del Estado.
3. Ley y orden:
Contrario a la noción de que el estado debe monopolizar la seguridad y la justicia, el anarcocapitalismo propone que estas funciones sean desempeñadas por empresas privadas en un mercado libre. Los anarcocapitalistas creen que estas empresas pueden proporcionar servicios de seguridad y justicia de manera más eficiente y a menor costo que el estado, promoviendo así una competencia que mejora la calidad y accesibilidad de estos servicios.
Se corre el riesgo que el principio de igualdad, equidad y justicia se vulnere por el de interés, por la influencia que pueden recibir los representantes de las organizaciones privadas a tal fin.
La propuesta anarcocapitalista presenta una visión radicalmente diferente de la organización social y económica, donde la ausencia total del estado se percibe como la máxima expresión de la libertad individual.
Sin embargo, esta perspectiva enfrenta críticas significativas.
La principal preocupación es que, sin una autoridad central, las desigualdades podrían exacerbarse, y los servicios esenciales como la seguridad y la justicia podrían volverse inaccesibles para quienes no puedan pagarlos.
Además, la ausencia de regulaciones podría dar lugar a prácticas empresariales abusivas y monopolios privados que, paradójicamente, podrían ser tan coercitivos como el estado que el anarcocapitalismo busca abolir.
En conclusión, aunque el anarcocapitalismo promueve una idealización de la libertad individual y la eficiencia del libre mercado, también plantea serios desafíos sobre la equidad y la protección de los derechos fundamentales.
Es esencial evaluar críticamente tanto los beneficios como los riesgos potenciales de una sociedad sin intervención estatal para comprender mejor las implicaciones de esta ideología.