En reportaje reciente que se le hiciera a la intendente de Nueve de Julio, María José Gentile en ‘Despertate’ por las radios Cadena Nueve y 89.9 Máxima, por el periodista Gustavo Tinetti, la mandaria del distrito resaltó que ‘se vive un cambio de época’ e hizo una pincelada que las transformaciones que se comienzan a transitar requieren una comprensión profunda y matizada de sus múltiples dimensiones y efectos. La médica en el tenor del dialogó no profundizó sus dichos, ya que no se le consultó, pero abrió interrogantes.
Esa frase, que muestra a una política entendiendo la realidad, como enfermedad que acaba de diagnosticar, me invitó a señalar algunos aspectos que hacen al denominado ‘cambio de época’ ya que atraviesa a la sociedad en todas sus dimensiones.
Un cambio de época es un circunstancia histórica que viene acompañada de riesgos y oportunidades y que no es ni buena ni mala. Es un momento o etapa que hay que comprender y aprender a convivir. Llegan transformaciones importantes ya que lo que se pensaba ayer, hoy carece de relativa validez.
Esta perspectiva resalta la importancia de analizar tanto las amenazas como las oportunidades que surgen en estos períodos de transición, entendiendo que son parte de un proceso inevitable y continuo en la evolución de las sociedades. Como la adolescencia en una persona. Hay que vivirla, y conforme como lo haga habrá consecuencias.
En primer lugar, es incuestionable que el cambio de época trae consigo aspectos positivos significativos:
- Interconexión Global: La creciente interconexión entre personas, gobiernos, culturas y economías facilita el intercambio de información, experiencias, tecnologías y otros activos que impulsan el crecimiento y el desarrollo económico. Esta conectividad global permite una colaboración sin precedentes y el acceso a una diversidad de conocimientos y recursos.
- Avances Tecnológicos: La revolución científico-técnica, el internet y los medios de comunicación han disparado la productividad, la innovación y han permitido avances importantes en salud y educación a nivel mundial. Estos avances tecnológicos han mejorado la calidad de vida de muchas personas y han abierto nuevas posibilidades para el progreso humano.
A pesar de estos aspectos positivos, es esencial reconocer y abordar los numerosos desafíos que surgen con el cambio de época. Estos pueden agruparse en tres grandes áreas problemáticas:
- Crisis Cultural: Esta es quizás la cara más visible del cambio de época, marcada por el auge del relativismo postmoderno, el individualismo extremo, el consumismo y el narcisismo. Las nuevas tecnologías, en muchos casos, se ponen al servicio del mercado y del consumo, a menudo a expensas del respeto y la dignidad humana. Las identidades culturales se debilitan, los valores éticos y morales pierden relevancia y el sentido de comunidad se erosiona (V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, 2007).
- Crisis de los Modelos Económicos: La falta de equilibrio entre las fuerzas del mercado y del Estado, la insostenibilidad del estado de bienestar, el aumento de la desigualdad y los desafíos ambientales son problemas económicos centrales en este cambio de época. La revolución tecnológica plantea retos significativos en términos de empleo y métodos de gestión económica. Además, la insuficiente democratización de las relaciones económicas y los insostenibles niveles de consumo son cuestiones críticas que necesitan ser abordadas.
- Desafíos Políticos: La crisis de los partidos políticos y del “gobierno de partidos” (como ocurre en algunos países, y argentina va hacia ello), la apatía ciudadana, el populismo y la incapacidad de los estados para gestionar eficazmente los problemas sociales son desafíos políticos fundamentales. La representatividad y la calidad democrática están en entredicho, y es esencial encontrar formas de revitalizar la participación ciudadana y mejorar la gobernabilidad.
De estas tres dimensiones, la crisis cultural es la que demanda un mayor esfuerzo.
A menudo, los problemas políticos y económicos tienen como trasfondo una crisis cultural y de valores.
En el caso específico, nuestro país, más allá de los problemas políticos y económicos que son sustantivos, es crucial abordar el cambio cultural y la crisis de valores. Este reto es fundamental para superar las dificultades presentes y construir un futuro más próspero y humano.
La antropología, a través de su historia muestras como el hombre en sociedad se ha ido acomodando a las circunstancias y han florecido nuevas oportunidades de convivencia, sabiendo que el egoísmo es parte de la idiosincrasia humana y debe despojarse, en presente y futuro.
El Papa Francisco, en su exhortación apostólica, ofrece cuatro principios que pueden guiar el desarrollo de una convivencia social armoniosa y una sociedad capaz de enfrentar los desafíos del cambio de época:
- El tiempo es superior al espacio: Este principio enfatiza la importancia de trabajar a largo plazo y tener paciencia ante situaciones adversas.
- La unidad prevalece sobre el conflicto: Aunque el conflicto no puede ser ignorado, es esencial no quedar atrapados en él y mantener la perspectiva de unidad.
- La realidad es más importante que la idea: Este principio llama a evitar diversas formas de ocultar la realidad y a centrarse en la verdad y la sabiduría práctica.
- El todo es superior a la parte: Es crucial ampliar la mirada y buscar un bien mayor que beneficie a todos, evitando el enfoque excesivo en cuestiones limitadas y particulares.
En conclusión, el cambio de época es un fenómeno complejo y multifacético que ofrece tanto desafíos como oportunidades.
No hay más opción que asumirlo, y es necesario hacerlo con una actitud positiva y optimista. Entender y aceptar este proceso nos permite aprovechar las oportunidades para un mayor desarrollo humano integral a nivel global, superando los riesgos y dificultades que trae consigo.
En última instancia, el éxito en este contexto depende de nuestra capacidad para adaptarnos, innovar y mantener firmes nuestros valores fundamentales mientras navegamos hacia el futuro.
Se vive un cambio de época, quien no entiende su trascendencia, es como quedarse al intemperie en los extremos de las temperaturas ambiente y tendrá que hacerse cargo de las consecuencias.