«Señores: Como un estímulo para los aviadores valientes, deseo ofrecer, a través de los auspicios y reglamentos del Aero Club of America, un premio de $ 25000 para el primer aviador que cruce el Atlántico en un vuelo de París a Nueva York o Nueva York a París (…). Muy atentamente, Raymond Orteig».
Interesante, pensó Charles Lindbergh y 8 años después, un día como hoy en 1927, aterrizó en París y completó con éxito el primer vuelo trasatlántico sin escalas, llevándose el premio de aproximadamente $ 375000 de hoy. El avión con el que lo logró había sido diseñado por él mismo y bautizado con el nombre de «Spirit of St. Louis». Había despegado de Nueva York y el vuelo duró 33 horas y media en las que recorrió 5900 km en solitario.
Cinco años después de que Charles Lindbergh lo lograra, el 21 de mayo de 1932, la aviadora americana Amelia Earhart, decimosexta mujer en recibir una licencia de piloto, se convirtió en la primera mujer en atravesar, también pilotando sola, el Océano Atlántico. Puesto que no tomaba café o té, Amelia se mantenía despierta oliendo sales. Solo llevaba un termo con sopa y una lata de jugo de tomate. En esa travesía impuso más marcas: primera mujer en hacer un vuelo solitario en el Atlántico, primera persona en hacerlo dos veces, la distancia más larga volada por una mujer sin parar y récord por cruzarlo en el menor tiempo.
Amelia desapareció misteriosamente el 2 de julio de 1937 cuando intentaba circunnavegar el globo terráqueo desde el ecuador y fue declarada legalmente muerta en 1939.
De ella: «La aventura vale la pena en sí misma (…) La manera más efectiva de hacer algo es hacerlo (…) Lo más difícil es la decisión de actuar, el resto es meramente tenacidad. Puedes actuar para cambiar y controlar tu vida; el proceso es tu propia recompensa».
Agencia MTR