El Himno Nacional Argentino es una pieza rica en historia y significado. Fue escrita en un momento crucial para la independencia y la formación de la identidad nacional argentina.
En 1812, la Asamblea del Año XIII encargó una canción patriótica para representar los ideales de libertad emergentes en Argentina.
Vicente López y Planes, junto con fray Cayetano Rodríguez, recibieron el encargo. La obra de López y Planes fue presentada frente al Cabildo en noviembre de 1812 y comenzó a ganar popularidad.
Inicialmente llamada “Marcha Patriótica”, luego “Canción Patriótica Nacional” y más tarde simplemente “Himno Nacional Argentino”, la canción sufrió modificaciones en su letra en 1813 para adaptarse a los cambios políticos y a las relaciones internacionales de la época.
El 11 de mayo de 1813, se oficializó como himno nacional. Durante su evolución, la música fue compuesta por Blas Parera en 1813 y posteriormente arreglada por Juan P. Esnaola en 1860.
En 1900, por un decreto oficial, se decidió que solo se interpretaran la primera y última estrofa, además del coro, con el objetivo de otorgar al himno una mayor “atemporalidad” y resolver tensiones diplomáticas con España.
El himno refleja los ideales de libertad e igualdad propios de la Ilustración y la Revolución Francesa. La frase “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!” condensa el espíritu del himno, simbolizando la lucha por la independencia y la formación de una nación basada en la libertad y la igualdad.
El uso del símbolo de los laureles en la letra representa la victoria y el deseo de que los logros obtenidos sean duraderos. Asimismo, el himno celebra la unidad y la valentía del pueblo argentino en su lucha por la libertad.
En resumen, el Himno Nacional Argentino es más que una simple canción; es un símbolo de la lucha por la libertad y la identidad nacional argentina, que ha perdurado a lo largo de la historia. Es además, la canción que une al pueblo en su conjunto por encima de toda diferencia de la índole que fuere.
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