Los argentinos hemos olvidado el origen de nuestra doctrina jurídica, que se origina en la Escuela de Salamanca y sentó las bases de la soberanía popular, el estado democrático y la independencia de nuestros pueblos de la Corona Española. Uno de sus máximos exponentes fue el jesuita Francisco Suárez, quien sostenía que un juramento de fidelidad al poder político no puede ser un vínculo de injusticia y que, si lo fuera, el juramento sería nulo y nadie estaría obligado a cumplirlo u obedecerlo. Incluso el pueblo tendría el deber de rebelarse si las leyes fueran tiránicas, llegando al tiranicidio.
Según se ha difundido en los medios de comunicación, el administrador político del Estado Argentino habría dicho: “los voy a dejar sin un peso, los voy a fundir a todos”, en referencia a los gobernadores de provincias. Esta expresión política revela la intención del mandatario de ir contra el FEDERALISMO, centralizar el poder y el dinero en el gobierno nacional, sin respetar la autonomía y la coparticipación de las jurisdicciones provinciales. Esta actitud es propia de un gobierno mesiánico y autoritario, que se cree investido de una misión divina y que no tolera la disidencia ni la pluralidad.
Siguiendo la Doctrina del jesuita Suárez, debemos pensar en un Juicio Político y destitución por “incapacidad mental”. El art. 53 de nuestra Ley Suprema establece que la Cámara de Diputados ejerce el derecho de acusar ante el Senado al Presidente … en las causas de responsabilidad que se intenten contra ellos, por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones…si el presidente persiste en su conducta arbitraria y violatoria de la Constitución, podría ser sometido a este proceso, que implicaría su remoción del cargo.
Otra posibilidad es que directamente presente su renuncia por “vacío de poder”, como le sucedió a la presidencia de la Rúa cuando un importante dirigente radical, de la línea socialdemócrata, lo llama desde la propia casa del Dr. Raúl Alfonsín para decirle que la UCR ya no lo acompaña, al darse cuenta que estaba solo, renunció: “las cacerolas no voltean gobiernos”. Esta opción dependerá de que el administrador pierda el apoyo de los radicales y del macrismo y de los trabajadores organizados, que se manifiesten en las calles peticionando su remoción por la gestión que está realizando.
Sin embargo, puede suceder que dé un auto-golpe, como el de Fujimori o Castillo en Perú, o el de Abdala Bucaram en Ecuador, y cierre el Congreso de la Nación, alegando que es corrupto y que obstaculiza su plan de gobierno. Para ello, intentará poner en funcionamiento una “fiscalía especial” para investigar el enriquecimiento de Senadores y Diputados, Gobernadores e Intendentes, y usarla como instrumento de persecución política. Esta opción sería la más grave, ya que implicaría la ruptura del orden constitucional y la instauración de una tiranía.
Aquellos que hemos estudiado historia en la primaria y secundaria, anterior a la década del ’90, sabemos que todo gobierno con características de “mesianismo”, de “salvadores del pueblo”, solo trae pobreza y atraso, y si están cruzados por ideologismos liberal o socialdemócrata la pobreza y la miseria es peor, comienza a estratificarse.
Ahora, debemos preguntarnos, dada la situación real de la Argentina ¿puede preocuparse por tener déficit cero? Argentina tiene la mitad de su pueblo empobrecido, con 8.500.000 de pibes subalimentados, crecimiento de los delitos especialmente el narcotráfico, sin infraestructura, sin investigaciones científicas estratégicas, sin una burguesía nacional, quién invertirá en caminos, ramales ferroviarios, tecnología, producción de alimentos, por una cultura nacional. El sector privado no hará nada por ello, porque nunca lo hicieron y, principalmente, porque no tenemos empresas que le interesen al país. Si hubieran existido, por ejm., Alfonsín nunca hubiera deseconomizado a la Argentina, Menem no la hubiera desoberanizado y los Kirchner desnacionalizado su cultura. Solo al pueblo trabajador le importa su Patria, su nación, su bandera, nuestra historia y Malvinas.
Liberales y socialdemócratas nos empobrecieron, no el Estado que solo existe por sus hombres que lo administran y dirigen y ellos se apegan a ideologismos europeos. Y este gobierno liberal se aferra dogmáticamente a teorías europeas que fueron escritas para una economía diferente a la nuestra y para pueblos muy distintos a los nuestros. Y como otras tantas veces, terminará en un estrepitoso fracaso.
Por lo tanto, la situación política en Argentina se presenta desafiante y llena de riesgos. La posibilidad de un Juicio Político y destitución por “incapacidad mental” plantea interrogantes sobre el liderazgo actual. La crítica a la adhesión dogmática a teorías europeas, la falta de atención a la realidad socioeconómica y el riesgo de un auto-golpe ponen de manifiesto la necesidad de un análisis reflexivo y un diálogo abierto sobre el futuro del país. La Argentina se encuentra en un momento crucial, donde las decisiones tomadas pueden tener consecuencias significativas para nuestro pueblo, nuestra identidad nacional y el federalismo.
Luis Gotte