Con la llegada del verano y las altas lluvias de la Mesopotamia le abrieron las puertas a los mosquitos que estaban ausentes por la sequía. Los vientos, y luego las precipitaciones llevaron los insectos voladores a otras provincias. Una de ellas fue la bonaerense donde los espejos de agua ubicados a lo largo y ancho de todos los distritos, le facilitan el desarrollo.
En el caso de Nueve de Julio, mientras los vecinos piden que se fumigue, y todas las responsabilidades se endilgan a la comuna, una recorrida por la ciudad ponen en evidencia el descuido de los frentistas – muchos quejosos – en sus propias veredas y terrenos que le son propios.
Las recomendaciones de los estudiosos del fenómeno de su proliferación destacan que en primer lugar, en parques, propios y públicos, veredas, plazas y terrenos baldíos, lo primero que hay que tener es el pasto o gramilla bien cortada.
Sin embargo, por cada manzana de las más de 100 que tiene la ciudad – sin contar los nuevos emprendimientos urbanos que crecen semanalmente – entre dos y tres cuadras, más 3 que 2-, el campo visual muestra veredas con pastizales sin cortar y lotes o terrenos desocupados con grama alta, junto a basura en algunos casos, que facilitan la guarida de los mosquitos y roedores, entre otras alimañas, que con la caída del sol, se presentan en sociedad como los artistas a recitales altamente promovidos, y comienzan los primeros aplausos para su combate. Los aplaudidores están en colas de bancos, supermercados, mercados u otros comercios cuando hay que aguardar para su ingreso. También están en bancos de la plaza o cuando se camina de un lugar a otro. Algún distraído con alta autoestima, agradecerá que es aplaudido al verlo pasar, desconsiderando que se trata de una autoprotección de insectos voladores que pululan en una gama superior a las 3.500 variedades a nivel mundial.
Y ni hablar del fomento del dengue y la encefalitis equina.
Si bien es cierto que se carece de un seguimiento de fumigación por la autoridad pública, también los frentistas no consideran la realidad que fomentan, la cual es una responsabilidad propia. No cortan el pasto de sus terrenos ni de sus veredas.
Y donde más se necesita la fumigación es la zona rural, sabiendo que no es una solución definitiva ni la más eficaz para eliminar a los mosquitos o prevenir las enfermedades que transmiten.
Por eso hay que tener presente que la fumigación colabora en la reducción de insectos ya que el objetivo de la utilización de insecticidas es disminuir la cantidad de mosquitos adultos infectados que podrían transmitir enfermedades a personas sanas, cortando el ciclo de transmisión.
Se suma la otra realidad. La de los mosquitos que encuentran en esos pastos el mejor hábitat. Y es así cómo se mantienen:
- Los mosquitos adultos viven en interiores y exteriores.
- Los mosquitos pueden picar de día y de noche.
- Los mosquitos adultos viven cerca de 2 a 4 semanas, dependiendo de la especie, la humedad, la temperatura y otros factores. Los mosquitos hembra suelen vivir más tiempo que los mosquitos macho.
- Solo los mosquitos hembra pican a las personas y los animales para extraer sangre. Necesitan ingerir sangre para producir huevos.
- Cuando los mosquitos pican a personas y animales infectados, se infectan con microbios, como virus y parásitos.
- Solo se necesitan unos cuantos mosquitos infectados para comenzar un brote en una comunidad y poner a usted y a su familia en riesgo de enfermarse.
- Por eso desde el área de salud municipal como provincial se insiste en ‘descacharreo’. A eso hay que sumar, el cortar el pasto. Lo primero para toda campaña de combate.
- No todo es responsabilidad municipal. Hay responsabilidades compartidas.