En el escenario político argentino, el presidente Javier Gerardo Milei se ha destacado por su enfoque económico basado en principios liberales. En sus numerosas entrevistas y discursos, ha mencionado repetidamente teorías económicas que, para muchos, resultan complejas de comprender sin una formación específica en el campo.
En esta nota, me propongo arrojar luz sobre uno de los conceptos recurrentes en sus discursos: la “Mano Invisible”. ¿Qué significa realmente este término y cómo Milei planea aplicar esta teoría en su presidencia? Acompáñame en un viaje para desentrañar la esencia de la “Mano Invisible” y descubrir cómo podría influir en las decisiones económicas y políticas que darán forma al futuro del país.
Adam Smith, el padre de la economía moderna, introdujo este concepto en el siglo XVIII. Imaginen una fuerza que guía nuestras acciones individuales, una fuerza que opera en el mercado sin que nadie la controle directamente. Esa es la “mano invisible”. ¿Y por qué es tan importante? Porque nos muestra cómo, en un mercado libre y competitivo, nuestras decisiones egoístas de buscar nuestro propio beneficio contribuyen de manera indirecta al bienestar de toda la sociedad.
Cuando perseguimos nuestras metas personales, como emprendedores, trabajadores o inversionistas, estamos contribuyendo, de manera inadvertida, al progreso y desarrollo de la comunidad. La competencia y la interacción en el mercado actúan como un mecanismo eficiente para asignar recursos y generar riqueza.
Ahora bien, algunos podrían cuestionar esta idea, argumentando que en ciertos casos, el mercado no es perfecto y puede haber problemas como desigualdad.
Es cierto, ninguna teoría es perfecta, pero la clave está en equilibrar la libertad individual con la necesidad de intervenciones puntuales y regulaciones adecuadas.
Lo que defiende nuestro presidente es un enfoque liberal en la economía. Menos intervención del Estado, menos burocracia, y más libertad para que las personas persigan sus sueños y objetivos. La “mano invisible” nos recuerda que, cuando dejamos que las fuerzas del mercado operen, podemos lograr un equilibrio que beneficie a todos.
¿Cómo “usar la mano invisible” en tus compras del supermercado?
- Elección informada: Al conocer sobre los productos que compras, podes elegir aquellos que se alinean con tus necesidades y valores personales. Además, implica dejar de lado aquellos bienes o servicios con precios excesivamente elevados y buscar opciones sustitutas, como segundas marcas o directamente cambiar el producto.
- Preferencia por productos locales: Al optar por estos productos contribuís a la economía de tu comunidad y apoyas a los productores locales. La demanda de productos locales puede influir indirectamente en el desarrollo económico de la región.
- Consumo responsable: Al elegir productos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente, contribuís a la demanda de este tipo de productos en el mercado. Esto puede incentivar a las empresas a producir más artículos respetuosos con el medio ambiente y promover prácticas más sostenibles.
- Marcas éticas: Al seleccionar productos de marcas que siguen prácticas éticas y socialmente responsables, estás participando en la promoción de valores que consideras importantes. La preferencia por estas marcas puede influir en las decisiones de otras personas y en la dirección que toma el mercado.
- Apoyo a iniciativas sociales: Al elegir productos de empresas que participan en iniciativas sociales o benéficas, puedes contribuir a causas sociales. Esto puede motivar a otras empresas a adoptar prácticas similares.
En resumen, no se trata solo de la libertad para unos pocos privilegiados, sino de crear un entorno donde cada individuo tenga la oportunidad de prosperar. La “mano invisible” nos enseña que, en la búsqueda de nuestro propio interés, podemos contribuir al bienestar general.
Pero, no todos están de acuerdo. Algunas personas dicen que, en ciertos casos, como cuando hay problemas ambientales o mucha desigualdad, la “mano invisible” no es suficiente, y se necesita que alguien intervenga o regule el mercado.
Así que, aunque es una idea poderosa, también ha generado debates sobre cuánto debemos dejar que el mercado se maneje solo.
No utiliza “la mano invisible” del modo liberal. Milei es anarco capitalista. El mercado no está garantizado por el Estado; tampoco la propiedad privada ni las propiedades. Es anarquista y libertario. Cree solo en el orden natural: las transacciones son entre personas (física y jurídicas) sin marco regulatorio. La contradicción que tiene es que es “capitalista” y no hay capitalismo sin Estado. Por eso destruye, no solo al Estado sino también a la economía privada. En el marco teórico de Milei no hay macroeconomía porque la macroeconomía refiere a la economía de un país y Milei no cree en los países, no cree en las fronteras. No habría sido tan problemática su postura en el paradigma del globalismo que finalizó: el problema es que en 2017 comenzó el paradigma de los nacionalismo (no del nacionalismo europeo, que construye fronteras destruyendo a los pueblos distintos, por eso hubo tantas guerras), es un nacionalismo hispanoamericanos que se diferencia de los pueblos vecinos; nacionalismo de inclusión, que tiende puentes con los países vecinos o nacionalismo de exclusión, que levanta muros con los pueblos vecinos. Pero un paradigma sin guerras, con fuertes proteccionismos y altísimas interacciones económicas entre los países. Es decir, Milei es una singularidad que no tendrá lugar en el mundo.
Corrijo algunos errores sintácticos de mi comentario: No utiliza “la mano invisible” del modo liberal.
Milei es anarco capitalista.
El mercado no está garantizado por el Estado; tampoco la propiedad privada ni las propiedades. Es anarquista y libertario.
Cree solo en el orden natural: las transacciones son entre personas (físicas y jurídicas) sin marco regulatorio. La contradicción que tiene es que es “capitalista” y no hay capitalismo sin Estado. Por eso destruye, no solo al Estado sino también a la economía privada.
En el marco teórico de Milei no hay macroeconomía porque la macroeconomía refiere a la economía de un país y Milei no cree en los países, no cree en las fronteras. No habría sido tan problemática su postura en el paradigma del globalismo que finalizó: el problema es que en 2017 comenzó el paradigma de los nacionalismos (no del nacionalismo europeo, que construye fronteras destruyendo a los pueblos distintos, por eso hubo tantas guerras), es un nacionalismo hispanoamericano que se diferencia de los pueblos vecinos (nacionalismo de inclusión, que tiende puentes con los países vecinos o nacionalismo de exclusión, que levanta muros con los pueblos vecinos).
Pero un paradigma sin guerras, con fuertes proteccionismos y altísimas interacciones económicas entre los países.
Es decir, Milei es una singularidad que no tendrá lugar en el mundo.