Hace unos días atrás, el domingo pasado, fue el Día Internacional de las Personas de Edad. Pero que significa hoy ser “personas de edad”, proponemos un ejemplo, que debe haber muchos más desconocidos, que no entra dentro de algunos cánones que la sociedad de hoy encasilla a los de la tercera edad.
Ella es Emiliana Folch, más conocida como “la abuela de Psicopedagogía”, se graduó a los 75 años de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que lucha contra los prejuicios sobre la vejez.
“Envejecer no es una tragedia. Es lo normal de la vida, pero igual hay que seguir creciendo en habilidades, en relaciones y en participación. Todos somos necesarios en una sociedad”, afirma.
A los 66 años, se jubiló y tomó la decisión de inscribirse en la Licenciatura en Psicopedagogía la Escuela de Humanidades (EH) de la UNSAM, pensando en sus viejos alumnos, los logros como docente, pero hubo algo que la motivó más aún, el saber lo que le falta para trabajar en educar niñas, niños y adolescentes. Así se inscribió en la carrera universitaria.
Hoy ya graduada en psicopedagogía, es ayudante de cátedra, estudia un posgrado y cuida a su nieto.
“La abuela de psicopedagogía”, como la bautizaron sus compañeros durante la cursada, brindó el discurso de apertura en la ceremonia de colación de grado en el Auditorio Carpa del Campus Miguelete. Y hubo más: en el acto estuvo acompañada por Martina Alberti, exalumna suya del Instituto Ballester Deutsche Schule de Villa Ballester, quien también obtuvo su diploma en la UNSAM tras recibirse de profesora en Ciencias de la Educación.
En su alocución en la ceremonia de graduación dijo: “La guerra en Europa, la hambruna, la escuela pública de Villa Ballester y la vida universitaria después de la jubilación. Tenía pocas herramientas para trabajar con chicos vulnerados. Por eso vine a estudiar a la UNSAM”.
Continuó: “Aprendí de mis padres -quienes sobrevivieron a un campo de exterminio nazi- que hay que focalizarce en aquello que se puede hacer”
“El prejuicio del viejismo hay que derrotarlo porque todos somos necesarios en una sociedad. A pesar de la edad, todavía me queda energía para hacer algo por los demás y lo siento como una obligación porque soy inmigrante”, afirmó en otra parte de su discurso.
Llegó a la Argentina a los 6 años, con sus padres que buscaban mejores condiciones de vida luego de la segunda guerra mundial. Provenía de Francia, el pueblo de Lourdes, dónde nació en 1948.
“Argentina me ha dado mucho. A este país le debo toda mi formación académica desde la escuela hasta la universidad que la hice sin pagar un peso”, señaló y advirtió que, como hija de un obrero español y una francesa, “no hubiera podido estudiar en Europa”.
“Nadie sale adelante solo. Todos somos el resultado de las generaciones que nos precedieron, de las manos que recibimos en nuestro camino, manos que tienen nombre y apellido, que fueron referentes y que fueron nuestros padrinos y nuestros ángeles protectores”.
Hoy, como Licenciada en Psicopedagogía integra el Programa Psicopedagógico para Adolescentes donde realiza actividades de intervención temprana junto con su compañero Adalberto Cardozo y trabaja como voluntaria en la Biblioteca Popular y Parlante Nuevo Ser, donde asiste en tareas de alfabetización a personas ciegas.
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