Cuando la voluntad política quiere, Argentina se posiciona entre los primeros países del mundo. Por esto fabricamos nuestros propios satélites, formamos parte del exclusivo club de los 10 países con esta capacidad.
Hoy la ciencia Argentina suma una herramienta fundamental, una supercomputadora, con capacidad de hacer 15.000 millones de millones de operaciones elementales entre números reales con expresión decimal, en un segundo.
Se instaló en el Centro de Cómputos del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
La unidad de medida usualmente utilizada para expresar la potencia de cálculo de una supercomputadora es el “FLOPs”, la sigla en inglés para “Operaciones de Coma Flotante por Segundo” (Floating Point Operations Per Second). Por lo que la capacidad de Clementina XXI es de 15,4 petaFLOPs.
La directora del SMN, Celeste Saulo, dió una explicación sobre la potencia de este superordenador: “un celular de última generación más o menos tiene una capacidad de cómputo de un teraflop”, pero como hacen falta 1000 teraFLOP para tener un petaFLOP, “esta computadora que tengo a mis espaldas equivale a tener 15.000 celulares operando exactamente todos en sincronía y con el mismo objetivo”.
“Es la inversión más grande que se ha hecho en computación en toda la historia argentina, y la computadora más grande de uso público en toda América Latina. Representa un salto de calidad en la capacidad de nuestros investigadores”, en su alocución en uno de sus pasajes expresó el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación,Daniel Filmus, acompañado por el ministro de Defensa, Jorge Taiana y la directora del SMN Celeste Saulo.
“Es una de las computadoras más poderosas del mundo, de hecho, es la número 82 en potencia. Si bien una pequeña parte estará destinada a la realización de pronósticos, el resto de su capacidad será para favorecer las investigaciones y experimentos de una enorme cantidad de disciplinas. Está ubicada en el SMN, pero estará disponible para el uso del Sistema Nacional de Cómputos, compuesto por 28 nodos en todo el país”, dijo Daniel Filmus
Por su versatilidad, además de la confección de pronósticos, la “máquina” será fundamental en temáticas que involucran a diversos campos científicos, como son el modelado en sistemas complejos; los análisis genómicos; la producción de fármacos; el diseño industrial; la exploración de cuencas petroleras; la inteligencia artificial; y todo lo relacionado con la ciencia de datos.
El nombre deriva de la primer computadora de uso científico que nuestro país tuvo, en 1960, a la que se le puso el nombre de Clementina. Por gestión de Manuel Sadosky, matemático, físico y científico de la computación argentino considerado por muchos como el padre de la computación en la Argentina, fue el creador de la carrera de Computador Científico (muchos estudiantes de ingeniería y ciencias matemáticas usan los libros de análisis matemático de este brillante Argentino), se la instaló en la Facultad de Ciencias Exactas.
Un año después se completaría el círculo de formación e investigación en el área al crearse el Instituto de Cálculo. Una época dorada para la Universidad de Buenos Aires, protagonizada por figuras como Rolando García, Pedro Zadunaisky, Sigfrido Mazza, Oscar Varsavsky, Julián Aráoz y Mario Gradowczyk.
Fue interrumpido por el gobierno militar de Juan Carlos Onganía, en la noche de los Bastones Largos, que frenaron el crecimiento de la ciencia Argentina. Hoy Argentina, cómo decíamos al principio, por voluntad política, esta a la vanguardia en las ciencias, con herramientas para su desarrollo, Clementina XXI es la poderosa máquina que ayudará a los científicos.