A 10 años de la histórica renuncia de Benedicto XVI

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Hace 10 años, el jueves 28 de febrero de 2013 a las 20 hs. (hora de Roma), Benedicto XVI hacía efectiva su renuncia a la sede de San Pedro, convirtiéndose en el primer Papa emérito en los 2000 años de historia de la Iglesia Católica.

Es sabido, y está indicado en el Derecho Canónico (el derecho interno de la Iglesia), que un obispo debe presentar la renuncia a su cargo el mismo día en que cumple 75 años. Luego de un tiempo el Papa acepta su renuncia y automáticamente el que antes era obispo titular pasa a ser obispo emérito. Tal es, por ejemplo, la situación de Mons. Martín de Elizalde, obispo emérito de Nueve de Julio desde 2015 (al haber cumplido la edad establecida por el derecho). 

Sin embargo el cargo de Papa es un cargo vitalicio, es decir, que dura desde la designación hasta la muerte. Históricamente se había dado que en contextos eclesiásticos mucho más complejos que el actual algunos papas había renunciado a su cargo presionados por cardenales, reyes, emperadores y hasta por otros que se autoproclamaban papas. Pero más allá de esas excepciones puntuales el Papa moría en su cargo. Así ocurría ininterrumpidamente desde hace 6 siglos.

De allí la sorpresa que produjo en el mundo la decisión de Benedicto XVI. Él mismo lo había anunciado ante los cardenales 17 días antes, el 11 de febrero. En aquella ocasión sorprendió que el Papa comenzará a leer un texto en latín en plena audiencia con los purpurados, cuando el idioma habitual en el Vaticano es el italiano. Si bien el latín, idioma oficial, es estudiado y conocido en los himnos y textos litúrgicos, no es un idioma que se hable. Por lo que, a medida que el Papa iba leyendo el comunicado en el que anunciaba su decisión de renunciar,  los cardenales y obispos presentes comenzaron a mirarse con incredulidad, preguntandose si estaban entendiendo correctamente lo que el Papa decía. Se trataba de la primera vez que un papa renuncia libremente a su cargo.

Entre otras cosas Benedicto dijo que: “para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Aquel 28 de febrero por la mañana se reunió con los cardenales, y allí declaró: “Entre ustedes, en el Colegio Cardenalicio está el futuro Papa al cual ya desde hoy prometo mi incondicional reverencia y obediencia.” Efectivamente, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio estaba presente entre los purpurados.

Benedicto XVI saluda al cardenal argentino Jorge Bergoglio a horas de su renuncia el 28 de febrero de 2013

A las 17 hs. el aun papa reinante se despidió de San Pedro desde el helipuerto ubicado en los jardines vaticanos. Desde allí sobrevoló Roma hasta llegar a Castel Gandolfo, residencia de verano del papa y lugar desde el cuál culminaría su ministerio petrino. Durante el viaje aéreo, todas las campanas de la Ciudad Eterna repicaban al paso del helicóptero papal.

Al llegar a Castel Gandolfo una multitud esperaba a Benedicto quien se asomó desde la ventana y dijo: “Dentro de poco dejaré de ser Papa. Seré solo un peregrino que inicia la última etapa de su peregrinar por esta tierra y que quiere en ella rezar con todas sus fuerzas por el bien de la Iglesia y de la humanidad”.

Cuando el reloj de Castel Gandolfo marcó las 8 de la tarde comenzó oficialmente el período de Sede Vacante. Simbólicamente se cerró el portón del Palacio Apostólico, lugar de residencia de los Papas. La Guardia Suiza, custodia personal del Papa, abandonó su guardia allí y se puso al servicio del Colegio Cardenalicio hasta la elección de un nuevo Sumo Pontífice.

La vaticanista Giovanna Chirri considera que la renuncia de Benedicto XVI al papado no es un acto de cobardía o de fuga sino al contrario, un último acto (revolucionario, por cierto) de servicio a la Iglesia. Ratzinger, manifestó abiertamente al momento de renunciar su incapacidad física para seguir al frente de la Iglesia, y de no haber dimitido entonces hubiese continuado en el cargo hasta su muerte, producida el 31 de diciembre pasado, a sus 95 años.

 

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