miércoles, enero 8, 2025
miércoles, enero 8, 2025

Es fiesta de San Agustín

Se trata de un doctor de la Iglesia y patrón de los que buscan a Dios

Nacido el 13 de noviembre del año 354, en la actual Argelia con el nombre de Aurelius Augustinus, San Agustín, de pequeño fue instruido por su madre, Santa Mónica, en la fe católica.

No obstante, durante su juventud tuvo en un principio una vida muy desordenada, aunque la existencia del mal en el mundo le preocupó desde un principio.

Tuvo un hijo, llamado Adeodato, cuando no había alcanzado aún la veintena, y en esos años se identifica con el dogma del maniqueísmo. Esta corriente se basaba en una lucha eterna entre el bien y el mal, donde el espíritu del hombre se asociaba a la figura de Dios y la carne, el cuerpo, se vinculaba al demonio.

Al ingresar en la Cátedra de Retórica de Milán, Italia, y escuchar los sermones de San Ambrosio, se reconcilió con las enseñanzas que su madre Mónica, también Santa, le inculcaba desde la cuna. Más tarde, según reza la tradición, San Agustín sintió una llamada divina y se volcó por completo en su faceta como erudito y religioso.

Tras hacer penitencia y ser bautizado por San Ambrosio, se prodigó en la oración y las buenas obras, regresando al continente africano para serle útil a la Iglesia. Allí, una vez que fue nombrado Obispo de Hipona, defendió una filosofía de vida basada en la sencillez y escribió numerosas obras, de vital trascendencia para la Iglesia Católica. Entre ellas, destacan ‘Confesiones’ y ‘La ciudad de Dios’.

Este gran santo es considerado como uno de los Padres de la Iglesia y forma parte también de la lista de los 36 doctores de la Iglesia. Es patrón de “los que buscan a Dios”. Fue un brillante orador, filósofo y teólogo, autor de célebres textos de teología y filosofía.

Agustín, antes de su conversión al cristianismo, tuvo la pretensión de ser un hombre de fama y prestigio. Sin duda, su brillantez e inteligencia excepcional lo ayudaron a convertirse en un gran orador.

Un día, cuando Agustín estaba en un jardín, sumido en una profunda melancolía, escuchó la voz de un niño que le decía : “Toma y lee; toma y lee”. El santo abrió, como al azar, una biblia que tenía al lado. Se encontró con el capítulo 13 de la carta de San Pablo a los romanos que decía:

“Nada de comilonas ni borracheras; nada de lujurias y desenfrenos…revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias” (Rom 13,13-14). Aquel texto afianzó su proceso de conversión y desde ese momento resolvió permanecer casto y entregar su vida a Cristo.

En el año 387, Agustín fue bautizado -tenía 33 años- junto a su hijo. Siempre consideró que su conversión fue tardía y que desperdició buena parte de su vida buscando lo más grande en cosas que son pura apariencia. La muerte de su madre, santa Mónica, ese mismo año, le dejó un gran sinsabor. Agustín había tomado conciencia por fin de todo el amor y empeño que había puesto su madre en que él cambiase de vida y reciba a Cristo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Últimas noticias