El comienzo del Siglo XIX movilizaba a los ingleses, además de impulsar el dominio de los mares, a la conquista territorial, ya que detrás de cada parcela de tierra, estaba lo que las islas británicas no brindaban.
Así comenzó el camino hacia la ocupación, y la búsqueda estaba orientada en lo menos explotado. En ese contexto, el sur de Bolivia presentaba un panorama posible de esos objetivos.
En 1803 y 1804, se pensó que empezando por la Patagonia, para llegar al Río de la Plata, era un buen camino. Los Mapuches, repelieron ambos intentos, ya que el ingreso había sido por el Pacífico, desde lo que hoy es Chile.
Más tarde se pensó conquistar directamente, a Buenos Aires.
En la antesala de la denominada primera invasión, Europa se encontraba convulsionada, en medio de las guerras napoleónicas y el predominio del imperio británico venía en claro ascenso, por su lado España que en ese momento era principal aliado de Francia veía como quedaba diezmada en la gesta de Trafalgar casi toda su flota armada, lo cual desencadenaría que los ingleses tomaran el control total de los mares y así mismo por consecuencia España no podría responsabilizarse por vigilar y administrar la red de comercio que poseía con sus colonias, como el Virreinato del Río de la Plata.
Por todo lo planteado hasta aquí, los británicos ven la oportunidad de navegar el Océano Atlántico hacia el sur, para tomar control de estas tierras, imponer sus formas de comercios y así sacar provecho del mismo, es entonces que entre el 24 y el 25 de Junio de ese año, el General británico Beresford, con poco más de 1500 hombres ataca el fuerte de la ensenada de Barragán, donde se encontraba un grupo del ejército de Santiago de Liniers, que armó la defensa y repelieron a los ingleses, poniendo bajo fuego constante a los barcos británicos y haciendo de esta forma que solo puedan desembarcar recién en Quilmes.
Todo sucedía a unos 60 kilómetros al sur de la Ciudad de Buenos Aires, con lo cual los ingleses tuvieron que marchar hacia Buenos Aires donde tomarían el fuerte, en esta mencionada fecha del 27 de Junio de 1806, tomando aquí el punto de inflexión de estas primeras invasiones inglesas, donde intimarían a las autoridades del Virreinato, éstas se rindieron, donde el mismísimo Virrey Rafael de Sobremonte, huye hacia la ciudad de Córdoba para supuestamente mantener a salvo el tesoro del Virreinato, lo cual se dijo después que no fue así y tan solo abandonaba Buenos Aires para no tener que lidiar con los ingleses, siendo más bien cobardía y no asegurar los tesoros. Por estos momentos la ciudad de Córdoba pasaría a ser la capital virreinal por un tiempo, y desde allá a la distancia se hacía necesario que alguien comande el ejército que se encontraba sí en Buenos Aires, con lo cual se delega el mando a Santiago de Liniers.
Las expectativas de las tropas británicas que esperaban ser bien recibidas por las supuestas mejoras que se aplicarían al comercio y demás medidas e ideas que traían por estos lugares, no fueron tales, y la mayoría de la gente se organizó, consolidando grupos de milicias civiles y demostrando su descontento y hostilidad a cada uno de los integrantes del ejército invasor.
Esta primera invasión se sostendría unos 45 días, tiempo que le llevaría a la resistencia junto a un ejército proveniente de Montevideo encabezado por Liniers arribar el 12 de agosto de ese mismo año a lo que se denominaría la Reconquista y allí los ingleses y Beresford capitulaban sus intenciones y se rendirían, pero no sería el último intento de invasión al Río de la Plata.
A lo largo de estos 215 años, el país sigue viviendo invasiones, la mayoría internas de falta de rumbo y de definiciones de políticas de Estado que consoliden un camino de objetivos comunes, con grandeza y despojado de egoísmos personales, con estabilidad y firmeza.