Hoy 10 de junio es un día de alegría y orgullo para todos los que creemos que la ciencia y la tecnología constituyen pilares fundamentales para el crecimiento del país. También debe ser una jornada de reflexión. Es necesario pensar qué debemos priorizar para evitar que los proyectos se detengan y el progreso nacional se estanque.
Hace exactamente 10 años la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) celebró el exitoso lanzamiento del Satélite SAC-D Aquarius, proyecto en el cual participó activamente. Tan relevante fue este acontecimiento que, al año siguiente, se instituyó esta fecha como el “Día Nacional del Desarrollo Científico y Tecnológico Espacial”.
El satélite fue lanzado desde la Base Vanderberg, en California, para monitorear los efectos del cambio climático. Fue una misión conjunta entre Argentina y Estados Unidos, y se logró plasmar mediante un convenio con la NASA. Fue el cuarto satélite argentino de observación de la Tierra de la línea SAC (Satélite de Aplicaciones Científicas).
El SAC-D representó un gran desafío para el sistema científico-tecnológico nacional. En ese contexto, los departamentos de Electrotecnia y de Aeronáutica de la Facultad de Ingeniería, junto al Centro de Investigaciones Ópticas (CIOp) y al Instituto Argentino de Radioastronomía (IAR), lograron conformar grupos de trabajo interdisciplinarios para dar respuesta a los requerimientos presentados. Tal es así que cuatro de los cinco instrumentos del satélite construidos en el país fueron realizados en la UNLP.
El Grupo de Ensayos Mecánicos Aplicados (GEMA), perteneciente al Departamento de Aeronáutica, adquirió capacidades únicas de ensayo al participar en este proyecto y recursos humanos que, posteriormente, intervinieron en el proyecto Tronador y en el SAOCOM.
Además, como consecuencia de este proyecto, se generaron nuevas pymes (IMER ANTENAS y ARSULTRA S.A) que siguieron realizando trabajos para la Comisión Nacional de Actividades Aeroespaciales (CONAE) y otros sectores.
Lamentablemente, hubo un periodo en el que no tuvieron continuidad dos desarrollos muy importantes que deberían haberse validado en futuros satélites. Me refiero al Sistema de Posicionamiento Global (GPS), desarrollado por investigadores del grupo Sistemas Electrónicos de Navegación y Telecomunicaciones (SENYT); y al Sistema Satelital Argentino de Recolección de Datos Ambientales (DCS), del Grupo de Investigación y Desarrollo en Comunicaciones Digitales (GrIDComD). Este último instrumento es una herencia del profesor Emérito de la Facultad de Ingeniería, Hugo Lorente. Ambos equipos de investigación pertenecientes al Departamento de Electrotecnia.
Actualmente el GPS tiene la oportunidad de validarse en el proyecto SABIA-Mar (SAC-E). Se trata nada menos que la próxima misión satelital argentina que tendrá como objetivo la observación de la Tierra con aplicaciones prioritarias en el estudio del mar y de costas. Esperamos que siga el camino exitoso que tuvo en las pruebas de los cohetes VEX del proyecto Tronador. El DCS también será parte de la misión. De esta forma, retomamos un camino que nunca debería haberse abandonado.
Estoy convencido que el círculo virtuoso generado por el SAC-D debe repetirse. Tristemente venimos de un periodo de cuatro años, entre diciembre de 2015 y 2019, en que el sistema científico-tecnológico fue relegado en la participación de estos proyectos de desarrollo. Volvió a ser considerado nuevamente a partir del año 2020.
Anhelo que llegue el día en que los procesos de desarrollo tecnológico y los grupos de trabajo iniciados puedan seguir consolidándose de manera independiente, más allá del gobierno de turno que dirija al país. Todos tenemos nuestras propias ideologías, pero no se pueden censurar proyectos de punta y de valor agregado por el mero hecho de haberse concretado en un periodo político distinto al que esté en funciones o por la presencia de participantes que tienen ideas no afines al gobierno de turno.
Este 10 de junio renovamos las esperanzas de trabajar por la soberanía espacial, fortaleciendo los sectores de desarrollo tecnológico. Las universidades y centros de investigación, junto al sector productivo, podemos seguir generando el valor agregado que tanta falta hace para el crecimiento del país.
Por más soberanía, ¡feliz día!
*Director del Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la Facultad de Ingeniería de la UNLP. Vicepresidente institucional de la UNLP. Miembro del directorio de la CONAE.