viernes, noviembre 22, 2024
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Narcotráfico, drogas y consumos sintéticos: cada año aparecen 500 sustancias psicoactivas nuevas

En su mayoría, no están alcanzadas por la fiscalización internacional. Por eso los narcotraficantes tienen mayores posibilidades para evadir controles. Producto de la crisis socioeconómica derivada de la pandemia, muchos consumidores podrían recurrir a drogas sintéticas más baratas o de menor calidad

Así lo informa el último reporte de la Oficina contra la Droga y el Delito de las Naciones Unidas (UNODC).

En su mayoría, no están alcanzadas por la fiscalización internacional. Por eso los narcotraficantes tienen mayores posibilidades para evadir controles, sumado a que la darkweb facilita la comercialización y distribución. Alertan que, producto de la crisis socioeconómica derivada de la pandemia, muchos consumidores podrían recurrir a drogas sintéticas más baratas o de menor calidad. La oferta de éxtasis en la Argentina, en la última década, aumentó 110%.

El mundo ya no es el mismo que existía antes de la pandemia. Y tampoco será igual cuando finalice el aislamiento preventivo, social y obligatorio. Las adicciones, las modalidades de consumo de estupefacientes y el narcotráfico se transforman y se adaptan con gran rapidez a la nueva realidad. Un claro ejemplo de ello son las denominadas NSP (Nuevas Sustancias Psicoactivas o New Psychoactive Substances), no sujetas a fiscalización internacional, que irrumpieron en los mercados nacionales con una dinámica tan inusitada que dificulta, al extremo, las tareas de combate, control y prevención de los Estados nacionales[1].

Según el reporte realizado la semana pasada por las Naciones Unidades, a través de su Oficina contra la Droga y el Delito (UNODC)[2], hay indicios de que podría ocurrir una situación muy similar a la registrada poco después de la crisis global de 2008. En efecto, hace 12 años, producto del deterioro socioeconómico en numerosos países, muchos consumidores comenzaron a buscar sustancias sintéticas más baratas. Así fue como, en Estados Unidos y en Europa, la situación se tradujo en un cambio en los hábitos de consumo en favor de las drogas inyectables.

En tanto, en la Argentina, al igual que en otros países, el deterioro económico siempre favoreció la proliferación y el consumo de estupefacientes de menor calidad y/o pureza, en algunos casos hasta adulterados. Lo pudimos observar claramente luego de la crisis de 2001 cuando el Paco (pasta base de cocaína) empezó a hacer estragos en los sectores socialmente más postergados.

¿Qué son las NSP?

Las Nuevas Sustancias Psicoactivas constituyen una problemática a escala global y la Argentina no está exenta. De hecho, hay indicios de que en nuestro país habrían causado muertes y tragedias[3].

Se trata de sustancias que alteran la mente, pero no están reguladas. Su finalidad es causar los mismos efectos que las drogas ilegales. Es posible que algunos de estos productos sintéticos existan desde hace varios años, pero ahora están nuevamente en el mercado ya sea como estructuras químicas diferentes o porque recuperaron “la popularidad”[4].

Las últimas estadísticas dan cuenta que, cada año, se encuentran aproximadamente 500 NSP sin fiscalización en los mercados nacionales, lo que equivale a casi el 50% de las drogas que sí están registradas por el Sistema de Alerta Temprana sobre Nuevas Sustancias Psicoactivas de las Naciones Unidas.

En 2014, las NSP opioides suponían tan solo el 2 % del total de NSP identificadas, pero en 2018 esa proporción aumentó al 9 %.

Éxtasis en proliferación

El mercado de drogas sintéticas o de diseño está en permanente cambio y transformación. Las medidas de fiscalización de los precursores obligan a los fabricantes de drogas a innovar, lo que a su vez deriva en una dinámica que les posibilita estar siempre, o casi siempre, un paso delante de la regulación de Estado.

Este fenómeno es descripto por el profesor en Toxicología Avanzada y Química Forense de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), Luis Ferrari[5], como “una serie cíclica de acontecimientos” donde:

  1. Se sintetiza una sustancia química que se sugiere podría actuar de manera similar a una sustancia controlada;
  2. El producto químico se comercializa entonces como una alternativa “legal” a una droga ilícita o como una “droga de investigación química, no apta para consumo humano”
  3. Un pequeño número de usuarios que experimentan con la droga, informa sus experiencias a través de internet: blogs, foros, videos. Si los resultados son positivos, cada vez más personas hacen uso de la misma, ganando así popularidad;
  4. Cuando las leyes se actualizan, y esta nueva droga es incluida en la lista de “drogas ilegales” el ciclo comienza nuevamente.

Las innovaciones permanentes permitieron -por ejemplo- que la oferta de éxtasis, que en la primera década de este siglo se había estacando, con una tendencia a la baja gracias a los controles globales sobre los precursores, volviera a incrementarse de una manera exponencial en los últimos años.

Según el último informe de la UNODC, en una primera etapa, los narcos eludieron los controles adaptando los laboratorios clandestinos para un uso creciente de precursores como isosafrol, safrol y piperonal. Son sustancias que, si bien estaban bajo supervisión internacional, prácticamente no figuraban en la órbita del control estatal en numerosos países. Luego, cuando nuevamente los estados lograron acomodarse y aceitaron los controles, los narcotraficantes volvieron a sacar ventaje. ¿De qué forma? Aumentando exponencialmente la oferta de “éxtasis” a partir de nuevas sustancias. Particularmente, químicos que incluyen una buena cantidad de sustitutos y “precursores de diseño”. Estos productos habrían sido desarrollados exclusivamente para su uso en la fabricación clandestina. Y como esas sustancias no se encuentran bajo la órbita de la fiscalización internacional, pueden ser enviadas fácilmente a laboratorios clandestinos de todo el mundo.

El resultado es que hoy nos encontramos con una situación donde, a nivel global, hay más personas que declaran que, en el último año, consumieron éxtasis respecto a las que afirman haber consumido cocaína, según el informe de drogas 2020 de la UNODC. Ahora bien, si analizamos la cantidad de toneladas incautadas por las fuerzas de seguridad podremos observar que, por ejemplo, la cantidad de éxtasis a nivel global es 94 veces inferior a la de cocaína, lo que da cuenta de la versatilidad que han tenido fabricantes y traficantes de drogas sintéticas para esquivar a las fuerzas de seguridad o para no ser detectados.

Sustancias incautadas a nivel global:

Número de personas consumidores según sustancia:

 

 

En la Argentina, por el momento, la tasa de prevalencia del consumo de cocaína es muy superior al de éxtasis: 1,7% frente 0,3%. No obstante, de los informes de la Sedronar se desprende un dato que llama poderosamente la atención. Concretamente, según el último reporte sobre factores de riesgo en el consumo de sustancias psicoactivas, publicado en 2018 por el Observatorio Argentino de Drogas (OAD)[6], entre 2010 y 2017 creció 110% la oferta de éxtasis en nuestro país.

El porcentaje de personas que recibieron ofertas de este tipo de estupefacientes pasó del 3 al 6,3%, lo que representa un incremento del 110%, mucho mayor respecto a lo registrado con otras drogas como marihuana (73%), cocaína (60%) y pasta base (46,7%).

Regulación nacional

Nuestra legislación nacional se ocupó por primera vez de las NSP a través del Decreto 772/2015 cuando las 33 variantes del grupo químico NBOMe[8], un poderoso alucinógeno, fueron incorporadas a la lista de sustancias consideradas “estupefacientes” y por lo tanto controladas (Decreto 722/1991).

Nuestro código penal define en su artículo 77 el término “estupefaciente” como: “los estupefacientes, psicotrópicos y demás sustancias susceptibles de producir dependencia física o psíquica, que se incluyan en las listas que se elaboren y actualicen periódicamente por decreto del Poder Ejecutivo nacional”. Por ello, en tanto la sustancia en cuestión no esté incluida dentro de estas listas, su tenencia, producción y comercialización no puede ser subsumida dentro de los tipos penales establecidos en la Ley N° 23.737, comúnmente denominada “Ley de Drogas”. Ello dificultaba la persecución penal del tráfico de las NSP ya que era necesario que previamente el Poder Ejecutivo, vía decreto, las incorpore a las listas de sustancias controladas del Decreto 722/1991.

Este esquema, lento y poco eficaz, se modificó hace menos de un año a través del Decreto 560/2019, que introdujo un nuevo criterio que es el de fiscalización por grupo químico. Se trata de definir determinados grupos químicos utilizados por el narcotráfico, y sus posibles variaciones (sustituyentes) que cada grupo químico pueda llegar a presentar en torno a una estructura química principal.

Se eligieron los grupos químicos contemplados en la clasificación de las NSP establecida por la UNODC: aminoindanos, arilciclohexilaminas, cannabinoides sintéticos, catinonas sintéticas, fenetilaminas, piperazinas y triptaminas (ver infografías). Debido a este cambio actualmente existen dos listas de sustancias controladas (Anexo I y II): una de “sustancias individuales” y otra de “grupos químicos”.

De esta forma “…en caso que la sustancia detectada en el laboratorio pericial no se encuentre en la lista del Anexo I, deberá recurrirse al Anexo II con el fin de determinar si la referida sustancia encuadra dentro de la lista de grupos químicos incluidos en el mismo. En caso de que la sustancia quedara contemplada dentro de la lista de grupos químicos presente en el Anexo II, deberá ser considerada ´estupefaciente’ en los términos del artículo 77 del Código Penal de la Nación Argentina”.

Conclusión

Es indispensable que, ante las advertencias que vienen realizando organismos internacionales sobre un posible repunte del consumo de estupefacientes tras la pandemia, y la posibilidad de que haya un consumo masivo de drogas ilegales de inferior calidad, se afiancen aún más las campañas de prevención.

No solo debe ser prioritario el combate al narcotráfico, sino también la atención de las adicciones. Necesariamente las campañas de prevención deben empezar a contemplar en un lugar destacado a las drogas sintéticas, siguiendo de cerca la dinámica de consumo y la constante irrupción de las NSP.

Al peligro propio de toda droga respecto a su procedencia, calidad y sustancias de corte incluidas, se agrega el hecho que la sinonimia y los diversos nombres de fantasía con que se denominan las NSP dificulta incluso su corrrecta identificación por parte de los consumidores quienes no tienen idea de que están ingiriendo y donde cada acto de consumo se vuelve en sí mismo un peligroso, imprudente y quizás mortal acto de fe.

Fuentes   

[1] Las nuevas sustancias psicoactivas (NSP) han sido conocidas en el mercado por términos tales como “drogas de diseño”, “euforizantes legales”, “hierbas euforizantes”, “sales de baño”, “productos químicos de investigación” y “reactivos de laboratorio”. A fin de promover una terminología clara sobre este asunto, UNODC utiliza únicamente el término “nuevas sustancias psicoactivas (NSP)”, las cuales se definen como “sustancias de abuso, ya sea en forma pura o en preparado, que no son controladas por la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes ni por el Convenio sobre Sustancias Sicotrópicas de 1971, pero que pueden suponer una amenaza para la salud pública”. El término “nuevas” no se refiere necesariamente a nuevas invenciones – varias NSP fueron sintetizadas por primera vez hace 40 años – sino que son sustancias que han aparecido recientemente en el mercado y que no han sido incorporadas en las Convenciones antes mencionadas.

[2] https://wdr.unodc.org/wdr2020/index.html

[3] En la Argentina, uno de las tragedias vinculadas con el consumo de drogas de síntesis, que causó mayor conmoción, fue la muerte de cinco jóvenes en la fiesta electrónica Time Warp, realizada en Costa Salguero, en el año 2016. Entre las denuncias que se realizaron se mencionó que dealers, que supuestamente se habían apostado en el lugar, habrían vendido “drogas sintéticas nuevas” a asistentes a la fiesta.

Otro caso tristemente célebre fue el de la joven argentina Milagros Moyano, quien falleció luego de haber asistidos a un boliche en Barcelona (España). La investigación apuntó al presunto consumo éxtasis, aunque los familiares de Milagros insistieron en que la joven habría ingerido una pastilla con una sustancia altamente tóxica, que la llevó a la muerte. Sugirieron que tenía “veneno para ratas”.

[4] https://www.drugabuse.gov/es/publicaciones/drugfacts/cannabinoides-sinteticos-k2spice

[5] https://toxicologia.org.ar/wp-content/uploads/2016/08/Nuevas_Drogas_De_Disenio_Psicoactivas_Ferrari.pdf

[6] Los opioides son como los opiáceos, tales como la morfina y la codeína, pero no se elaboran con opio. Los opioides se unen con los receptores de opioides del sistema nervioso central. Los opioides solían llamarse narcóticos. Un opioide es un tipo de alcaloide. NSP opioides.

[7] http://observatorio.gob.ar/index.php/epidemiologia/item/16-estudios-de-poblacion-general

[8] NBOMe: acrónimo basado en las iniciales de los grupos químicos que conforman la estructura de esta familia de drogas: N: Nitrógeno; B: bencil; OMe: oximetil.

Informe; Walter Martello

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